Dos mil veintitrés marcará un punto de inflexión en muchos temas. El entorno internacional se complicará en lo económico. Siempre es fácil acostumbrarse a lo bueno. A veces una gripa fuerte nos hace apreciar mejor cuando estamos sanos y sintiéndonos bien. En buena parte de este siglo hemos disfrutado de mucha liquidez, poca inflación y de crédito barato y abundante. Nos iremos al otro extremo, conforme los bancos centrales del mundo tendrán que recoger esa liquidez excesiva, que es como gasolina que puede prenderse con cualquier chispa inflacionaria. La hoja de balance de la Reserva Federal de EU es hoy 10 veces más grande que en 2008, antes de la crisis mundial que inició en ese año. Eso es insostenible.

En ese proceso de recoger liquidez veremos la situación inversa a la que disfrutamos la década pasada: crédito escaso y caro, tasas de interés altas y, en consecuencia, precios de activos (inmuebles, acciones de empresas, obras de arte) a la baja. Era facilísimo financiar emprendimientos, o que empresas prometedoras se hicieran de capital, eso se complicará. A nivel de países, habrá más énfasis en las condiciones crediticias de cada economía, y ahí se nos pueden empezar a complicar las cosas. Es preocupante el incremento de 26% en el déficit gubernamental en 2022 (que asciende a 611 mil millones de pesos). En palabras simples: este gobierno ya se quedó sin dinero. Después de agotar hasta el último “guardadito” que les dejaron, tendrán que recurrir a mercados de crédito cada vez más estrictos para financiar su enorme gasto clientelar, el derroche en obras absurdas y, ahora, las campañas políticas de 2024, que no se pagan solas.

A esto hay que sumarle la presión cambiaria. El peso se ha beneficiado de tres tendencias: remesas al alza por la escasez de trabajadores locales en la economía de EU (y una cantidad no menor de lavado de dinero de organizaciones criminales que entra disfrazada de “remesa”), demanda alta por exportaciones mexicanas dada la fortaleza en el consumo en EU (apuntalado por las colosales ayudas gubernamentales desembolsadas en la pandemia) y precios del petróleo al alza. Las tres condiciones cambiarán este año.

¿Viene una devaluación? Parece poco probable si mantenemos el “Grado de Inversión” y si Banco de México sigue pagando tasas 6 puntos porcentuales más altas que EU, pero el peso podría debilitarse (quizá 8%-10%) en 2023, suficiente para comerse el diferencial de tasas que hoy lo favorece, por lo que la demanda por pesos sería menor. La economía de México no crecerá este año, la de EU tampoco. Será menor la demanda por trabajadores indocumentados. Ya la demanda por hipotecas alcanzó su punto más bajo desde 1996, lo cual desincentivará la construcción de casas nuevas. Muchos de nuestros paisanos trabajan en ese sector. La 4T tendrá que mantener su alto gasto “social” y el desembolso para campañas, lo cual hace improbable que terminen sus obras emblemáticas este sexenio.

En lo político, a fines de 2023 sabremos quiénes serán los candidatos que disputarán la Presidencia en 2024. Vienen escándalos y golpes bajos que no abonarán a la estabilidad que necesitaríamos para navegar la turbulencia que viene. En EU ya vemos algo similar. Por primera vez en más de 100 años, no se ha logrado definir el liderazgo republicano en la Cámara baja del Legislativo. Ellos también tienen elección presidencial en 2024, coincide cada 12 años con la nuestra.

Si agregamos la incertidumbre que proviene de un desenlace complicado de la guerra en Ucrania, donde Rusia está perdiendo, la tensión entre China y Estados Unidos (y Taiwán), y la creciente probabilidad de un conflicto entre Israel e Irán, debido al perfil de extrema derecha en el nuevo gobierno de Netanyahu, 2023 será un año volátil y, como siempre, lleno de oportunidades para quienes logren leer bien lo que viene.

La incertidumbre internacional nos posiciona como un aliado potencialmente ideal para EU. Hoy, más que nunca, tenemos que aprovechar esa oportunidad adoptando una postura pragmática e inteligente. Ojalá empecemos a recibir a Biden y Trudeau la semana próxima.

@jorgesuarezv

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