Sinaloa.- La captura de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, quien también es un líder prominente del cártel, le permite al gobierno atribuirse una victoria en sus esfuerzos para combatir la violencia durante uno de los periodos más mortíferos en la historia reciente de México.
“Esta detención representa un golpe contundente a la cúpula del poder del Cártel del Pacífico”, dijo en la conferencia de prensa el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, utilizando otro término que se usa para designar al Cártel de Sinaloa.
“Continúan las agresiones por el grupo criminal”, dijo Cresencio Sandoval, señalando que el cártel había respondido al arresto con balaceras y bloqueos de caminos. Además, el funcionario afirmó que las autoridades siguen trabajando “para restablecer y mantener el orden público”.
Pánico en cielo, tierra y mar tras detención de Ovidio Guzmán
Aeroméxico aseguró que al menos una bala había impactado el fuselaje de un avión comercial que iba a despegar hacia Ciudad de México el jueves por la mañana. La aerolínea dijo que todas las personas a bordo estaban a salvo y que el vuelo fue cancelado.
El oficial de inteligencia confirmó que los grupos de hombres armados dispararon contra un avión militar que arribaba al aeropuerto de Culiacán la mañana del jueves, pero que no se reportaron heridos.
César Lara, de 29 años, quien el jueves por la mañana salía caminando del aeropuerto de Culiacán después de llegar en un vuelo desde Ciudad de México, vio aterrizar un avión militar y luego escuchó disparos, dijo.
Sin saber de dónde procedían los tiros, Lara corrió de regreso al aeropuerto, donde él y otros pasajeros de su vuelo permanecieron varados durante la tarde del jueves. Cerraron el aeropuerto, dijo, y nadie podía salir.
“Lo único que pienso es que quiero llegar a casa y estar en paz, sentirme tranquilo”, dijo Lara.
La esperada respuesta criminal
El cártel respondió rápida y violentamente a la captura. Videos que circulan en las redes sociales muestran autobuses y tráileres en llamas. El aeropuerto de Culiacán confirmó por Twitter que había cerrado por motivos de seguridad.
Grupos armados incendiaron vehículos y bloquearon las principales vías de salida de la ciudad, según un funcionario de inteligencia del país. Hombres con armas enfrentaron a la policía en el norte de la ciudad, donde se podían escuchar fuertes explosiones y se robaban autos a punta de pistola, según dijo el funcionario. Las escuelas y los edificios gubernamentales fueron cerrados.
El funcionario de inteligencia, que no estaba autorizado para hablar en público, agregó que no había servicios públicos y que las calles estaban vacías en gran medida.
Los Guzmán, expertos en escapes
La familia Guzmán tiene un largo historial de escapar de la captura de las autoridades mexicanas. El Chapo se fugó dos veces de prisión. Los fiscales federales en Estados Unidos consideran que sus hijos ayudaron a orquestar su conocida fuga de un centro de detención de máxima seguridad en 2015 a través de un túnel de 1,5 kilómetros que fue excavado en la ducha de su celda.
El abogado estadounidense de Guzmán López, Jeffrey Lichtman, quien también representó a su padre, se negó a comentar sobre la detención del jueves. Oficiales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que presentó cargos contra Guzmán López y uno de sus hermanos en 2019, se negó a comentar si los fiscales solicitaron la extradición.
En octubre de 2019, fuerzas de seguridad irrumpieron en Culiacán, detuvieron a Guzmán López, y luego lo liberaron después de que hombres armados del cártel desataran una oleada de disparos con armas automáticas en la ciudad, incendiaran vehículos y tomaran como rehenes a miembros de las fuerzas de seguridad.
En ese momento, López Obrador defendió la liberación, al afirmar que las autoridades tenían que encontrar un equilibrio entre la detención de Guzmán López y la seguridad pública.
“La situación se tornó muy difícil. Estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos y se decidió proteger la vida de las personas”, dijo López Obrador a los periodistas. “No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”.
Pero el episodio se convirtió en una humillación nacional para la gestión de López Obrador y arrojó dudas sobre la capacidad del gobierno para enfrentarse a los cárteles en las zonas del país donde tienen más poder.
Guzmán López y su hermano, Joaquín Guzmán López, fueron acusados en febrero de 2019 por fiscales federales en Brooklyn de distribuir “consciente, intencionada y deliberadamente” cocaína, metanfetamina y marihuana para su importación a Estados Unidos.
Esos cargos se hicieron públicos justo un día después de que Guzmán Loera fuera declarado culpable tras un juicio de tres meses en Brooklyn, que reveló el funcionamiento interno del Cártel de Sinaloa y cómo enviaba toneladas de drogas a Estados Unidos.
El mismo equipo de fiscales también presentó cargos federales por narcotráfico contra la esposa de Guzmán, Emma Coronel Aispuro. Coronel se declaró culpable posteriormente y fue condenada a tres años en prisión.
La segunda oportunidad para enmendarse
La detención fue una oportunidad para que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador enmendara una operación similar de hace tres años que resultó fallida, cuando las autoridades mexicanas detuvieron brevemente a Guzmán López, pero se vieron obligadas a liberarlo después de que los sicarios del cártel superaran a las fuerzas del orden.
También significa una victoria de relaciones públicas para el gobierno mexicano días antes de que López Obrador reciba al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en Ciudad de México para la Cumbre de Líderes de América del Norte.
Los expertos, no obstante, se muestran escépticos ante la posibilidad de que la captura de Ovidio Guzmán López, conocido durante mucho tiempo como el menos exitoso de los hijos de Guzmán, tenga un impacto relevante en las actividades del cártel.
Es un mensaje a Estados Unidos de que en México se mantiene la guerra contra las drogas”, dijo Alejandro Hope, analista de seguridad en Ciudad de México. “¿Cambia la estructura del Cártel de Sinaloa? No. ¿Tiene algún impacto en el tráfico de drogas? No. ¿Va a reducir la violencia? No”.
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FRG