¡Basta ya de pesimismo! Nuestro planeta puede estar en mejor situación de lo que piensas.

Los seres humanos tenemos un sesgo cognitivo hacia las malas noticias (que nos mantiene alerta y vivos) y los periodistas lo reflejamos: informamos sobre los aviones que se estrellan, no sobre los que aterrizan. Destacamos desastres, contratiempos, amenazas y muertes, por lo que 2022 nos ha mantenido ocupados.

Pero un torrente constante de noticias desesperantes puede paralizarte. Así que este es mi esfuerzo por remediar nuestros sesgos cognitivos. Hasta la llegada de la pandemia, escribí una columna anual argumentando que el año anterior fue el mejor de la historia de la humanidad. No puedo hacer eso este año. Pero puedo sugerir que, en términos generales, muchas cosas van bien y que este puede ser, todavía, el mejor momento para estar vivo.

En particular, el 2022 fue sobresaliente en avances tecnológicos.

En los próximos cinco años, la capacidad de energía solar en todo el mundo está en vías de casi triplicarse y así superar al carbón como la principal fuente de energía a nivel mundial. Las mejoras técnicas son constantes, como el hecho de que los investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts desarrollen un modo de producir paneles solares delgados y flexibles que pueden convertir casi cualquier superficie exterior en una fuente de energía.

Al mismo tiempo existen avances en las baterías. Baterías, ¿aburrido? ¡No! Son una de las fronteras más emocionantes de la tecnología, lo que hace que los avances notables sean cruciales para almacenar energía limpia y sustentable. Asimismo, la fusión nuclear como fuente de energía marcó un hito en 2022. El hidrógeno generado por energías renovables bajas en emisiones también gana terreno y podría ser útil para el transporte marítimo y el almacenamiento de energía.

El resultado es que estamos en medio de una revolución de energías renovables que pronto puede dejarnos en una mejor posición. Si las cosas salen bien, podremos disfrutar de una energía más barata, más fiable y más portátil que nunca. La energía verdaderamente barata, ya sea solar o de fusión, podría ser transformadora: por ejemplo, podría hacer funcionar plantas de desalinización para proporcionar el agua dulce que se está agotando.

Para ser claros: el cambio climático sigue siendo un desafío existencial. Lo nuevo es que, si entrecierras un poco los ojos, ahora es posible ver un camino para avanzar en el que logramos, a duras penas, evitar la calamidad.

La tecnología de la salud también ha hecho grandes progresos. Los científicos están avanzando significativamente en las vacunas contra la malaria, lo que refleja lo que puede ser una nueva era dorada para el desarrollo de vacunas. La inmunoterapia avanza contra el cáncer. (Entre otras hazañas, está manteniendo con vida a uno de mis amigos). Una nueva técnica de edición de genes puede curar la anemia de células falciformes; Bill Gates argumenta en su carta anual que la misma estrategia puede eventualmente ofrecer también una cura para el VIH/sida.

Ni siquiera hemos mencionado los progresos en el campo de la inteligencia artificial, entre ellos ChatGPT. (No, el bot conversacional no escribió esta columna).

Y, por supuesto, la tecnología no está dando saltos solo en los laboratorios de investigación, sino que está trascendiendo a las vidas de las personas para mejorarlas. Estoy escribiendo esto en la granja familiar en Oregón con la ayuda de nuestro nuevo servicio de internet de Starlink que está comenzando a empoderar al Estados Unidos rural (y ha sido un punto de inflexión para los ucranianos mientras humillan a sus invasores rusos).

Es cierto que lo que puede ser la tendencia más importante de la que soy testigo -el progreso histórico contra la pobreza mundial- se estancó debido al COVID-19, el cambio climático y el impacto de la guerra en Ucrania en los precios mundiales de los alimentos. Pero no se ha derrumbado.

“El impacto de la pandemia no fue tan malo en muchos frentes”, dijo Esther Duflo, profesora del MIT y la persona más joven en ganar un Nobel en ciencias económicas. “Fue un cataclismo mucho menor para África que para nosotros”.

De hecho, los investigadores del Banco Mundial estiman que la cantidad de personas que viven en la pobreza extrema en realidad disminuyó un poco en 2022, aunque la cifra sigue siendo más alta que en vísperas de la pandemia. La cifra es casi la misma que en 2018 y mucho mejor que en 2017 y años anteriores.

Sorprendentemente, las estimaciones preliminares sugieren que la mortalidad infantil mundial siguió disminuyendo durante la pandemia. Un niño tiene ahora la mitad de probabilidades de morir a los 5 años que en el año 2000 y una cuarta parte de las probabilidades de morir que en 1970.

No estoy minimizando la crisis humanitaria mundial, tenemos que mejorar. Los niños de todo el mundo sufren desnutrición que afecta permanentemente sus facultades. A las chicas jóvenes las casan. Los niños y niñas desplazados faltan a la escuela.

Pero David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, señala que aunque el mundo enfrenta “una tormenta perfecta” de calamidades, el planeta respondió con una gran cantidad de asistencia y un impulso internacional para permitir las exportaciones de granos ucranianos a través del mar Negro. Estas medidas, al menos por el momento, han evitado una hambruna en toda regla.

“Francamente”, dijo, “podría haber sido mucho peor”.

Quizás te estremeciste cuando escribí anteriormente que “este puede ser el mejor momento para estar vivo”. Eso es profundamente contrario al pesimismo público. Pero, ¿preferiríamos vivir en algún otro momento en que los niños tenían más probabilidades de morir?

Max Roser, del indispensable sitio web Our World in Data, expone la situación con más precisión: “El mundo es horrible. El mundo está mucho mejor. El mundo puede ser mucho mejor. Las tres afirmaciones son ciertas al mismo tiempo”.

Así que todas las malas noticias son reales y las cubro los otros más de 300 días del año. Pero también es importante reconocer los logros que nuestros cerebros (y nosotros los periodistas) a menudo ignoran, aunque solo sea para recordarnos que el progreso es posible cuando nos esforzamos. ¡Adelante!

 

@NickKristof

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