La ayuda social del gobierno es insuficiente para frenar el robo de hidrocarburo en Hidalgo, ya que ahora las autoridades reconocieron que esa actividad ilícita cuenta con el respaldo de la población.
El 15 de enero de 2019, tres días antes de la explosión en Tlahuelilpan, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que los programas del bienestar llegarían a las poblaciones aledañas a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
La finalidad, dijo en aquella ocasión, era brindar opciones de estudio y trabajo para desalentar la complicidad de la sociedad con el robo de hidrocarburo e incluso el mandatario anunció que recorrería el ducto Tuxpan hasta Azcapotzalco con la finalidad de hablar directamente con la gente.
Luego explotó un ducto de Pemex por una toma clandestina en Tlahuelilpan donde murieron 137 personas y este miércoles 18 de enero se cumple el cuarto año de aquella tragedia cuyas consecuencias se traducen en pobreza y falta de oportunidades. Un memorial olvidado.
Con motivo de la reciente agresión de civiles contra personal de Pemex que cerraba una toma clandestina en Cuautepec, y el posterior enfrentamiento con el Ejército, que dejó saldo de cuatro personas muertas y nueve heridas, López Obrador volvió a retomar la tragedia de Tlahuelilpan y puso un ingrediente adicional: que la pobreza no es argumento para apoyar el robo de hidrocarburo pues ahora si existen programas sociales.
Y agregó el mandatario que los grupos de la delincuencia organizada “malencaminan a los pobladores”, cualquier cosa que eso signifique en términos prácticos para el presidente.
Por simple lógica. Si Hidalgo mantuvo el primer lugar del robo de hidrocarburo en el país, junto con Cuautepec, es porque probablemente esa ayuda social no sirve o no llega al sector que debe atender.
Aunado a que la anterior administración del gobierno de Hidalgo no combatió este delito y que en cambio dejó crecer, como han dicho las actuales autoridades estatales que anunciaron decomisos históricos y detenciones de líderes del robo de hidrocarburo y del narcomenudeo.
No se trata de criticar a las pensiones de adultos mayores que significan una oportunidad para ese sector poblacional tan olvidado, pero en cambio sí hay que cuestionar la eficacia de otros esquemas de ayuda como las tandas para el bienestar o el sembrando vida en Cuautepec y Ajacuba, donde prevalece una mayor resistencia a la autoridad que combate el robo de hidrocarburo.
En tiempos de la cuarta transformación siguen las tomas clandestinas en ductos de Pemex, continúa la pobreza y aumenta la migración de los habitantes de Hidalgo hacia Estados Unidos. Es viable suponer que no se van porque quieren, y que en cambio son obligados por las nulas condiciones para apuntalar un proyecto de vida con sus familias.
Aumentaron los decomisos de hidrocarburo robado, muy bien. Fortalecieron los programas sociales, perfecto. Pero en ese lapso de tiempo también incrementó el respaldo de la población a la delincuencia organizada ¿qué hacemos?
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo