Ciudad de México.- Tras el caso de desaparición de la menor María Ángela, autoridades capitalinas descartaron que en el paradero de Indios Verdes opere una red dedicada al secuestro o trata de personas, en especial contra mujeres; sin embargo, testimonios de jóvenes como Max, Yadira o Alejandra, quienes vivieron situaciones extrañas en el CETRAM, les hace pensar que se libraron de ser víctimas de alguno de estos delitos.
Caso María Ángela: Esperaba a su madre afuera de los baños de este paradero, en la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, cuando sintió un piquete en el brazo.
Esto sucedió el jueves 19 de enero a plena luz del día, sus padres bloquearon la carretera México-Pachuca para presionar a las autoridades y fue tres días después que vecinos de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, que dieron aviso sobre una joven tirada, envuelta en bolsas negras de plástico sobre un baldío.
Cuando fue atendida mostraba signos de violencia y declaró que donde estuvo privada de su libertad había más mujeres.
“¡No me toques!”: Chofer de microbús
Max denunció que hace 3 años un conductor de transporte público intentó retenerla contra su voluntad. Todo frente a comerciantes, transportistas y transeúntes, sin que nadie hiciera nada.
Max tenía 19 años, era estudiante del turno vespertino en el Cecyt Número 8 del Instituto Politécnico Nacional, donde fue víctima de abuso sexual por parte de un trabajador del lugar, caso que hasta hoy no tiene una resolución.
Por esta agresión sufría de ataques de ansiedad, que eran detonados cuando tenía que caminar diariamente a las 11 de la noche para tomar su camión en el paradero de Indios Verdes.
Cuenta que hace 3 años, en 2019, ella esperaba el transporte cerca de una base de taxis frente al Metrobús como medida precautoria.
Recuerdo perfectamente que fue un camión de la Ruta 88 dirección a Coatepec, el chófer, que me triplicaba la edad y el peso, se detuvo, se bajó de la unidad y me dijo ‘súbete flaca’, como sí me conociera pero lo ignoré. Insistió ‘Yo te conozco, sé que vas al norte, súbete'”, narro Max en entrevista con El Universal.
Además, dice que el sujeto hizo sonidos morbosos con la boca, a lo que ella, ya molesta contestó que estaba esperando a su papá “pero cuando se acercó me quedé paralizada y me tomó del brazo”, contó la joven.
La reacción de Max fue gritar “¡no me toques!”, pero a pesar de sus gritos que comerciantes y chóferes escucharon e incluso se asomaron, no hicieron nada.
La salvaron
Fue un joven quién al ver la situación empujó al hombre para que soltara a Max, terminaron en golpes y el chico la acompañó hasta que estuvo segura.
Cuando vi la noticia de Angela, se me hizo muy raro porque yo no me alejé de la gente y grité lo suficientemente fuerte, yo vi que la gente volteó. Es imposible que nadie se haya dado cuenta”, dijo Max.
Sospechan de comerciantes coludidos e incluso, red de trata de personas
Max realizó un post en Facebook con su historia, al cual reaccionaron varias mujeres quiénes aseguran que al comprar alimentos en el paradero de Indios Verdes se sintieron mareadas, con ganas de vomitar y algunas hasta perdieron el conocimiento, por lo que incluso piden como forma de protesta hacer un “bloqueo económico”.
Además de ser víctimas de asaltos, algunas otras cuentan que se han sentido perseguidas y otros intentos para retenerlas contra su voluntad. “Así que, no dudo, que Indios Verdes sea un punto de trata y que los comerciantes sean cómplices”, escribió Max.
Yadira cuenta que decidió comprar una rebanada de pizza en lo que esperaba a su esposo.
Justo cuando la terminó de comer dice, empezó a sentirse “muy mal, se mareó y le costaba respirar. “Me senté un rato (cuando llegó mi esposo) como pude me levanté y corrí hacia donde estaba, cuando me iba subiendo a la moto me desmaye, después reaccione y lo primero que vomité fue la pizza”, escribió la joven.
Erik, otra usuaria de 46 años, contó que esto lleva pasando desde hace muchos años, pues cuando tenía 19 años, trataron de secuestrarla.
Ariana por su parte explicó que ella se compró un café y dentro del Metro se sintió mareada.
Me empecé a sentir mal, mareada y con ganas de vomitar, cuando llegué a mi parada en Norte 45 y bajé del metro inmediatamente sentí como si la vista se me nublara y fuera a caerme, lo primero que hice fue hablarle a mi mamá que aunque estaba lejos me dijo que no me moviera y que iba por mí, solo me tiré como pude en un rincón de la estación y traté con todas mis fuerzas de no perder la conciencia”, contó Ariana.
JRL