En sus inicios, Nora Ephron era una periodista que se abrió camino en los medios de comunicación y el negocio del cine en la época en que las mujeres apenas encontraban una silla. Creo que su humor fue un ingrediente indispensable para que sus aspiraciones profesionales se lograran.
Era necesario, en aquella época, o respondías con humor o usabas el periódico como arma para soltar algún golpecito ante los comentarios de sus coetáneos que le tocó escuchar. Admiro profundamente la gente que es capaz de encontrar catarsis en responder de manera inteligente ante interlocutores idiotas.
Pues bien, la mujer también fue directora de cine, guionista y productora. Y directa. Y cambiante. Y distraída. ¿Entienden por qué me cae tan bien? En su libro ‘No me acuerdo de nada’ narra una ocasión en que estaba escribiendo un guion que le costaba una barbaridad. Pensar en que el tiempo se acababa y tenía que entregar aquel guion que no terminaba de cuajar la consumía. El guion era una piedra en el zapato. Una nube negra en su paisaje. Un bicho en su comida…
Justo cuando estaba buscando la excusa perfecta para no terminarlo, le llamó su padre para decirle que un tío suyo le había dejado en herencia una suma de dinero. No sabía cuánto exactamente, pero ya podía considerarse una heredera.
Nora brincó de alegría y lo primero que pensó fue que ya no tenía que escribir ese mentado guion. La segunda llamada fue una cubeta de agua fría cayendo a lo Bucket Challenge sobre su cabeza porque había la sospecha de que ella no estaba en el testamento. Después de un momento de tremenda desilusión, se sentó frente al escritorio y se dispuso a continuar la labor de la escritura del guion, porque si no era una rica heredera, más le valía terminar aquello.
A la segunda llamada le sucedieron muchas más. Pasó de ser pobre a ser imaginariamente dueña de una mansión con enormes jardines. Para la décima llamada se percató de la realidad: solo le alcanzaría para arreglar SU jardín. Algo que no está mal, ya que vivía en esa casa y su jardín necesitaba arreglo.
¿Qué pasó con el guion? Pues resulta que lo acabó. La película salió a la luz y el público agradecemos enormemente que el tío de Nora Ephron le haya dejado el dinero para arreglar su jardín y no el que hubiera evitado que pudiéramos disfrutar de la película ‘Cuando Harry encontró a Sally’.
Resulta que soy admiradora de Nora Ephron desde hace tiempo (sin saberlo), porque está detrás de varias comedias que admiro por su guion ingenioso (ese que me gustaría tener) como Sleeples in Seattle, Tienes un email y Julie & Julia.
La vida está llena de inconvenientes. El punto es encontrar el humor para volver la pérdida de una herencia no contemplada en un guion que te dé el triple. Y para nosotros, la perfecta comedia romántica para pasar el domingo por la tarde.