Hace unos años, descubrí un color hermoso. Un azul eléctrico que destacaba entre todos los azules eléctricos de la paleta pantone. Para quien no sepa qué es la paleta pantone es una empresa que creó un sistema para identificar los colores que existen y se van creando. Es LA REFERENCIA de cualquier diseñador, artista, etc. que trabajen cada día con los colores como ingredientes para sus obras.
Pues bien, en mi búsqueda de ese color que tanto me gustaba descubrí que su creador fue Yves Klein y que a traición a mi persona había patentado su color haciendo casi imposible conseguirlo. O pintar con el. O simplemente verlo de cerca sin pagar la fortuna que cuestan sus cuadros.
El azul Klein se volvió el protagonista de su obra. Cuadros monocromáticos, esculturas texturalizadas y objetos random eran el canva perfecto para exponer su creación.
Por aquella época los pintores abstractos eran los rockstar del momento así que no era sorpresa que solo ese color fuese el protagonista de sus diseños. Klein jugó con esculturas, fotografías, dibujos y performance con todo el azul que le podía inspirar el cielo, el mar o el espacio etereo.
Pero existe una anécdota que me encanta tanto y que creo representa el momento artístico que se estaba cosiendo en aquella época:
En 1958, Yves Klein abrió una exhibición en París para presentar su gran creación: mi amado azul Klein. Para sorpresa de los que asistieron a la galería, la sala estaba vacía y pintada totalmente en blanco. Podía parecer una mala broma. Un juego más de un artista que se sumaba a la locura del arte contemporáneo. Todos se quedaron extrañados sin saber que, en realidad, estaban en una exhibición inmersiva.
¿Cuándo se dieron cuenta? Cuando al día siguiente, comenzaron a orinar el azul Klein que habían esperado ver en la exhibición. Resulta que el astuto artista había puesto azul de etileno en los cócteles por lo que todos los asistentes que no tenían reparo en beber alcohol en una sala pintada de blanco se convirtieron en los portadores de su original creación.
Luego me dicen que faltaba creatividad en el arte abstracto. Cuando escucho eso, solo recuerdo esta anécdota y pienso que qué pasaría si al día siguiente se encontraran con ese azul Klein en su visita al baño matutina.