Un socorrista atiende a una niña rescatada cuatro días después de un potente sismo, en Kahramanmaras, en el sur de Turquía

Turquía.- Los equipos de emergencias llevaron a cabo varios rescates dramáticos en Turquía el viernes, sacando a varias personas, algunas casi ilesas, de entre los escombros cuatro días después de un catastrófico terremoto que deja más de 20.000 fallecidos.

El sismo de magnitud 7,8 remeció la región fronteriza entre Turquía y Siria, donde viven más de 13,5 millones de personas, en la madrugada del lunes. Con morgues y cementerios desbordados, en algunas ciudades los cadáveres yacían envueltos en mantas, alfombras y lonas en la calle.

Las temperaturas seguían en valores negativos en toda la región y mucha gente no tenía dónde cobijarse. El gobierno turco ha distribuido millones de comidas calientes, además de tiendas de campaña y mantas, pero todavía no ha podido llegar a muchos que necesitan ayuda.

Mustafa Turan volvió a su localidad natal, Adiyaman, desde Estambul horas después del temblor para comprobar cómo estaban sus familiares. Entre el aeropuerto y el centro de la ciudad contó 248 edificios derrumbados.

Quince de sus parientes perecieron en la tragedia y decenas de personas dormían a la intemperie o en tiendas de campaña, contó el periodista.

Por la noche, hacia las cuatro de la madrugada, hacía tanto frío que se nos congeló el agua potable”, apuntó.

La agencia turca de manejo de desastres ha confirmado 18.342 decesos, con casi 75.000 heridos. Aunque no hay cifras oficiales sobre la cantidad de gente que se quedó sin hogar, la agencia indicó que más de 75.000 sobrevivientes fueron evacuados a otras provincias.

Al otro lado de la frontera, en una Siria devastada por la guerra, se han confirmado más de 3.300 víctimas mortales, lo que eleva el total de fallecidos por encima de los 21.600.

Según los ingenieros, la magnitud de la devastación se explicaría en parte por la débil aplicación de las normas de urbanización, que algunos llevan años advirtiendo que los hacen vulnerables a los terremotos. Los expertos sostienen que el problema se ha ignorado en gran medida porque abordarlo sería caro, impopular y frenaría un pilar clave del crecimiento económico del país.

Antes del amanecer, los operarios en Gaziantep, cerca del epicentro del sismo, rescataron a Adnan Muhammed Korkut del sótano donde estaba atrapado desde el temblor del lunes. El joven, de 17 años, sonrió a la multitud de familiares y amigos que corearon su nombre, aplaudieron y lloraron de alegría mientras lo sacaban y lo colocaban en una camilla.

Gracias a Dios que han llegado”, dijo, abrazando a su madre y a otros que se acercaron a él para besarlo y abrazarlo de camino a la ambulancia. “Gracias a todos”.

Atrapado durante 94 horas, aunque no estaba aplastado, el adolescente dijo que se vio obligado a beber su orina para saciar la sed.

“Así pude sobrevivir”, añadió.

“Tengo un hijo como tú”, le dijo una rescatista, que se identificó solo como Yasemin, tras darle un cálido abrazo. “Te juro que llevo cuatro días sin dormir. Te juro que no he dormido; estaba intentando sacarte”.

Otras zonas fueron escenario también de dramáticos rescates. En la ciudad de Antakya, los equipos salvaron a una niña de 10 años durante la noche. En Iskenderun, una ciudad de la golpeada provincia de Hatay, nueve sobrevivientes fueron localizados el viernes atrapados en un inmueble.

Seis de ellos, todos miembros de una misma familia, fueron rescatados mientras continuaban las tareas para sacar a los demás.

El grupo sobrevivió apiñándose en un pequeño espacio que quedó dentro de la estructura derrumbada, dijo el rescatista Murat Baygul.

La cifra de fallecidos por el terremoto ha eclipsado a las más de 18.400 víctimas mortales del registrado en 2011 ante la costa de Fukushima, en Japón, que provocó un tsunami, y a las 18.000 que se cree que perecieron en otro temblor cerca de Estambul, en 1999.

Unos 12.000 edificios han colapsado o sufren graves daños en toda Turquía, indicó el ministro de Medio Ambiente y Planificación Urbanística, Murat Kurum.

Las imágenes aéreas revelaron la magnitud de la devastación, con vecindarios enteros de edificios altos reducidos a metales retorcidos, concreto pulverizado y cables expuestos.

Aunque los expertos sostienen que los atrapados podrían sobrevivir durante una semana o más, las posibilidades de encontrar sobrevivientes con unas temperaturas gélidas eran escasas. Mientras los equipos de emergencias y los familiares, presas del pánico, buscan entre los restos, encontrando ocasionalmente a algunos con vida, la atención comenzaba a centrarse en la demolición de las estructuras inestables.

En Kahramanmaras, la ciudad más próxima al epicentro, un centro deportivo del tamaño de una cancha de baloncesto funcionaba como morgue improvisada para acomodar e identificar a los cadáveres.

En el noroeste de Siria, los primeros camiones de ayuda de Naciones Unidas procedentes de Turquía llegaron el jueves a territorios controlados por los rebeldes en una muestra de la dificultad para socorrer a los residentes.

Por su parte, el presidente de Siria, Bashar Assad, realizó el viernes su primera aparición pública en una zona afectada desde el desastre. El mandatario y su esposa, Asmaa, visitaron a los heridos internados en el Hospital Universitario de Alepo, de acuerdo con los medios estatales.

Alepo, que es la segunda mayor ciudad del país y estaba ya marcada por años de intensos bombardeos, fue una de las más afectadas por el temblor del 6 de febrero.

El clima invernal y los daños en carreteras y aeropuertos han dificultado la respuesta. En Turquía, algunos se han quejado de la lentitud de la respuesta gubernamental, una percepción que podría afectar al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que enfrenta una dura batalla por su reelección en mayo.

En los últimos dos días, el mandatario ha visitado varias de las ciudades afectadas.

Con la mayoría de los medios de comunicación bajo control gubernamental, las televisoras se han centrado principalmente en los esfuerzos de rescate y apenas se reportan los problemas de la población de esas zonas.

La agencia turca de manejo de emergencias explicó que en las tareas de rescate participaban más de 110.000 efectivos y que se enviaron más de 12.000 vehículos como tractores, grúas, excavadoras y retroexcavadoras.

El Ministerio de Asuntos Exteriores turco señaló que 95 países ofrecieron ayuda y que sobre el terreno había ya 7.000 rescatistas de 60 países. Se espera que otras 19 naciones envíen también efectivos.

Terremoto en Turquía y Siria: Achacan a constructores desastre 

Durante años Turquía tentó al destino al no hacer cumplir las normas modernas de construcción, al tiempo que permite —y en algunos casos alienta— un auge inmobiliario en áreas propensas a sismos, advierten los expertos.

La aplicación laxa de los códigos, sobre la que los expertos en geología e ingeniería han advertido desde hace tiempo, está ahora bajo escrutinio a raíz de los terremotos devastadores de esta semana que derribaron miles de construcciones y mataron a más de 20.000 personas en Turquía y Siria.

Este es un desastre causado por una construcción de mala calidad, no por un terremoto”, subrayó David Alexander, profesor de Planificación de Emergencias de la University College de Londres.

Es bien sabido que muchos inmuebles en las áreas azotadas por los dos sismos masivos de esta semana fueron construidos con materiales y métodos inferiores y generalmente no cumplieron con los estándares gubernamentales, aseguró Eyup Muhcu, presidente de la Cámara de Arquitectos de Turquía.

Muhcu agregó que eso incluye muchas construcciones antiguas, pero también apartamentos construidos en los últimos años, casi dos décadas después que el país adaptó sus códigos de construcción a los estándares modernos. “La construcción en el área era deficiente y no firme, pese a la realidad de los sismos”, agregó Muhcu.

De acuerdo con los expertos, el problema fue en gran medida ignorado dado que abordarlo sería costoso, impopular y frenaría un motor clave del crecimiento económico del país.

Sin duda, los terremotos sucesivos que demolieron o dañaron al menos 12.000 inmuebles fueron extremadamente potentes: su fuerza fue magnificada por el hecho de que ocurrieron a poca profundidad.

El primer sismo de magnitud 7,8 ocurrió a las 4:17 de la mañana, lo que dificultó aún más que las personas lograran salir de las construcciones cuando la tierra se sacudía violentamente. Y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha reconocido “deficiencias” en la respuesta del país.

Pero los expertos han señalado que hay una montaña de evidencia —y de escombros— que apuntan a una dura realidad sobre lo que hizo que los sismos fueran tan mortales: Si bien Turquía tiene, en teoría, códigos de construcción que cumplen con los estándares actuales de ingeniería sísmica, rara vez se aplican, lo que explica que miles de inmuebles se hayan derrumbado.

En un país atravesado por fallas geológicas, a la población le preocupa no saber cuándo y dónde podría ocurrir el próximo terremoto, particularmente en Estambul, una ciudad de más de 15 millones de habitantes y que es vulnerable a los sismos.

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HLL

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