Comíamos tranquilos en una acera. Es un restaurante bastante popular de comida mexicana. Los vendedores, mendigantes, cantantes de todo, desfilaban frente a nosotros. Un niño harapiento estirando su mano detonó el tema.
¿Te imaginas como nos ven? Unos ricos perversos tomando cerveza. Si supieran -me dijo- que mis abuelos tuvieron que huir de Europa por pobres. Los míos también, le dije. Pero ahora “los ricos” son personaje central de la trama de odio, la riqueza en sí misma, prosperar también. Es mucho el veneno circulando. ¡España nos debe pedir perdón! Somos un país mestizo, es parte de nuestra riqueza. La comida del Golfo por ejemplo, el pescado a la veracruzana que él comía, lleva aceitunas y aceite de oliva. El queso relleno de Yucatán es queso holandés. La cerveza en México nació con tecnología alemana. El futbol -que hoy siguen decenas de millones- lo trajeron a Pachuca unos textileros escoceses. Algunos afirman que el primer partido de béisbol, lo jugaron los soldados estadounidenses -invasores- en 1847. Como anécdota cuentan que la “pata de palo” de Santa Ana fue usada de bat. Nos reímos. Verdad o mentira, da lo mismo, diría el Gabo.
De allí nos saltamos al vino, hoy tan común, considerado imprescindible para la evangelización y consagración. Hablamos de la discusión entre el monopolio colonial y los orígenes de Casa Madero a finales del XVI. Fue Hernán Cortés, el hoy innombrable, quien importó el vino. Por allí nos fuimos. La influencia judía en el norte, la africana en la música del golfo representada bellamente con la marimba. La lista crecía. La enorme riqueza cultural entre los pueblos originarios, sigue admirando al mundo. El arte popular también se hibridizó. Cómo explicar la marquetería poblana sin la influencia árabe. La pureza es una quimera. ¿Y en ciencia? M. Moshinsky, M. Peimbert, Sánchez Vázquez, Luis Ríus y decenas más. La presencia española, judía, armenia -José Sarukhán, uno de los orgullos de México- y muchas otras enriquecieron a la UNAM. Igual León Portilla -reivindicando lo nuestro- que Fix Zamudio impulsando los derechos humanos que no nacieron aquí, por decirlo con suavidad. Por qué odiar a la ciencia y los saberes de los otros.
Hablamos de los orígenes del Colegio de México, de la universalidad de Alfonso Reyes. De las aportaciones de Víctor Urquidi, entre ellas la demografía. También Octavio Paz o Fuentes absorbieron del mundo para bien de México. Y qué decir de las enseñanzas francesas, europeas, del Impresionismo y del Cubismo en Diego Rivera y decenas más. Por allí entraron a México Picasso, Matisse, Duchamp o Breton y otros. Como explicar a Tamayo o Felguérez sin la presencia del mundo en ellos. O en la arquitectura con apellidos como O`Gorman, Zabludovsky, Goeritz, González de León- alumno de Le Corbusier- o Pani, también su seguidor. Legorreta fue un gran embajador en el mundo de nuestra arquitectura. Le platiqué de la fantástica obra gráfica de Eduardo Terrazas, también arquitecto y también formado en el exterior. Y qué decir de Barragán y Fernando González Gortázar. Carlos Chávez viajó a Europa y conoció a Stravinsky y Schonberg. Ponce se formó en el exterior. Por qué odiar al mundo cuando tanto tenemos que aprender de otros y tanto podemos ofrecer a los otros.
Por qué odiar a los expertos, en lo que sea, si los necesitamos cada día más. El director de Litio MX, pasó por la Universidad de Michigan. Por qué odiar a los que ganan bien. Pero las instituciones que irán más allá de los caprichos de un hombre: BANXICO.
El Águila Azteca para Díaz-Canel, qué ofensa.
La resistencia ya está en todas partes. La reconstrucción nacional tendrá que reivindicar a la ciencia, al mundo, a la generación de riqueza, al bienestar. Delatar y arrinconar odios, pareciera una buena ruta.