Desde noviembre de 2012, Ismael Pérez Ordaz supo que el coordinador de los diputados federales del PAN, Luis Alberto Villarreal García, ofrecía 160 millones de recursos extras para Celaya a cambio del 35% de comisión y la asignación de obra pública a determinada constructora.
Ismael abrió la negociación personalmente e hizo creer a Villarreal que aceptaba sus condiciones. En agosto de 2013, el jefe de los legisladores panistas envió a sus 10 diputados a anunciar públicamente los 160 millones extras para pavimentar calles en Celaya.
Uno de los legisladores dijo a AM, “no teníamos ni idea de lo que se trataba. Luis Alberto nos mandó y dijo que vendría y a la mera hora llamó diciendo que ya estaba en el Aeropuerto de León pero que tenía que regresar al D.F. Envió el comunicado y nos ordenó leerlo”.
Los “enviados” se limitaron a leer una lista de 23 municipios que en suma recibieron mil millones de pesos para pavimentaciones, entre ellos los 160 millones de Celaya. “No supimos responder cuando nos preguntaban de dónde salieron los recursos o por qué unos municipios tendrían recursos extra y otros no”, confirmó la misma fuente.
El gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez, también fue invitado a dar el anuncio. Un colaborador del Mandatario reveló que Villarreal lo invitó a dar a conocer los mil millones, pero Márquez no quiso, “escuché que dijo que no quería meterse en eso, que no sabía con qué criterios se habían asignado”.
Dos meses después, en octubre, Celaya recibió los primeros 80 millones de pesos mientras que el Alcalde no resolvía de dónde sacar los 56 millones de comisión. Entraba y salía de oficinas preguntando a colaboradores cercanos si podría tomarlos del presupuesto extra autorizado por Villarreal.
“Le respondimos que no, que era imposible inflar el costo de las obras en un 35%, que tampoco podían salir de los 160 millones y que cometería un delito si asignaba la obra a una constructora, sin concurso. Él sabía que podía acabar en la cárcel si aceptaba el trato”.
Pérez Ordaz no encontraba la salida de lo que inició el 15 de noviembre de 2012.
Esa mañana, México tembló, “no se me olvida”, dijo un testigo del encuentro de Ismael con el coordinador de los diputados panistas. El Alcalde llegó a la sede del Congreso de la Unión con David Alfonso Orozco Pérez, su sobrino y actual secretario del Ayuntamiento y el síndico Vicente Caracheo Gómez.
Orozco Pérez acordó el encuentro con Luis Alberto Villarreal. Ambos son amigos desde el Senado. De 2009 a 2011, David fue asesor de la senadora Adriana González Carrillo cuando Luis Alberto era senador.
“ Ismael y David se encontraron con Villarreal al mediodía del 15 de noviembre, le dijeron a Caracheo que no podía estar en la comida y lo mandaron fuera”, precisó una fuente del Congreso.
Propuesta y negociadores
Días después de este encuentro, aparecieron en Celaya los primeros enviados de Luis Alberto: su hermano y también diputado federal Ricardo Villarreal y el diputado José Luis Oliveros Usabiaga, conocido como “Chelis”. El enlace aún era David Orozco.
En diciembre del mismo 2012, Ismael dijo a varios de sus colaboradores, en varias ocasiones, que Villarreal y Manlio (se refería a Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los diputados del PRI), le ofrecían 160 millones de pesos para pavimentaciones a cambio de una comisión de 56 millones y de asignar las obras a la empresa que le indicaran.
Funcionarios que lo escucharon respondieron que era imposible aceptar el trato, “le repetíamos que podía ir a la cárcel”, dijo uno de ellos.
Entre queja y queja ante sus funcionarios más cercanos, el Alcalde alentaba el convenio, “temía perder los recursos”, admitió Ismael en una de las seis entrevistas que concedió sobre el tema y en las que siempre encubrió a los extorsionadores.
Ismael encargó la tarea de negociar el “moche” a su secretario particular Alejandro Hernández Arvizu. Del lado de Villarreal apareció un hombre joven, bien vestido, quien se identificó como Heriberto Velásquez, de Sonora.
En la Presidencia de Celaya no sabían más datos del “gestor”; sus encuentros sólo eran con Hernández Arvizu aunque esporádicamente se le vio con el subtesorero Rogelio García Mosqueda y la tesorera Angélica Camarena Hernández
Heriberto Velásquez se comunicaba por teléfono o enviaba mails desde el siguiente correo: [email protected].
Casi al mismo tiempo, llegó otro negociador del “moche”, rudo y exigente. Se identificó como Ángel Quintero, también de Sonora. No vestía tan bien como Heriberto. Su comportamiento provocaba temor, “era malhablado, gritón; repetía una y otra vez que sus jefes Manlio y Villarreal exigían la comisión y el contrato para hacer las obras. No aceptaba negociaciones, quería los 56 millones”.
A través de un empleado del Municipio de Celaya, cercano a Hernández Arvizu, AM obtuvo el teléfono celular de Ángel Quintero.
La reportera marcó el teléfono y Ángel Quintero contestó al instante.
-Soy reportera de AM y quiero preguntarle sobre la presión que hizo usted en Celaya para que le dieran una comisión por recursos federales.
-No conozco a ningún político de Celaya, sí he ido a la ciudad a turistear. No sé nada de moches y no le voy a decir más sobre mi porque a lo mejor quiere extorsionarme, ya ve como están las cosas.
-¿Conoce usted el tema, por qué tienen su teléfono aquí, ha entrado a la Presidencia Municipal de Celaya?, insistió la reportera.
Ángel Quintero repitió: “Nada más he ido a Celaya a turistear”.
-Su teléfono es de Sonora, según la lada, ¿ahí vive?
“No voy a responder quién soy, ni dónde estoy, ni a qué me dedico”.
Así terminó la llamada.
Un hombre de cuidado
No obstante, Ángel Adán Quintero Abril fue plenamente identificado por funcionarios municipales que enmudecían al verlo pasar.
Con Ángel hubo comunicación constante vía celular y a través de su correo [email protected]. Varias veces por semana, Alejandro Hernández Arvizu, “llegaba a Tesorería diciendo que lo presionaba mucho, que ya pagaran”, comentó un empleado quien escuchó varias veces las exclamaciones del secretario particular y aclara que siempre mencionaba los dos nombres juntos: “Manlio y Villarreal”.
El mismo testigo narra que una vez escuchó a la tesorera Angélica Camarena que le respondía a Alejandro, “adviérteles que no podemos inflar precios, que debe existir un contrato por algún servicio, con factura, para sacar el dinero como gasto. La Tesorera también protestó porque era mucho dinero… tienen que bajarle… Y les mandó decir que las obras debían concursarse”.
Este colaborador municipal que describió a AM a los cobradores del moche, narró una visita de Ángel Quintero a la Presidencia.
“Eran como las 7 de la tarde cuando llegó Quintero. No estaban ni Alejandro ni Ismael pero Ángel entró a la Tesorería. Ahí se encontraban Angélica, Rogelio y la jefa del área Jurídica de la Tesorería, Ernestina Flores“.
El Alcalde no estaba en la ciudad y Alejandro venía de México.
Ángel Quintero llamó la atención desde que entró a la Presidencia y luego a la oficina de la Tesorería así que más de alguno de los empleados que se encontraba a esa hora, estuvo atento al encuentro.
“Parece que Quintero tenía prisa, dijo que tenía una fiesta, que venía de Sonora y discutió mucho cuando la Tesorera le hablaba de bajar la comisión al 20% y le pedía firmar un contrato de prestación de servicios. Los escucharon hablar recio de asignar las obras a la constructora que ellos querían”.
La respuesta de Ángel fue la misma a todo lo que decía Angélica, “no se puede, hay que repartir mucho dinero entre los jefes Villarreal y Manlio”.
Angélica no cedía y tampoco Ángel. Sólo observaban Ernestina y Rogelio y otros empleados de la oficina.
Después de casi una hora de discusión, llegó Alejandro Hernández y saludó cordialmente a Quintero. Entonces Angélica se hizo a un lado. Ángel repitió por última vez que no había rebaja del 35% ni daría marcha atrás en el asunto de la constructora.
Hernández Arvizu y Quintero salieron juntos de la oficina, “todos los que lo vimos comentamos que el sonorense es un hombre de cuidado”.
La confesión
Era octubre de 2013 cuando “cayeron” los primeros 80 millones de pesos a las arcas de Celaya. Entonces creció la presión de Alejandro Hernández. Era frecuente escucharlo decir que “tengo mucha presión, ya hay que pagar”.
A las exclamaciones de Alejandro se sumó Ismael, “está muy fuerte la presión”. La Tesorera se mantuvo firme: no hay dinero si no hay contrato.
Todavía era octubre cuando apareció nuevamente en la Presidencia Heriberto Velásquez. “Vestía impecable y era muy educado”, dijo un empleado de Presidencia quien observó que la Tesorera se sumó a la reunión.
“Velásquez dio la noticia de que aceptaban bajar la comisión al 20%, que sí firmarían un contrato de servicios y descartaban la idea de imponer constructora”.
Con el descuento, el Municipio tenía que pagar 32 millones en lugar de 56.
Heriberto Velásquez les dijo a Angélica y a Alejandro que una tercera persona, llamada José A. Cabrera Luque –quien no estaba presente-, se pondría en contacto con ellos para elaborar el contrato.
El email [email protected], quedó registrado en ese momento. Desde ese correo fueron enviados los documentos de la empresa Urichape para firmar un contrato de servicios.
Días después, “aterrizaron” los otros 80 millones de pesos en la cuenta de la Tesorería y Hernández Arvizu recibió el acta constitutiva de Urichape y las credenciales de elector de los accionistas de la misma. Todo desde el correo de Cabrera Luque.
La abogada Ernestina elaboró el contrato con los documentos y el 4 de noviembre, Ismael y Angélica estaban listos para leerlo en la junta de “precabildo”, durante la cual el Alcalde confesó la extorsión y pidió el apoyo de síndicos y regidores para firmar el contrato y pagar el “moche” de 32 millones.
Los panistas se opusieron, pero el entonces presidente interino del PRI estatal y regidor del Ayuntamiento, Rubén Guerrero Merino, justificó que se pagara la comisión.
“Seguramente externé que había que valorar las condiciones que hubiera en cuanto a cumplir con las pretensiones de la gente que le exigía a Ismael y que podría haber consecuencias… que no hubiera recursos de esa fuente para el siguiente año”, justificó al preguntarle AM sobre su apoyo al moche.
Marco Gaxiola del PRD, dijo no.
La “confesión” de Ismael trascendió de inmediato. Esa misma tarde del 4 de noviembre, Carlos Navarrete, aspirante a presidente del PRD Nacional y Marcelo Gaxiola, recibieron el reporte de Marco Gaxiola.
Navarrete instruyó a Marco:
“Dile a Ismael que vamos a apoyarlo, exigiremos que la obra la realicen constructores locales”.
El regidor perredista cumplió el encargo y como a las 6 de la tarde, entró al despacho de Pérez Ordaz.
Uno de los colaboradores cercanos a Ismael lo escuchó decirle a Marco que los extorsionadores “son Villarrreal y Manlio”.
La revelación de Ismael ante su Cabildo había sido grabada por uno de los asistentes a la reunión y se hizo pública el 13 de enero de 2014. Heriberto Velásquez Campa, Ángel Adán Quintero Abril y José Arcadio Cabrera, los cobradores del moche, plenamente identificados por AM, no han vuelto a presionar.
AM descubrió que Urichape, la empresa que propuso Heriberto Velásquez para firmar el contrato y expedir la factura de 32 millones, no existe, que al menos una de las credenciales de elector de los supuestos accionistas, pertenece a una humilde empleada que extravió su identificación hace cinco años y que los domicilios citados en el acta constitutiva están desocupados.