La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 no solo ha dejado problemas relacionados a la salud, sino que la sociedad se está viendo afectada en distintas áreas laborales, sociales y económicas.
A muchas personas, el COVID-19 les arrebató seres queridos. Nos quitó la posibilidad de ver y abrazar a nuestras familias por varios meses; de poder acompañar a las personas que se contagiaron, de visitarlos en el hospital y de pasar con ellas o ellos sus últimas horas de vida. Aspectos como hipocondría social, teletrabajo, comercio electrónico y una tarjeta de inmunidad son algunas cosas que siguen afectando a la humanidad luego de la pandemia.
Muchos especialistas coinciden en que hay sectores de la sociedad que llevan sus precauciones más allá de lo normal y lo convierten en un temor, exagerando en cada medida que se tome. Aunque, también es una oportunidad para cambiar de hábitos. Estamos en una era de desinformación, ¿le creemos a la ciencia o no? ¿Quién tiene la verdad?. Este efecto nos lleva a pensar a largo plazo, queremos estar más saludables y esto puede hacer que cambiemos nuestra forma de vivir, ser más saludables. Para asegurar que una persona esté sana, los países están pidiendo un documento médico al momento de ingresar a su territorio, con el fin de evitar la propagación de enfermedades. A propósito de ello dice alguien que sabe que seremos como mascotas cuando van a viajar que te piden el historial médico: revisarán vacunas, entre otros requerimientos. Volvemos a los datos privados. Éticamente puede ser peligroso, es como si le das tu historial médico a Facebook.
Nos hemos dado cuenta que es posible ser productivos sin acudir a la oficina, aunque hay una dualidad de que si hay más productividad o no, con ciertos ajustes y herramientas. El homeoffice se está quedando en muchos de los casos. La tecnología ha jugado un papel fundamental durante la pandemia, pues al estar en confinamiento, las clases, compras, y el estar en contacto con la familia, ha sido a través de internet. Se agrandó la brecha digital, hay dos temas importantes: las personas de la tercera edad tuvieron que entrar a la parte digital y el otro es la salud digital, ya no hay que ir al hospital.
Los negocios se vieron obligados a vender sus productos por internet y los usuarios han adoptado esta nueva forma de comprar. Los negocios ahora son online, si ves la valoración de Amazon o Mercado Libre, en los últimos meses, se agigantaron. Es un nuevo contexto, no se puede evitar.
De acuerdo a cada experiencia personal, el aislamiento ha llevado a las personas a experimentar emociones primarias, como el miedo, la tristeza, la ira, generando consecuencias fisiológicas, psicológicas y conductuales.
Investigaciones psicológicas, durante esta etapa de aislamiento señalan que las personas nos hemos encontrado ante la posibilidad de una pérdida, desde el control de múltiples factores externos hasta la propia vida, lo que intensifica las dificultades emocionales preexistentes en cada una de las personas. A pesar de que hemos estado inmersos en escenarios donde la angustia, la frustración, la apatía, el aburrimiento, la soledad y la desesperación fungen como emociones protagonistas. Afortunadamente también se ha dado cabida a experimentar emociones positivas, gratitud, esperanza, optimismo, teniendo la capacidad de adaptarnos, logrando transformar la situación negativa.
La psicoterapia brinda a la comunidad los siguientes consejos para manejar estos efectos:
Céntrate en lo positivo, adopta medidas para abordar las emociones desagradables, mantén contacto con familiares, amigos, compañeros de trabajo. Es importante aceptar que cada uno tiene sus propios tiempos. Si bien no se puede evitar que ocurran eventos de mucha tensión, si se puede cambiar la forma en cómo se interpretan y reacciona ante ellos. Identifica alguna situación que sobrepase las reacciones normales y esperadas; si puedes acude con profesionales especialistas, como: psicólogos, psicoterapeutas y psiquiatras, teniendo presente que la distancia es física, no emocional. Todas las emociones que experimentamos son válidas. Sin embargo, debemos ser conscientes de lo que impacta la forma de manifestarlas.
Necesitamos empatía y conciencia para poder cuidar al otro y al mismo tiempo cuidar de uno mismo. No actuemos desde la desesperación y el hartazgo, sigamos siendo precavidos, tú me cuidas, yo te cuido”.
Queda una semilla de generosidad y solidaridad que también nos deja la pandemia. Sólo entre todos podemos salir adelante.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
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