Hugo Villalobos

León, Guanajuato – Cuando yo era niño y vivía muy cerca de aquí,  un hombre ya mayor visitaba nuestra casa,  subía fatigosamente la escalera, pedía pasar al comedor y permanecía por espacio de 10 minutos observando una pintura que colgaba de la pared. Salía al patio y se despedía de mi mamá no sin antes decirle: “Faltaron muertos, Elvirita”.

El personaje en cuestión era el maestro Lázaro Zambrano, a quien mi papá le había comprado el cuadro en el que inmortalizó los acontecimientos del 2 de enero de 1946 en esta plaza y que observó desde el balcón del Casino de León situado entonces en la planta alta de lo que hoy es el Pasaje Catedral. 

Como saben, ese día una multitud de personas protestaba la imposición del doctor Ignacio Quiroz, candidato del PRM a la Presidencia Municipal, aduciendo fraude electoral y reclamando la victoria de don Carlos Obregón, postulado por la Unión Cívica Leonesa. 

El coronel Cano Martínez dio la orden: “¡Fuego!”, y, desde la azotea del Palacio Municipal, las tropas dispararon contra los manifestantes. Murieron muchas personas…, hombres, mujeres y niños. 

Los acontecimientos levantaron airadas protestas en diversas partes del País. El gobernador Ernesto Hidalgo fue depuesto por la Secretaría de Gobernación, por mandato del Presidente de la República, el general Manuel Ávila Camacho, y se instaló una Junta de Administración Civil.  El reclamo era que las garantías individuales de nuestra Constitución habían sido violadas, y la Suprema Corte de Justicia nombró a dos de sus ministros  para hacer una investigación de lo sucedido.

La  pintura recoge el dramatismo de la tragedia: se aprecian los destellos de las metrallas situadas en la azotea del Palacio Municipal, una multitud corriendo despavorida, muchos cuerpos sangrantes en el piso, varias personas que cargan un ataúd negro con las siglas del partido dominante entonces, personal de la Cruz Roja levantando heridos, un anuncio luminoso de cerveza en la azotea del portal Guerrero.

¿Qué les diríamos hoy a esos muertos, a esos mártires de la democracia?

Que hoy estamos aquí para honrar su memoria defendiendo la democracia que nos legaron y que costó su vida, y que, como a ellos, los que estamos aquí y muchos más nos une el amor a la libertad, a nuestra libertad y a la de los demás. 

Les platicaría que en Guanajuato nos dimos una reforma política en 1994, con el respaldo de todos los partidos de entonces, con un órgano electoral autónomo y ciudadano responsable, de organizar las elecciones, desterrando  los fraudes electorales y  garantizando nuestro derecho a elecciones legales y limpias. 

Las buenas experiencias tenidas aquí en Guanajuato y en otros estados condujeron dos años más tarde a la ciudadanización plena del Instituto Federal Electoral de entonces, INE ahora,  ya sin la participación del Gobierno.  Les diría a esos muertos que a partir de entonces nuestro voto cuenta. Que ya no tenemos conflictos  electorales como el que acabó con sus vidas, que no ha vuelto a sonar la metralla. 

Les diría también que estamos seguros de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación custodiará los derechos que la Constitución nos da como mexicanos.

También les platicaría que los partidos políticos nos han quedado a deber, que deben abrirse y tomar en cuenta a la sociedad. Que una democracia fuerte se construye con ciudadanos activos y exigentes. 

Les comentaría que hoy remachamos los clavos del ataúd de los partidos únicos. No más discursos ni de un solo partido, ni de un solo hombre. La fuerza vital de nuestra sociedad está en la pluralidad.

 Y hoy, nuestra marcha lo confirma: somos capaces de caminar juntos en orden y paz, de voltear a vernos y reconocernos, de compartir sueños y sin miedo gritar: “El INE no se toca”. 

No se toca porque es nuestro. 

No se toca porque no permitiremos que se nos quite el derecho a votar libremente.

No se toca porque es en democracia como podemos convivir en paz y crecer para tener una sociedad más justa.  

A estos muertos les diría finalmente que su sangre derramada en esta plaza abonó las raíces que nos mantienen de pie y con la frente en alto, que hoy nos hace exclamar: “A esto vine, a defender al INE”.

 Y gritar claro y fuerte para que se oiga lejos:

 “ESTA PLAZA NO SE RINDE”.

“ESTA PLAZA NO SE RENDIRÁ JAMÁS”. 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *