Ojalá que los trabajadores de Caasim no tengan que esperar hasta la madrugada y llenar tinas, cubetas y tambos con un “chorrito de agua” si bien les va; ojalá que no dejen de bañarse uno o dos días con la finalidad de que alcance para todos los integrantes de la familia.
Ojalá que no se vean en la necesidad de instalar una bomba a escondidas de Caasim, donde trabajan, claro, para extraer el líquido de las tuberías que no sube por falta de presión; que no tengan que rogar para convencer al operador de una pipa que no quiere subir a la azotea con tal de llenar el tinaco.
Tampoco ojalá que nunca tengan que pelearse con el vecino que, desesperado por la falta de agua, se robó el líquido que uno tanto cuida, pero ni así le alcanza y ahora anda buscando una pipa que no le cobre caro.
Ojalá que estos trabajadores de Caasim no deban acudir a las oficinas de Caasim, donde laboran, por supuesto, para levantar un reporte por falta de agua y que no sean atendidos o que los traten mal o que prácticamente los echen de sus instalaciones entre groserías.
Ojalá que los trabajadores de Caasim nunca, pero nunca, tengan que cerrar un bulevar para exigir agua potable en sus casas. Que no deban portar la misma ropa durante varios días, dejar de usar platos, sartenes y cucharas.
En qué momento el desabasto de agua en Pachuca, que siempre ha existido en la zona metropolitana, se convirtió en una crisis recurrente de la actual administración y una obsesión para aquellos que la padecen.
Pasamos sin darnos cuenta de los tandeos de una vez a la semana, de los cortes que duraban horas o días, a meses sin el servicio y el desabasto avanza entre las zonas populares de la ciudad.
La Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales (Caasim) anunció el sábado pasado que varias colonias y fraccionamientos de Pachuca se quedarán sin el servicio debido al cambio de una tubería.
Sin embargo, varias colonias actualmente contempladas en el anuncio de Caasim ya no tenían líquido desde hace meses previo a las reparaciones.
El enojo crece ante la falta de sensibilidad de los funcionarios de Caasim, quienes seguramente si tienen agua en sus viviendas. Los bloqueos de vialidades son constantes y no llega la respuesta del gobierno que disipe dudas y especulaciones.
Al desabasto de agua potable se suma el embargo de los autobuses que recorrían la vía Téllez-Hospitales que fueron sustituidos por vagonetas cuya capacidad no garantiza el servicio de calidad para los diez mil usuarios de esa ruta.
Los autobuses permanecen guardados en la estación de Téllez mientras los usuarios recienten el servicio. Ni agua ni transporte de calidad y van tres meses del actual año.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo