Después de su aplaudida participación en la ópera “Aída”, de Giuseppe Verdi, en febrero pasado, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) regresó con gran éxito al Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña el sábado 11 de marzo, con un concierto dedicado al mar.
Bajo la batuta de su director titular, Roberto Beltrán-Zavala, el conjunto logró que el público se adentrara en el maravilloso universo sonoro del mundo náutico, gracias a la interpretación emotiva de la “Obertura” de “El holandés errante”, de Richard Wagner; los “Cuatro interludios marinos”, de Benjamin Britten, y la obra que dio nombre al programa: “El mar”, de Claude Debussy.
Ante un teatro lleno, el evento inició con un mensaje de una de las integrantes de la orquesta, con motivo del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo. A nombre de la OSUG, la joven violinista refrendó el apoyo a la defensa de los derechos humanos de las mujeres en el país.
Luego del breve discurso, el director Roberto Beltrán-Zavala dio comienzo al concierto con una lectura discreta y brillante de la “Obertura” de la ópera romántica “El holandés errante”, del compositor alemán Richard Wagner.
Durante la interpretación de la partitura, la sección de viento-madera destacó por su conmovedora manera de tocar un fragmento de la “Balada de Senta”, parte de la ópera en la que la hija del marinero noruego Daland sueña con salvar al navegante holandés, que vaga por el mar sin descanso.
Aunque el tempo se mantuvo constante, Beltrán-Zavala acertó en disminuirlo al final de la obertura para aumentar la fuerza dramática de la obra. También el grupo de viento-metal tuvo una intervención relevante en la ejecución del terrorífico motivo principal.
Reviven tragedia de Peter Grimes
La velada continuó con los “Cuatro interludios marinos” de la ópera “Peter Grimes”, del compositor inglés Benjamin Britten, que narra la trágica historia de un pescador acusado de haber asesinado a su aprendiz en el mar, en un pueblo costero ficticio del este de Inglaterra.
La OSUG pudo evocar los ambientes de los cuatro entreactos con cabalidad, desde la calma y misterio del “Amanecer”, recreados por el sonido brillante de los violines, hasta el bullicio de los habitantes de Borough que se dirigen al templo un domingo por la mañana, acompañados por el canto de las aves imitado por las flautas.
Además, la orquesta consiguió transmitir la serenidad del tercer interludio, “Luz de luna”, y gracias a un manejo eficaz de la dinámica, el desarrollo de la pieza fue interpretado con gran expresividad hasta alcanzar un emocionante clímax.
El momento de enorme intensidad dramática llegó con el cuarto episodio, “Tormenta”, en que los violinistas lucieron un sonido brillante, mientras que los miembros de las secciones de percusiones y metales enfatizaron el sufrimiento del personaje de la obra. El final del movimiento fue impactante.
Entre la calma y la tempestad
Tras el intermedio, la OSUG cerró el programa con una de las obras más revolucionarias del siglo XX por sus innovaciones armónicas: “El mar, tres esbozos sinfónicos para orquesta”, del compositor francés Claude Achille Debussy.
Durante la lectura de toda la partitura, Roberto Beltrán-Zavala condujo a la orquesta con suma precisión y equilibrio, lo cual contribuyó a que cada uno de los temas y motivos del complejo entramado polifónico se escuchara con claridad.
Por ejemplo, en el primer apunte sinfónico impresionista, titulado “Del alba al mediodía sobre el mar”, sobresalieron las breves apariciones solistas de la trompeta, el corno inglés, el oboe y el violín. A lo largo del movimiento fue inevitable sentir el balanceo de las tranquilas olas en la mañana. Asimismo, la conclusión resultó hermosa y deslumbrante como el sol del mediodía, con el sonido fuerte de los metales.
Luego del cambiante, exótico y animado “Juego de olas”, la OSUG dio vida al impetuoso “Diálogo entre el viento y el mar”. A pesar de las imprecisiones de algunos músicos y de un tempo excesivamente lento hacia el final del movimiento, la orquesta logró evocar la batalla entre aquellas dos fuerzas de la naturaleza.
Sin duda, el público quedó conmovido con la lectura refinada y entrañable de la obra y aplaudió a la orquesta durante más de cinco minutos, por lo que el director Roberto Beltrán-Zavala regresó dos veces al escenario para agradecer la gran ovación.