Celaya, Guanajuato.- Víctor y su esposa, quienes son los únicos organilleros que quedan en Celaya, señalan que apenas se están recuperando después de los estragos de la pandemia y de algunas medidas que obstaculizaron su trabajo.

Son más de 15 años desde que Víctor llegó de la Ciudad de México, gracias a que conoció a Blanca, quien sí es originaria de la ciudad. 

“Me amarró aquí, yo nada más venía por un tiempo a Celaya y ya no me dejó regresar”, contó con el buen humor que caracteriza a Víctor. 

Desde entonces, ambos se han dedicado a este noble oficio que requiere muchos sacrificios, como tener que aguantar las inclemencias del clima y malos tratos de algunas personas.

Viven tiempos complicados

Hace dos años vino la pandemia, nos embarazamos y no podía venir a trabajar, luego el municipio se puso muy exigente con nosotros en los cruceros y no podía trabajar. La pasamos muy difícil, apenas ahorita nos vamos recuperando de esa crisis”, contó. 

Esto debido al programa de ‘Crucero Seguro’ que impide a las personas pedir dinero o ser vendedores en las paradas de los semáforos. 

Lo que ha llevado a que algunas veces elementos de seguridad retiren a personajes que muchos ciudadanos consideran que son parte de la cultura de Celaya, como le pasó a él en el 2020. 

“Es mi profesión, de mi trabajo sale para mantener a mis tres pequeños, a nuestra familia, es difícil cambiar de trabajo. Seguiremos con esta labor”, afirmó.

Si bien, a Víctor le encanta ser organillero y se alegra mucho cuando las personas aprecian escuchar la música del instrumento que tocan, espera que sus pequeños se dediquen a otra actividad a pesar de que esto mantenga la tendencia a desaparecer con este oficio.

jpatino@am.com.mx

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