Estados Unidos.- Al final no fue ninguna de las grandes cuentas pendientes con la justicia la que ha acabado tumbando a Donald Trump, ni su papel en el asalto al Capitolio, ni el probado fraude fiscal de su emporio, condenado en diciembre en Nueva York; ni siquiera haberse quedado con documentos clasificados tras abandonar la Casa Blanca.
El pago de dinero negro para tapar una aventura extramatrimonial en 2006, cuando su esposa Melania se recuperaba del nacimiento del hijo de ambos, será el motivo que lleve a Trump ante la justicia.
Una causa menor en comparación con el resto, un asunto de alcoba, pero suficiente para hacer del republicano el primer mandatario de Estados Unidos, activo o retirado, que se siente ante un tribunal.
También el primer candidato presidencial, en su caso a la reelección en 2024, que arrostre cargos penales durante una campaña sobre la que se proyecta la sombra de la justicia.
Un gran jurado de Nueva York votó imputar al expresidente republicano en la causa por el pago secreto de 130 mil dólares a la actriz porno Stormy Daniels.
El supuesto pago fue a cambio de su silencio sobre una supuesta aventura que, de conocerse, habría dinamitado sus aspiraciones presidenciales, dado que el presunto soborno abortó el escándalo en el tramo final de la campaña.
El republicano, que ha negado repetidamente la relación, reaccionó con su consabida verdad alternativa, la de que es objeto de una “caza de brujas” por parte de sus rivales demócratas, ”estos matones de la izquierda radical”, como los definió en un mensaje publicado en su red social.
Esto es un ataque a nuestro país que carece de precedentes”, escribió, en virulentas mayúsculas, en Truth Social. “Estados Unidos es ahora una nación del tercer mundo en serio declive. ¡Qué triste!”.
La acusación concreta, con el sello de la oficina del fiscal Bragg, probablemente se anunciará en los próximos días. Se da por hecho que, entre bambalinas, la fiscalía está negociando la entrega voluntaria de Trump.
Si este la acepta, se podría producir la imagen inédita de un expresidente, acompañado por agentes del servicio secreto, mientras es fotografiado y se le toman las huellas dactilares en un juzgado.
¿Y ahora qué sigue?
No existe un manual para fichar a un expresidente que cuenta con protección del Servicio Secreto. Los agentes tienen la misión de proteger a expresidentes, a menos y hasta que ellos digan que ya no los necesitan. Trump ha mantenido a su escolta de seguridad, por lo que los agentes tienen que estar a su lado en todo momento.
“Esto será algo extraordinario”, dijo Jeremy Saland, un abogado defensor y exfiscal de Manhattan.
Si Trump se entrega tal como se tiene previsto, se puede esperar un proceso cuidadosamente coreografiado y relativamente rápido, así como una liberación sin necesidad de fianza (lo cual es frecuente en Nueva York), con un énfasis en la seguridad. Es poco probable que un expresidente sea llevado esposado por la acera o que camine en medio de una multitud hacia el tribunal, pronostica Saland.
“Es un foro público, pero la seguridad también es primordial”, resalta.
Si los acusados son notificados de una acusación formal o un arresto inminente, a menudo organizan su entrega. Hacerlo puede facilitar el proceso y reforzar su argumento de derecho a fianza al demostrar que no están evadiendo el caso.
Por ejemplo, cuando el ex director financiero de la compañía de Trump, Allen Weisselberg, fue encausado en Manhattan por cargos de fraude fiscal en 2021, pudo entregarse en una puerta lateral del tribunal antes del inicio de la jornada laboral habitual.
El objetivo era “reducir la posibilidad de que la entrega se convirtiera en un circo mediático”, escribieron sus abogados en un documento ante la corte.
Pero un arresto programado sigue siendo un arresto. Los acusados deben entregar sus celulares y cualquier otro artículo personal para su resguardo (y, en ciertos casos, como evidencia potencial), y por lo general los abogados no tienen permitido acompañar a sus clientes durante todo el proceso. Los abogados suelen aconsejar al acusado que no lleve muchas cosas y permanezca callado.
“No hagas ninguna declaración. Porque tú crees que estás ayudando a tu causa, pero ellos pueden usar esa declaración en tu contra, porque te dejas llevar por el momento, te pones nervioso”, dijo Gianni Karmily, abogada defensora con práctica en la ciudad de Nueva York y Long Island.
Muchos de los arrestos en la ciudad de Nueva York no se planean previamente. Esa puede ser una experiencia completamente distinta para un acusado, incluso uno famoso.
Mantiene otros cargos
Es tan amplio el frente judicial que afronta Trump que el presidente Joe Biden nombró en noviembre a un fiscal especial, Jack Smith, para supervisar todas las investigaciones que le implican.
En todos los casos, empezando por el de Daniels, el candidato republicano a la Casa Blanca en 2024 ha negado la mayor. Sobre el fiscal Bragg, Trump escribió el pasado día 18 en su red social, Truth Social, que la oficina que dirige el demócrata es “corrupta y altamente politizada”.
Como tinta de calamar, ha arremetido también contra la fiscal del Estado de Nueva York, la demócrata James, asegurando que es objeto de una “caza de brujas”, es decir, de una persecución política motivada por los intereses de la que fuera en su día candidata a gobernar Nueva York.
A sus acusaciones habituales ha añadido este jueves la de “interferencia electoral” en una caza de brujas que, asegura el magnate, “acabará volviéndose en contra de Joe Biden”. El actual presidente no ha hecho pública aún su intención de presentarse a la reelección en 2024.
La supuesta motivación política que Trump y sus abogados echan en cara a Bragg y a James es el principal argumento en manos de los republicanos. Una munición que usan para exonerar de toda culpa a su jefe de filas y que puede ahondar en la polarización social y política del país que dejó como principal legado el exmandatario.
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