Sus manos, jóvenes en años, pero veteranas en experiencia, meten y sacan con maestría el hilo sobre la tela que previamente ha dibujado con lo que finalmente será un bordado fino, único, hecho con el amor que pone en cada una de sus creaciones.

Se llama Marilú, tiene 30 años de edad y 22 de ser creadora de una de las artesanías mexicanas más difundidas y reconocidas a nivel mundial: el tenango. 

Ella es una de cientos de bordadoras y bordadores de la Sierra Otomí-Tepehua y está orgullosa de crear bordados en camisas, blusas, pantalones, vestidos, en cualquier superficie de tela que invade con los colores de sus creaciones que llevan el nombre y espíritu de su pueblo. 

OBRAS ÚNICAS

Sí… Tenango de Doria es mucho más que el nombre del municipio, es el nombre de los bordados creados en los sesenta por doña Josefina Tavera, que a partir de la necesidad de alimentar a sus hijos desarrolló obras de arte únicas. 

“Ningún tenango es idéntico, ni siquiera igual a otro, porque cada uno se pinta previamente en la tela para después bordarlo, ya sea por nuestra imaginación o por un encargo específico que nos hagan”, cuenta Marilú.

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Como muchos en su pueblo, ella empezó a bordar para contar con un ingreso económico, pero también porque le gusta saber que alguien portará una pieza que creó totalmente con su imaginación, trabajo y talento. 

Cada pieza es una obra de arte itinerante, pues cada prenda de vestir se mueve por donde su portador lo hace. 

Desde su casa, Marilú agita la mano en despedida temporal.

“Por acá le esperamos… anímese, para sacarle la medida y se haga su camisa con tenangos”, le dice a este reportero, con una voz muy suave, como las telas y los hilos con los que trabaja.

PIDEN PAGO JUSTO

El 8 de abril, en celebración del Día del Tenango, se llevó a cabo el festival cultural con venta directa del productor, junto con eventos artísticos que celebran a los pueblos originarios y sus creaciones. 

Ahí está Felipe, en la plaza central del municipio, en espera de la llegada de clientes mientras trabaja con la tela, hilos y la rueda de madera, creando otra obra de arte itinerante.

“Vienen, preguntan y muchos regatean… y pus uno sí hace esto porque le gusta, pero también son muchas semanas que se invierten para hacer un bordado y lo único que pedimos es un pago justo”.

PROMESAS POLÍTICAS INCUMPLIDAS

En el caminar entre los puestos y con la música del huapango de fondo, el encuentro es ahora con Patricia, una mujer de 39 años que también sabe lo que es el bordado, sus satisfacciones y dificultades, desde los siete años de edad.

“Uy, aquí (a Tenango de Doria) han venido infinidad de funcionarios y políticos a tomarse fotos, a prometer que ora sí van a proteger nuestras creaciones, que nos las van a pagar bien”.

Ella se refiere a lo ocurrido, por ejemplo, con una empresa textil internacional de alta costura, cuyos representantes compraron algunas piezas y luego las reprodujeron sin darles pago extra alguno, ni crédito. 

También se refiere a la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, que en un evento realizado en Tula hace tres años aseguró que negociaban mejores condiciones sociales y económicas para los bordadores.

Pero hasta la fecha, ningún bordador, ningún grupo organizado de artesanos ha platicado con la funcionaria. Ni siquiera la conocen, aseveran.

Rubén, otro bordador con 55 años de edad y 40 de ellos de trabajo, espera que la actual administración estatal cumpla tanto con la apertura del centro cultural para Tenango de Doria, como con la protección de las obras artesanales.

“A uno le gusta que reconozcan lo que uno hace, pero pus también es necesario que ese reconocimiento sea con un pago justo”, dice, con una gran sonrisa que refleja su esperanza de tener una mejor condición de vida por las creaciones que realiza. 

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VIDA LLENA DE COLOR 

Caminar entre los puestos con bordados, todos únicos, todos bellos, reflejan que mujeres y hombres siguen creando tenangos porque tienen necesidades económicas, pero también porque son artistas y los artistas son generosos.

La simple vista es insuficiente para almacenar en el alma las flores, los pájaros, los venados, todas esas creaciones, todas las telas con imágenes únicas y bellas.

Mientras queda atrás la algarabía de la gente reunida para celebrar al tenango, resuenan en la mente las palabras compartidas por Marilú:

“Los tenangos son color… y la vida se vive a colores”.

 

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