Una vez más, Taxco está a la espera de ser redescubierta. Ya hay casi tantos hoteles como en Ixtapa.
No son tan grandes porque Taxco no tiene playas, pero sí hay más restaurantes de lo que puedes probar en un día o dos, que es tiempo muy suficiente para disfrutar de Taxco.
La pregunta podría ser, ¿cómo pudo el lugar atraer más turistas que Ixtapa o Cancún en cierto momento? Pues es que en los días de gloria de Taxco -en los 1950- nadie había oído hablar de Ixtapa o Cancún. Es más, ni siquiera había un hotel allá.
Fue entonces cuando los viajeros internacionales llegaron a México, atraídos por el glamour acapulqueño.
Para llegar al puerto tenían que volar primero al DF, aunque había disponibles vuelos, las agencias de viajes preferían que sus clientes pasaran un día o tres en la capital y luego trasladarlos en autobús a un resort sobre la playa, después de pasar al menos una noche en el tranquilo y pintoresco Taxco, que cobró interés por sus tiendas de plata.
Como antaño, hay talleres y tiendas, pero ahora hay mucha más oferta, de aventura en los alrededores: rappel, tirolesa, escalada, espeleología y recorridos en ríos subterráneos.
Y exposiciones en el Museo de Arte Virreinal, conocido como la Casa Humboldt, y en la Casa Borda, que ahora es el Centro Cultural de Taxco, casi diario se llevan a cabo eventos sociales y culturales.
Con el proyecto Ciudad Luz, cada tarde, a partir de las 19 horas, los visitantes atestiguan cómo se ilumina la Parroquia de Santa Prisca, el Cristo del Cerro del Atache, la plaza del ex Convento de San Bernardino, la plaza Borda, el Acueducto, y la estatua monumental de Cristo, ubicada en el cerro de Atachi, el mirador más hermoso de la ciudad.
La plata atrajo a Taxco sus primeros descubridores. En 1524, la Hacienda de Chorrillo fue la primera en América erigida para fundir la plata. Hernán Cortés dio la hacienda a tres de sus hijos, y en el lugar ahora hay un campus de la UNAM.
Con el descubrimiento de otras vetas, Taxco fue casi olvidado durante 200 años, hasta que José de la Borda lo redescubrió.
De la Borda supuestamente se cayó de un caballo y aterrizó en una veta de plata. Se convirtió en el hombre más rico del Virreinato, y pagó la construcción de la estructura emblemática de Taxco, la iglesia de Santa Prisca.
En 1760, el personaje abandonó el pueblo, supuestamente tras haber exprimido todas las reservas de plata accesibles a él, pero después de casi 200 años más Taxco fue descubierto de nuevo, y de nuevo por un extranjero: William Spratling, un profesor de la Universidad Tulane en Nueva Orleans, compañero de departamento de William Faulkner y amigo y promotor de Diego Rivera.
Se estableció en Taxco en los años 1930 y comenzó a diseñar alhajas.
El momento era ideal: con la Segunda Guerra a punto de estallar, pronto Spratling estaba exportando a los Estados Unidos cuando nada de Europa estaba disponible.
El nombre cobró fama, y los turistas querían su taller, incluyendo a personajes como Jack y Jackie Kennedy.
Cuando Spratling murió, en 1967, el turismo en Taxco declinó de nuevo. Los vuelos internacionales comenzaron a llegar directamente a Acapulco, y Acapulco era a donde todos querían ir.
Fue cuando todo empezaba a cambiar en la industria, y cuando el gobierno comenzó ver fluir los dólares a Acapulco; se decidió, claro, que lo que México necesitaba eran más Acapulcos.
Ahora los promotores declaran que México necesitamás Taxcos, aunque hasta que suceda el gran redescubrimiento, este destino aún es muy encantador, y mucho menos caro que cualquier lugar de playa.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *