Quisiera decirte que en esta vida cada quien juega el papel que se le asignó, que no hay necesidad de buscar en otro sitio, que todo gira armónicamente a la perfección, pero mis palabras resultarían falsas y ambiguas. Salvo honrosas excepciones, sucede así, también hay casos como el tuyo o el mío, probablemente de muchos, aunque ya vez, siempre que sale un tema escabroso como éste, se suele caer en muchas negaciones. 
Habrá quien te diga, que siempre ha brillado el sol, que todo fue pura felicidad, paz y unión.  Pero tú y yo conocemos las relaciones humanas, así como los odios gratuitos, las almas mezquinas y envidiosas. Hemos asimilado en carne propia, que el amor no se obliga aunque tengamos los mismos apellidos. Por contraparte, la vida sabia, nos va compensando por el camino, y les damos el título honorario a otros seres que no están en nuestro ADN, y no hay rastro de sus huellas cerca de nuestro árbol genealógico. 
Puede llegar a ser tan fuerte e indisoluble este lazo voluntario, que sólo podemos sentirnos agradecidos por encontrar esas almas similares, puesto que podemos tomar su brazo y caminar confiados, otras, ellas toman el nuestro cuando se sienten vencidos. A veces, nos prestan sus oídos sabios para contener ese manantial de palabras que necesitan ser escuchadas, retroalimentadas y comprendidas, porque en la observancia de su mirada espejo, nos sentimos tranquilos, algo similar a dejar el mar revuelto llegando a un puerto seguro.
¿Será que en esta ley de compensaciones, encontramos el respeto y la valía que nos arrancaron a girones, con la impudicia y el descaro de quien cree tener derecho a juzgar?  También sabemos, que si nos fuera permitido escoger con antelación, no habríamos dudado en decir sus nombres.
Y ahora sucede que te sientes triste por esa partida que te sorprendió, porque, ¿quién está preparado y dispuesto a dejar ir así, de improviso? No, primero tenías  que asimilar poco a poco la partida, darle razones poderosas a ese corazón tuyo que se alegraba con sus bromas y su compañía, ¿cómo le vas a hacer entender que ya no será posible?
De haber estado en tus decisiones, seguramente lo hubieras nombrado hermano, pero le llamaste amigo, porque te compensó lo que la sangre te negó. Sobre esto no hay nada escrito, aunque tampoco es un misterio, ya que a varios nos pasa lo mismo. Pero no debo de hacer generalizaciones, porque hay lazos irrompibles a los que no tengo que compensarles nada.
Es difícil adentrarse en los misterios del corazón, porque todos funcionan distinto, y aunque laten para mantenernos vivos, no forzosamente sienten lo mismo. ¿Qué vamos a hacer ante esta disyuntiva, desgarrarnos las vestiduras o aceptar los remplazos? Yo, opto por lo último. 
Lo extraordinario de estas compensaciones, es que el hallazgo se da por contrapartida, ya que en esta simbiosis, los dos reciben la misma medida. Es difícil explicarte esas cosas extrañas que son de difícil comprensión, pero puedo asegurarte que la medida fue la misma, la que diste, la que recibiste.
Estas leyes, no están escritas en ningún libro, no llegan por paquetería ni se piden prestadas, simplemente las escribe la vida sobre nuestros pasos, las dicta mientras vamos caminando.

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