¡Vaya semana! El gobernador del estado decidió erigir como precandidata oficial a la gubernatura a su secretaria de gobierno. Desoyendo un prudente consejo, decidió volver a transitar el mismo sendero de los sexenios anteriores, ungiendo como secretaria de Desarrollo Social y Humano a Libia García, en lugar de declarar su imparcialidad respecto a la competencia interna del Partido Acción Nacional. 
Diego Sinhue Rodríguez ha cargado los dados a favor de una competidora. ¿Por qué se le ubica en la secretaría encargada de repartir dádivas y tarjetas que promueven la grandeza? ¿Qué secretos guarda esa entidad, para identificarla como el trampolín natural hacia la gubernatura? Porque en principio la Secretaría de Gobierno sería la ubicación más destacada, ya que es la número dos de la jerarquía estatal. La posición natural debería de ser la que desempeñaba Libia García. 
¿A qué se debe el cambio? ¿Preveían borrasca en la zona del gremio notarial? ¿Se evidenciaría el descuido en los registros públicos de la propiedad? ¿Los taxistas estaban a punto de levantarse en pie de lucha? ¿Se avizoraba una disputa desigual entre la funcionaria y un grupo de diputadas provida, decididas a resistir la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con respecto a la criminalización de las mujeres que abortan? Hay temas sensibles que acosaban a la secretaria.
Comparemos ambas entidades. Si analizamos la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, encontramos en su artículo 23 que la Secretaría de Gobierno posee ¡35 atribuciones! Entre ellas la de conducir las relaciones con los demás poderes y la coordinación con autoridades federales y municipales. Su función final: labrar un ambiente de gobernabilidad en la entidad. En el artículo 26, la Sedeshu posee solo 14 funciones, las más importantes “el combate efectivo a la pobreza” y el desarrollo integral de la población, materias incumplidas que revelan mal diseño y administración deficiente de políticas públicas, hasta ahora. 
El embrujo de la Sedeshu habrá que desentrañarlo. Comenzaríamos por decir que se trata de una secretaría con interrogantes en el cumplimiento de sus funciones, que cualquier mal pensado se atrevería a cavilar que esta área gubernamental se ha convertido en un ente dedicado a la clientelización de los ciudadanos, para intentar condicionarles el voto en favor del gobierno. ¿Serán tan solo malos pensamientos?
Demos una vuelta de tuerca a la reflexión. Quizá tantos años de distorsión en el funcionamiento de la Sedeshu sean la explicación de que Guanajuato muestre pésimos resultados en el combate a la pobreza. Por lo pronto el 44.5 % de su población, según el Ceneval, se encuentra en la indigencia, superando a la media nacional. Esta realidad resulta incomprensible en una economía pujante y exportadora. ¿A qué va una precandidata a una secretaría con tan graves retos y pocas oportunidades de lucimiento? ¿Ya midieron que solo podrá permanecer en esa posición seis meses?
Pero el asunto de la pobreza en Guanajuato presenta un sesgo todavía más cruel. León, el centro económico de la región, es la meca de la pobreza urbana, convirtiéndose en la ciudad con mayor concentración de depauperados. Una correcta acción debería considerar un programa especial para la ciudad, que combinara el esfuerzo de la intrigante Sedeshu con la autoridad municipal, en manos de la alcaldesa Alejandra Gutiérrez, precisamente la principal retadora a la candidatura en juego. Trastadas del destino, siempre cruel.
¿Se fijan? Por eso la política es un arte, no apto para arribistas e improvisados, que recalan en el entorno del gobernador, solo con el atributo de una lealtad indigna. ¿Pensaron en esto los soberbios y picudos estrategas del Paseo de la Presa?
Porque para rematar, la investidura de precandidata oficialista al gobierno del estado contiene un potente veneno. Radicaliza posiciones, divide a los grupos, reviste de una génesis autoritaria la nominación de la nueva secretaria de Desarrollo Social, respaldada por una burocracia interesada en su sobrevivencia, a cualquier costo. En este juego de intereses y grupos, habrá respaldos y recursos, pero también resentimientos y venganzas. A esta dinámica se aplica el dicho popular que reza así: “El amigo de mi enemigo es mi enemigo”. 
Al verse rodeada y cercana a la burocracia dorada que hoy acoraza al gobernante guanajuatense, Libia García sumará también todas las tirrias, resabios y revanchas generadas por el actual círculo gobernante. Y créanmelo, son muchas y muy lesivas. A contrapelo de lo que creen habrán multiplicado a sus enemigos. ¿Qué necesidad?

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