Celaya, Guanajuato.- Investigadores de Celaya en Ingeniería Genética buscan transformar la estructura de los cultivos agrícolas a fin de lograr especies más resistentes a los cambios climáticos, con el mismo rendimiento frente a los pronósticos de sequía.
La doctora Anareli Quintero Jiménez, investigadora y docente de la Universidad de Guanajuato (UG) en el Campus Celaya-Salvatierra, en colaboración con el doctor Gabriel Iturriaga de la Fuente, del Instituto Tecnológico de Roque, están en la fase experimental para obtener los primeros resultados que permitan modificar la genética de cultivos como del frijol, plátano, alfalfa y jitomate, a través de la transferencia molecular de alimentos que presentan resistencia a los cambios atmosféricos como la levadura.
“Es un trabajo que ya tiene tiempo y se ha dado gracias al descubrimiento del maestro, a partir de plantas que resucitan. El enfoque es mover esos genes a cultivos de interés donde entra mi experiencia en vegetales. Por ejemplo, ahorita estamos trabajando con unos genes encontrados en la levadura que está en el súper varias semanas y se mantiene viva, que con agua empieza a recuperar sus funciones vitales”, dijo.
Se ha dado gracias al descubrimiento del maestro, a partir de plantas que resucitan.”
La doctora reconoció el trabajo del profesor, por ser pionero en el estudio de los genes de plantas de resurrección, así como de los alumnos de la carrera de Tecnología, inmersos en las investigaciones, mismas que requerirán cerca de 7 años de trabajo para garantizar su efectividad en los alimentos. Además de asegurar que son aptos para consumo humano.
“Esos mismos genes están en plantas como la Selaginella que ponen en los nacimientos todos los años, que puede estar sin regarse mucho tiempo. Ahorita le estamos poniendo en cultivos como el frijol y el aguacate, en los de interés agrícola. Estamos probando en estas especies porque cada vez hay menos agua. Previendo este escenario que tiene que ver con el calentamiento global. Para que puedan trabajar lo mismo pero con menos agua”, expresó.
La fase experimental está proyectada para arrojar los primeros resultados en 2023 luego de un trabajo de 30 años en el caso del profesor, y de 15 para la docente de la Universidad de Guanajuato, dichos trabajos tendrán que pasar por la faceta experimental que integra la prueba con ratas para garantizar que otros seres vivos puedan consumirlo sin problema.
“Estamos viendo que ya está lloviendo menos, comportamientos muy raros en las plantas como cloraciones retrasadas, a veces llueve mucho o bien hay periodos de sequía muy largos, hay estaciones con mucho calor”, señaló.
Buscarán apoyos para seguir las investigaciones
Los investigadores informaron que han contado con el apoyo de la institución para el uso de herramientas y con recurso que ha permitido la adquisición de materia prima para las pruebas, donde una sola proteína llega a costar hasta 20 mil pesos. Estas adquisiciones son la base para las facetas básicas.
El problema es que se está priorizando los recursos para otras situaciones cuando los investigadores estamos haciendo lo más que se puede con lo menos que se tiene”.
Algunos de los gastos ascienden hasta 200 mil pesos, por lo cual, los investigadores consideran las vías para generar recursos que permitan continuar sus investigaciones, entre estas el subsidio del Estado, Conacyt o ingresos de particulares interesados en apoyar la ciencia.La investigadora alertó sobre la importancia de anticipar las problemáticas que se derivan del calentamiento global y dar seriedad a la ciencia.
“Todas las problemáticas, incluidas las enfermedades patogénicas, son a consecuencia de los cambios climáticos, considerando que acabamos de salir de una pandemia. Solo se pueden resolver a través de la ciencia, con apoyos gubernamentales y financiamientos. El problema es que se está priorizando los recursos para otras situaciones cuando los investigadores estamos haciendo lo más que se puede con lo menos que se tiene”, dijo.
CA
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