No pasó ni una semana para poder verificar la hipótesis expuesta en esta columna sobre la segmentación interna en el partido Acción Nacional, que produciría la nominación de Libia García, al convertirla en “precandidata oficial” a la gubernatura del estado.
Lejos de los controles que poseía el gobernador Márquez para designar delfín, la realidad guanajuatense ha cambiado. La entidad se encuentra bajo amenaza de una fuerza política que reta al PAN. Adentro de la organización existen diversas posiciones, contrarias a la actual camarilla que en estas semanas ha develado su interés de continuidad. También se palpa una profunda tensión entre el ejecutivo y Miguel Márquez.
Prominentes exgobernadores, que son una línea de opinión y consulta al interior del partido, advierten que solo a través de un proceso democrático de selección interna puede definirse una candidatura fuerte y sólida. Finalmente esta competencia requiere de un árbitro imparcial, con autoridad moral y política, que la actual dirigencia panista no posee.
Y en medio de esta vorágine se encuentra la candidata oficialista, atrapada por las turbulentas aguas de la manipulación, compuesta de todo tipo de intereses grupales y particulares, contenidos en una extensa red que ya se manifiesta a plenitud.
No solo es política, sino negocios puros y duros. Es extracción ilegal de recursos de las arcas estatales y municipales, con el pretexto de ganar elecciones a billetazos. Es la degradación generada por muchos años en el poder, sin haber construido instituciones anticorrupción eficaces. Esto convierte a Guanajuato en un páramo de valores éticos. Así el oficialismo imprime su ominoso sello a una profesionista que pudiera competir sin los lastres que ahora la sofocan.
Por lo pronto, en esta cosecha de apoyos indiscriminados en que se convierte una precampaña, habrá que asumir el efecto de empaquetamiento que comentamos en nuestro pasado editorial. Por un lado habrá adhesiones, por otro rémoras como la mala imagen de políticos impresentables que se sumen a la precandidata, designada a dedo. Un ejemplo de esto ya se presenta en la capital del estado, Guanajuato.
En solo unos días Libia se convierte en la aliada del peor alcalde que ha tenido esta ciudad. Mal calificado en todas las evaluaciones, confrontado con medio mundo, desacreditado, ofensor de mujeres, discriminador de empleados, poseedor de una riqueza súbita en unos pocos años; aparece como el gran apoyador, al punto de sugerir ir “en fórmula”, ella a la gubernatura y él al senado. Ha decidido retar a MMM.
Incita su atrevimiento saberse respaldado por el grupúsculo que rodea al gobernador. Se sospecha que seguramente fue con quienes pactó el fallido proyecto de Centro Comercial con Momias, a través de una buena tajada del negocio. Cualquiera pensaría que desde hace tiempo el corruptor inscribió en su nómina a los asesores del ausente gobernante.
Ahora este Guanajuato, despojado de su carácter de capital por la crónica ausencia del ejecutivo, subadministrado, transformado en tianguis, expuesto al pago de moches a la autoridad y carente de contralor, entre otras minucias, se tornará en el lugar del primer enfrentamiento directo, no solo respecto a posiciones intrapartidarias, sino sociales y políticas en general. Estas cañadas son muy sinuosas y naturales para la emboscada. Correrán muchos peligros porque entre plazoletas y callejones, hay muchos ciudadanos descontentos y agraviados.
A la consigna de que “Los amigos de los enemigos son mis enemigos”, habrá que adjuntar otra máxima pueblerina muy conocida en estos desfiladeros: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Que tome nota Libia, porque los capitalinos estaremos en pie de lucha para evitar que la ciudad patrimonio de la humanidad continúe siendo envilecida por Navarro y su gavilla.
Hacia las elecciones de 2024, nuestro municipio corre peligro. Deseamos capacidad y honestidad en nuestros gobernantes… y con esos amigos, Libia se desacredita como opción. Habrá que activarse, resistir y vencer. ¿Ven? Fue una mala idea el delfinato.
MTOP