Los hechos, conflictos y espectáculos, que hemos presenciado, durante la semana que terminó, en la Cámara de Diputados y en el Senado, serán parte de la nueva normalidad política con rumbo al 2024.
Lo que no se debe aceptar, de parte de los gobernantes, es que no se privilegie a la ciudadanía por encima de sus intereses políticos.
Cada una de las partes contendientes se justifica diciendo que defienden al pueblo como sus representantes que son, pero no es así en todos los casos.
Primero, en el Congreso se vio algo inusual como es la aprobación de nueve reformas legales en una sesión de un poco más de 24 horas, donde el mayoriteo (que no es una novedad) fue la que se ejerció por parte de quien tiene precisamente la mayoría.
Sesiones maratónicas solo se veían cada fin de año cuando se aprobaba la miscelánea fiscal, es decir, los presupuestos de los años siguientes para el país.
Todo empezó, principalmente, con la eliminación del Insabi, que había sustituido al Seguro Popular, y que ahora pasará la responsabilidad a una instancia como es el IMSS Bienestar.
La salud de por medio, de quienes no tienen seguridad social, no puede ser un objeto de disputa en la guerra política, porque hablamos de vidas humanas. En este caso, se debe de tomar en cuenta la opinión de los interesados principales, como son los beneficiarios, aparte de especialistas en el tema.
Del abanico de reformas aprobadas se puede aún discutir cuáles son positivas, negativas o neutras y qué implica para la vida de la nación, que es lo importante, porque es donde estará el impacto.
Faltan explicaciones de cómo fue la aprobación del castigo para quien trafique con precursores químicos del fentanilo, ya que, si se trata de importación para la elaboración de medicamentos (analgésicos y anestésicos), esto no puede ser perseguido.
Luego de que la oposición integrada por el PRI, el PAN y el PRD, fue rebasada en las votaciones del Congreso, todo, como es debido, tuvo que ser enviado al Senado para su corroboración y posterior publicación para que se conviertan en leyes esas reformas.
Ahí, en el Senado, fue donde la puerca torció el rabo, ya que se esperaba que fuera aprobado el nombramiento de un comisionado para el Consejo del INAI y en lugar de eso Morena y sus aliados tenían la consigna de eliminar a ese Instituto de Transparencia.
El senador morenista Ricardo Monreal, líder de esa bancada, fue el único que votó distinto a sus compañeros y dijo que literalmente su liderazgo estaba “socavado”.
La toma de la tribuna, de la también llamada Cámara Alta, por parte de la oposición, propició que se analizaran sedes alternas para seguir votando, incluso sin la presencia de la oposición.
Mientras la oposición siguió con la toma del Senado y protestas como la senadora Xóchitl Gálvez, que se encadenó a una silla para pedir que se votara la elección de comisionados para el INAI.
Los senadores morenistas y sus aliados fueron a Palacio de Gobierno, para reunirse con el Presidente, Andrés Manuel, donde también estuvieron cuatro Corcholatas (Marcelo Ebrard, Claudia Sheimbaum, Adán Augusto López y Ricardo Monreal).
Este último, quien dijo que no tenía miedo de ser destituido de su cargo como líder de bancada. Lo que no ocurrió. Aunque ninguno comentó lo que ahí, a la mesa, les ha de haber indicado AMLO.
En la guerra por la sucesión presidencial, por gubernaturas y por la mayoría o el equilibrio en el Poder Legislativo, propiciarán más batallas como las que comentamos ahora.
Los ciudadanos, por interés propio, deberemos de estar al pendiente y también actuar en todas las formas de democracia posibles, porque lo que está en juego es nuestro presente y nuestro futuro como sociedad.
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