Me atrevería a decir que el primer día de la Fenal estuvo reservado para los más inquietos lectores.
Apenas me dirigía hacia la entrada de la feria para el acto inaugural, cuando ya me topaba en el camino a personas con bolsas cargadas de libros nuevos.
Porque un protocolo formal no es lo que conmueve a estos lectores, si por ellos fuera, cambiarían el corte de listón por la compra del primer libro y ahora sí les queda inaugurada la feria.
Aunque a veces estas ceremonias son necesarias. Creo que el acto de agradecer es muy importante y fuera de las formalidades y los discursos aprendidos, que alguien como el periodista, escritor y editor Leopoldo Navarro recibiera el “Reconocimiento Compromiso a las Letras” fue una manera de honrar el que la feria siga teniendo el espacio que tiene hasta nuestros días.
El primer día fue una invitación a recorrer los pasillos para todos aquellos que saben que vendrán (vendremos) más de una vez y que encuentran cierto placer en aprenderse la ubicación de las editoriales, para que cuando vayan acompañados, den un tour donde la parada principal sea su editorial favorita.
En esta ocasión, la Fenal reunió a 53 casas editoriales, que dentro de su catálogo suman 500 sellos editoriales distintos y que definitivamente dan espacio a que todos los gustos encuentren algo que llevarse a casa.
Cómics, novelas gráficas, recetarios, biografías, manuales, investigaciones científicas, clásicos, libros infantiles, en otros idiomas, libros de arte, el primer recorrido promete que cada personalidad encontrará su propio espacio, un stand predilecto.
Pese a que la mayoría de las librerías son un lugar libre e interactivo, el formato de stand tiene algo que invita a los visitantes a hojear los libros, a acercarse de más y este primer contacto es crucial.
En esta primera visita, el stand que más llamó mi atención fue el de editorial Combel, porque sin importar la edad que tengas, echarle un vistazo a la manera en que convierten temas serios en libros para niños te hace sentir que estás descubriendo el mundo otra vez.
Muchas de las presentaciones editoriales son imperdibles, pero yo los invito a que dediquen un día a caminar entre los pasillos y que, como ejercicio elijan, un stand favorito. No es necesario comprar, solo basta encontrar ese lugar en la Fenal donde se sienta mejor estar.
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