Avelina Lésper sabe de propia mano que su crítica feroz hacia el arte contemporáneo incomoda a muchos, pero no le preocupa que eso la excluya de algún lugar, pues su compromiso con el arte está en decir la verdad.
A pesar de ello, la también escritora se dijo agradecida de haber sido invitada a la 34 Fenal, donde presentó su libro “El fraude del arte contemporáneo”, de la mano de Madre Editorial.
Después de que en 2020 la crítica de arte se volviera viral por un accidente en el que derrumbó una pieza de arte contemporáneo en Zona Maco, Lésper aprovechó la atención mediática difundir aún más sus reflexiones e investigaciones en torno al llamado arte contemporáneo y las deficiencias del mismo.
En una estimulante rueda de prensa, Lésper aclaró que su libro está escrito para todos los lectores, no sólo aquellos especializados en arte, sino para cualquiera que esté interesado en la discusión artística y busque argumentos para formarse un criterio ante lo que Avelina denomina el fenómeno VIP (Video, Arte, Instalación).
¿Qué está sucediendo si no hay creación y sin embargo hay un mercado que está pagando por cosas que no necesitan creación o no necesitan sensibilidad artística o incluso no necesitan ni siquiera existir? Finalmente pude reunir en este libro lo que he investigado a lo largo de mi carrera, abordando las causas y las consecuencias que tiene este fenómeno, no sólo a nivel artístico sino cognitivo e ideológico”, dijo la crítica.
El arte como status
Según Avelina, el arte se encuentra ahora en un estado de comodidad muy dañino, en el que importan más las inauguraciones, los cocteles y las apariciones públicas, en lugar de que el objeto artístico que venga de un verdadero proceso de creación.
“Hubo un momento que el diálogo artístico era muy fuerte y muy efervescente, ya no hay nada de eso, se llegó a un estado de confort”, explicó.
También puntualizó que el consumo de este arte se debe a dos fenómenos muy claros: el movimiento de especulación financiera detrás de estas obras y la ignorancia de una sociedad de consumo de lujo superlativo, en el que no importa la relación entre precio y calidad. Actualmente las obras, más que un valor estético, representan un estatus social en el entorno económico contemporáneo.
Accidente en Zona Maco evidenció el problema
Ante la pregunta de volver en el tiempo y evitar el accidente, Lésper fue muy contundente al explicar que el hecho puso en evidencia la poca coherencia que existe en este tipo de productos.
Eso (el accidente) fue lo mejor que pudo haberle sucedido a Zona Maco, a ese artista e incluso a mí. Eso me lo regalaron los dioses. Además, eso puso en claro muchísimas cosas porque la cosa esa estaba creo que $30,000 dólares y repararla costó $700 pesos, una simple restauración. Creo que hasta adquirió más valor con eso”, contestó.
El futuro del arte en el mundo contemporáneo
Avelina también comentó que pese a que no considera arte al llamado arte contemporáneo, lo cierto es que hoy en día sí existen creaciones artísticas de gran valor y que tienen por mucho un mayor mérito creativo.
Hay muchísima gente con talento que está trabajando, además hay nuevas manifestaciones. El tatuaje me parece una disciplina definitivamente artística donde están grandes dibujantes. Hay tatuadores talentosos que son dibujantes excepcionales; en la animación hay gente con mucho talento. Incluso los videojuegos se hacen con un gran staff de artistas”, mencionó.
El fenómeno es que el artista oficial de este régimen sea alguien que no tiene obra y no sea un dibujante de novela gráfica que tendría muchísimo más mérito que lo que estamos viendo. O el fenómeno es que en los museos estemos encontrando gente que no hace nada y no se abra un museo para todas estas manifestaciones y eso es lo que trato de defender con este libro”, agregó Lésper.
Encontrarse con el arte
Para finalizar, Avelina explicó que no es muy difícil poder distinguir entre el verdadero arte del VIP.
Recomiendo que tengan confianza en sus sentidos, nuestros sentidos a lo largo de literalmente millones de años han sido educados y refinados para tener esa inclinación natural hacia la belleza y hacia el arte, por eso tenemos la necesidad de estar escuchando música, de estar viendo cosas”, dijo.
La crítica recordó que si la explicación es más larga que la obra y necesitamos leer un gran texto para que la pieza adquiera sentido, algo debe alertarnos.
Por último, Lésper comentó que este fenómeno ha llegado también al mundo de las letras, en un momento en el que todo mundo se autodenomina “poeta” y que no está mal buscar la poesía fuera de los libros, ya que hay muchas canciones con mayor mérito literario que algunos de los escritores de moda.