En el mapa de la Fenal encontramos tres salas a pie de pasillo repartidas entre los stands y cuatro salas de conferencia que, a puerta cerrada, están en un costado del centro expositor.

Aunque la intención de estos espacios es ofrecer la mayor cantidad de presentaciones editoriales y por ende, una cartelera de escritores más amplia, lo cierto es que hay un problema logístico que no termina de ser resuelto: el sonido. 

Si bien las salas de conferencias cuentan con una mejor calidad de sonido al estar cubiertas del bullicio externo, no es el caso de las presentaciones que se llevan a cabo en las salas de los andenes.

El murmullo de los paseantes, las presentaciones simultáneas, los cuentacuentos y los conciertos dificultan en cierto grado concentrarse en la charla que se tiene enfrente. Y si consideramos que el volumen de los micrófonos es modulado, precisamente para no generar más confusión auditiva, la cosa se pone complicada.

Aunque esto es un indicador de que un centro de convenciones probablemente no sea el espacio ideal para realizar una feria del libro, mientras se siga realizando en Poliforum es importante considerar que se trata justamente de eso, de una feria.

A diferencia de un coloquio o un congreso solemne y formal, el objetivo es poner al alcance de todos la mayor oferta cultural posible y para gozar de este contacto con los escritores, quizá toque aguantar un poquito de ruido. También está la alternativa de acercarse lo más posible, porque un espacio así de abierto lo permite.

Sacar las presentaciones editoriales de las instituciones e incluso de las librerías, me parece una maravillosa dinámica para volver la experiencia lectora algo más cercano y olvidarnos la idea de que está reservada para unos cuantos, para los LECTORES con mayúsculas, que se sienten dueños de la alta cultura.

Incluso me atrevería a decir que en las presentaciones en las ferias, los escritores se muestran más relajados, conversan más y parte de ello se ve propiciado por el ambiente desenfadado de la cotidianidad que se desarrolla alrededor de la presentación. 

Con todo este encanto, también tengo que admitir que en León hay espacios magníficos en los que no sería mala idea que la Fenal se repartiera, para atender las necesidades de todos los públicos.

Desconociendo de logística y gestión de ferias, me atrevo a imaginar una fusión con el Forum Cultural Guanajuato, que tiene espacios magníficos y bien acondicionados como los vestíbulos del MAHG, el Auditorio Mateo Herrera o las salas de la Biblioteca Wigberto Jiménez. 

Mientras esa combinación llega, no quedará más que hacerse a la idea que en la Fenal las voces de los autores se acompañan con la algarabía de los lectores.

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