La feria del libro ha llegado a su fin y también esta columna. Disfruté mucho compartir mi visión de la Fenal en estos diez días y también vivir la feria del libro de una forma en que no lo había hecho antes.
Los días de disfrute o de estar ahí dentro trabajando, tienen un contraste muy distinto al de recorrer la feria con un ojo más crítico, que esté siempre buscando atrapar un detalle diferente para analizar y compartir.
Durante los últimos escribí sobre lo que significan para mí las ferias, la forma de vida de quienes trabajan en ella, algunos detalles logísticos de la Fenal que llamaron la atención de los asistentes, me atreví a hacer de manera personal recomendaciones editoriales y también viví la experiencia junto a Toño Castro de comprar libros a ciegas.
Pero con lo que quiero despedirme, es con la sensación que más me gusta de las ferias: el saber que la gente quiere tener un encuentro con la lectura.
Escribo esto, precisamente, sentada afuera del auditorio Jorge Ibargüengoitia de la Fenal, rodeada de los cientos de lectores que vinieron a disfrutar del último día.
Me gusta pensar que por eso la Fenal llegó hasta su edición 34. Porque la gente viene, la habita, la sabe suya. Y no importa si sólo pasan a ver, si lo piensan como otra atracción del fin de semana. Se vale.
Estando aquí no hay cabida para la etiqueta de los que se proclaman “los lectores de verdad”. ¿Quién les otorgó ese título de superioridad cultural?.
Tener una feria del libro es recordarle a la gente que para todos hay un libro y que la enorme variedad de palabra escrita puede convivir en un mismo lugar, porque la existencia de una expresión no restringe la de otra.
La lectura es otro de los actos en los que a veces hace falta recordar que nadie debería ser juzgado por sus gustos. Al final del día, la lectura siempre va a ser un goce interno, que moverá -o no- a quien la consuma.
Existen mil chistes acerca de todo tipo de lecturas (de superación, espiritual, erótica, gótica, romántica, futurista, etc.) y reconozco haber pecado con algunos de ellos, pero estos días he confirmado que pocas cosas hay tan emocionantes como comprar un libro que te gusta y saber que es algo para ti. Y una feria es un lugar donde puedes vivir esa experiencia y también puedes ser espectador de ella.
Espero que hayan disfrutado esta feria tanto o más que yo y que a través de mis palabras se contagiaran de esta afición por las páginas y los encuardenados. Gracias por leer. E.