Gente querida: “soy de León” es una expresión que nos hace ser de aquí, afirmando así, que amamos este terruño, ya por nacimiento o ya por adopción. Para estos años, el 40 % de los leoneses, no nacimos aquí, sino que, por trabajo o realidades de la vida, nos conglomeramos en este Valle de Señora. Resultado de las 4 grandes oleadas migratorias, somos un mosaico de ideas y realidades que llegamos cerca de los dos millones de historias. Esas grandes migraciones, la primera con la Guerra Cristera, la segunda cuando el boom post guerra mundial que creció la industria local, la tercera con el sismo de la Ciudad de México con la creación de grandes instituciones y la cuarta reciente con la llegada de las industrias proveedoras de lo automotriz.
Por eso, considero una buena iniciativa que Ale Gutiérrez promoviera que se otorgue el reconocimiento local con ese nombre “Soy de León” a personas que, aún no naciendo en la ciudad, se han arraigado y construido su historia de vida en la localidad. Al final, los reconocimientos y abrazos son el alimento del alma y que nos hacen más humanos para trascender en el tiempo. No es la recompensa económica la que llena (aunque pudiera serlo temporalmente), sino el sabernos permanentes en la memoria colectiva de esta hermosa ciudad.
Religiosos, conservadores, emprendedores y trabajadores, los leoneses nos identificamos con colores verdes, tenemos la mezcla de sabores agridulces y reconocemos los símbolos locales en espacios urbanos y en actividades que nos gustan. Paulatinamente se integraron por eso, las tradiciones locales con aquellas que traemos los inmigrantes de otras latitudes. Norteamericanos, polacos, centroamericanos, chilangos, japoneses, norteños, todos, concurriendo en esta maravillosa tierra que aun con su sed y pobreza material, construye con proyectos colectivos la idea de que nuestra descendencia podrá aquí seguir viviendo.
La creación de valor, de riqueza en esta región al igual que en los Altos de Jalisco, se debe a nuestra manera de ver la vida: “El trabajo, todo lo vencer” fue construido como lema como expresión de lo que vivimos a diario. Aquí, las empresas se han creado con la concurrencia del trabajo y el capital y las adversidades no nos han vencido: apertura comercial, inundaciones, falta de agua, el acecho de la violencia. Al norte con la sierra de color verde, al sur con el desafío de tratar nuestros residuos, al oriente abiertos hacia los corredores industriales y al poniente colindando con la historia común de Jalisco.
Necesitamos más proyectos de reconocer lo bueno y de proyectarnos al mañana. Ya sean convocatorias para los jóvenes aspiracionistas, para los estudiantes talentosos, para los desarrollos tecnológicos factibles, para los equipos deportivos victoriosos, para los adultos mayores que siguen dando fuerza, para los recién nacidos que nos exigen aire puro y agua limpia. Todo esto es indispensable para crear ese mañana y formar a más nuevas generaciones en la idea de que el motor más eficaz de la historia, es la voluntad.
Son enormes los desafíos para ese mañana, cuando sigue creciendo la brecha entre ricos y pobres y disminuye la generosidad para compartir la enorme riqueza acumulada en terrenos, vehículos de lujo, inmuebles y cuentas bancarias en el extranjero que tienen los leoneses. El agotamiento del ecosistema y la enorme competencia global nos mete a la necesidad de pensar ya todo colectivo, no para pocos. Soy muy optimista por el futuro de la ciudad. Sueño con gobiernos plurales y ciudadanizados, donde quepan voces distintas y el pueblo se cuele a los Consejos que hoy son para los ricos. Sé que podremos nosotros sobrevivir con el agua que tenemos sin traerla de fuera; aquí con tecnología de optimización y cultura de su cuidado, la escurriremos de nuestro “tinaco” que es la Sierra de Lobos. Las nuevas industrias crecerán con la juventud emprendedora y proyectos solidarios de quienes más tienen para las mayorías que sufren. “Soy de León” lo veo como una manera de reconocer historias, no para los de siempre que tienen el poder y el dinero, sino para la gente común y corriente que es solidaria con los demás y que deja una huella que recorrerán quienes vienen atrás.