Entre los políticos es muy usual acusarse de capitalistas o socialistas, derechas o izquierdas, con gran ligereza por los términos. En nuestro pedazo de mundo que habitamos, es muy obvio que el capitalismo es el modelo económico que ha probado su eficacia, quedando rezagado el socialismo a países como Cuba o Venezuela, cuyo objetivo es la producción de pobres, no el desarrollo.
Pero el problema serio que debemos enfrentar es otro. Está ubicado dentro del mismo capitalismo, se trata de un esquema previo y perverso, que ha sido enunciado como “capitalismo de cuates” (crony capitalism). El capitalismo moderno funciona bien en los países que han logrado garantizar mercados abiertos y una sana competencia entre los diversos jugadores de mercados como el inmobiliario, financiero, industria, y de servicios como la restaurantería. Reino Unido y Estados Unidos, son el ejemplo de ello. Va una muestra palpable: los mexicanos que emigran a USA, logran normalmente superarse y muchos se convierten en prósperos empresarios. ¿Saben por qué? Pues por la simple razón de qué allá los mercados están abiertos y el gobierno garantiza trámites sencillos para formar empresas, a diferencia de México en donde nos hemos estancado en la economía de amigotes.
La salsa que adereza esta perversión del capitalismo es la corrupción gubernamental y empresarial. Los gobiernícolas se resisten a entender, la recta prohibición de hacer negocios desde el gobierno. Si eres funcionario, tienes prohibido hacer negocios o influir para que amigos o familiares los hagan con tu ayuda como burócrata. Y esto va más allá de una ética rigurosa, es un postulado económico que permite que el mercado funcione con equidad. Si no, no habrá mercados abiertos ni competencia leal.
Por eso en Estados Unidos, se cuida fervorosamente el acceso de todos los individuos para iniciar negocios, y si no funcionan a cerrarlos sin gastos onerosos, y de la manera más sencilla posible. Los ciudadanos tienen el derecho a competir en igualdad de condiciones ante la ley, sin privilegios para nadie. Los oligopolios y monopolios están prohibidos.
Por desgracia en nuestro país el entresijo de políticos deshonestos y empresarios desleales ha creado una estructura complicada de rebasar. Pongamos un ejemplo: hay un par de malos funcionarios, encumbrados en el gobierno estatal que se alían a una empresaria dedicada a la promoción y comercialización de vinos. Utilizan como centro de operación una escuela dedicada a capacitar personal de restaurantería y sommeliers, así como a la proveeduría de bebidas de vid. Como funcionarios con altos conectes, tienen acceso a la tramitación de apoyos millonarios a empresas locales. Así, por medio del influyentismo, logran que el gobierno subsidie la escuela con el pretexto de que se trata de un apoyo al sector del turismo involucrado con la vinicultura. Obvio, es parte de un proyecto “estratégico” de largo alcance que promovieron ellos mismos desde el gobierno. Incluso maquinaron desde el Congreso del Estado, uno era diputado, una reforma a modo de la Ley de Turismo, para propiciar la certificación de productos y agregar como objetivo de la legislación al enoturismo y destilados, e incrustar como propósito, la promoción, apoyo y fomento del vino producido en la entidad. Solo alguien muy cercano al Ejecutivo estadual logra esta hazaña para concretar un substancioso presupuesto para su operación comercial.
La siguiente maniobra entre los dos influyentes funcionarios y su socia empresaria, ha consistido en potenciarla como la más influyente promotora y casi única vía para poder comercializar los buenos vinos de la zona. Así han realizado road shows por todos los restaurantes importantes, para hacerles saber, que ellos son los mejores comercializadores, y que cuentan con invitaciones con todo pagado (por el estado) para visitar los principales viñedos y venderles su producto. El secretario de Turismo no está pintado… también tiene (conflicto) intereses, pues parte de su negocio está en la industria del vino, y apoya incondicionalmente las tácticas del ambicioso grupo gobiernícola/empresarial y se beneficia de ellas.
La verdad es que son audaces. Su ambición no solo se concreta a la industria, sino que escala en la política para intentar imponer sucesores en los próximos gobiernos estatal y municipal, a elegirse en 2024. Pero no olvidan su amor por la vid. Y se lanzan al ruedo, apoyados siempre desde el gobierno al cual sirven, para aprovechar la inercia de la Feria Industrial de Hannover, con una ambiciosa exposición de vinos, “Vive el Vino”, que competirá en desigualdad de apoyos y condiciones con “Tinto Bajío”, esfuerzo realizado por los auténticos y esforzados empresarios del sector durante la misma temporada.
Así, entre cuates, se construyó una especie de “dumping local” que consiste en vender abajo del precio gracias a subsidios gubernamentales, para depredar el mercado y apoderarse de él, en beneficio de los negocios de los cuales son socios este par de angelitos gobiernícolas, mientras los demás empresarios se rascan con sus uñas y compiten en un plano inequitativo y desleal. Por eso la riqueza en México se concentra entre políticos corruptos y empresarios avorazados. El capitalismo es disfuncional, y el populismo se convierte de pronto en la salida falsa de los desilusionados. Después no nos quejemos.
Vides, vinos y economía de cuates
Si eres funcionario, tienes prohibido hacer negocios o influir para que amigos o familiares los hagan con tu ayuda como burócrata. Y esto va más allá de una ética rigurosa, es un postulado económico que permite que el mercado funcione con equidad