Me choca repetir que “se los dije” hace cerca de 30 años en mis espacios editoriales; que el Plan “A” de traer agua del Río Verde con la Presa El Zapotillo, estaba destinado al fracaso porque suponía resolver cantidad de problemas políticos, legales, económicos, energéticos, financieros, que le hacían inviable. Pero fue oponerme a la opinión de todos los grupos de poder político y empresarial que controlan el agua desde entonces.
Incluso mencionar la posibilidad de hacer estudios sobre el Plan “B” para el trasvase del agua de la Presa Solís e intercambiar con Jalisco, era difícil de decirlo, pues en la narrativa oficial, teníamos que apostar todo al Zapotillo, en tanto que se olvidaba invertirle a la Sierra de Lobos, nuestro “tinaco” natural. Fue insistir que la solución “egipcia” era tonta, cara y letal. Y que León, como ciudad, perdería décadas en esa decisión. Aquí están consignados los editoriales por décadas de advertirlo. Pero el asunto, era estudiar el Plan “B” en mi opinión, también inviable, pues el principal obstáculo era la diferencia de alturas, el necesario rebombeo, y lo peor: la negociación con los usuarios de los distritos de riego del sur del estado (sin dejar de considerar a los paisanos de Acámbaro, Tarandacuao y Jerécuaro) que lo consideran su ecosistema natural.
Tontas decisiones para quienes no conocen cómo funcionan las cuencas hidrológicas y el ciclo de la vida. Para quien ignora lo que representa la inundación de sus espacios, como pasó en la sierra de Jalisco o el amor a los paisajes de la siempre llena Presa Solís, que, en los últimos años, tanto frecuento. El agua es tan vital, tan sustantiva a la especie humana, como para que decidan sobre ella los políticos y los empresarios. Por eso digo que democratizar el agua, es permitir que, a través de consultas públicas, decidamos las mayorías sobre el Plan “B” o el Plan “C”. ¿Cuál es el Plan “C”?
El “Día Cero” para León está cercano. Conozco como pocos la cuenca de esta hermosa tierra que es León. Dediqué mi vida a su ecosistema y veo con tristeza, que las torpes decisiones sobre el Zapotillo, la tomaron grupos de poder. Los mismos que hoy controlan las decisiones sobre la inversión para que tengan nuestros hijos y nietos, el vital líquido. Quedan pocos años. Lamentablemente, 5 a 7. La “Gran Sequía”, por años he escrito. El desbalance hídrico está entre 3 y 5 % anual en la cuenca, pues extraemos más de lo que infiltramos.
El Plan “C” es la solución de los israelitas: tecnificar y optimizar el agua, incrementando la infiltración en la Sierra de Lobos, junto con sostener tarifas altas para inhibir más el consumo. Del total del déficit que tenemos, el 40% se puede lograr con presas en la Sierra de Lobos para facilitar infiltración, ”sembrando” agua y el 60% con la optimización de usos agrícolas, con reducción de industrias húmedas, con zonas de recarga y con financiamiento a ahorradores en fraccionamientos, escuelas y casas, con parte de los enormes recursos financieros que ahorra SAPAL.
El Plan “C” es posible. Lo necesitamos. Los leoneses no podemos esperar a que el Presidente AMLO y sus odios a esta tierra nos dejen sin agua. Es ingenuo pensar que el gobierno federal nos regresará parte de los impuestos que generamos los leoneses para construir el Plan “C” en la Presa Solís. Tendremos que lograr con una enorme pasión, la optimización del agua, pero para eso debemos democratizar la decisión. Requerimos que la ciudadanía pueda por fin, ingresar a los espacios que por casi 40 años han sido reservados a los más poderosos y ricos. Requerimos que académicos, jóvenes, amas de casa, líderes sociales, puedan expresar sus opiniones. Debemos recabar firmas para exigir una consulta popular sobre el Plan “B” o el Plan “C”.
Será tarde si no lo hacemos. AMLO espera paciente a que se acabe el agua en León y esto explote. Nosotros mismos, con las lluvias de final de junio, olvidaremos de nuevo, otro año más, la crisis del Día Cero. Hoy, solo lamento los 30 años perdidos y el castigo que tiene el Presidente a esta sedienta región a donde no ha canalizado un solo peso de inversión. Podemos tener futuro y agua, con el Plan C, basado en nuestra capacidad creadora, donde el trabajo todo lo vence.

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