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Por Brooks Barnes, de The New York Times
Durante más de una década, Sean Bailey ha dirigido la fábrica de “reinvenciones” de las películas de animación de The Walt Disney Co. con silenciosa eficacia y resultados de alcance superheroico. Su adaptación en acción real de “Aladdín” recaudó 1100 millones de dólares en taquilla, mientras que la fotorrealista “El rey león” recaudó 1700 millones. El filme “La bella y la bestia” recaudó 1300 millones de dólares.
A Disney le gusta el dinero. La empresa también considera que las nuevas versiones de Bailey son cruciales para seguir siendo relevante. Los clásicos animados de Disney son un tesoro para los fanáticos, pero la mayoría muestran ideas de otra época, sobre todo en cuanto a los roles de género: sean guapas, chicas y las cosas saldrán bien.
Las reinvenciones, como Bailey se refiere a sus nuevas versiones, encuentran formas de hacer que las historias de Disney sean menos retrógradas. Sus heroínas están empoderadas y su reparto hace hincapié en la diversidad. Una “Blancanieves” de acción real, cuyo estreno está previsto para el año que viene, es protagonizada por la actriz latina Rachel Zegler como la princesa conocida como “la más bella de todas”. Yara Shahidi interpretó a Campanita en la reciente “Peter Pan y Wendy”, convirtiéndose así en la primera mujer negra en encarnar al personaje en pantalla.
“Queremos reflejar el mundo tal y como es”, afirmó Bailey.
Sin embargo, esa visión del mundo y esa estrategia empresarial han colocado cada vez más a Disney y a Bailey, un ejecutivo de perfil bajo y modesto, en medio de una lucha cultural muy ruidosa y muy descortés. Por cada persona que aplaude a Disney, parece haber un homólogo que se queja de que le impongan la cultura “progre”.
Muchas empresas se encuentran en esta tesitura —Target, Anheuser-Busch, Nike—, pero Disney, que tiene un poderoso impacto en los niños cuando se están formando sus creencias vitales, se ha visto especialmente cuestionada. En este momento hiperpartidista, ambos lados de la división política han estado presionando a Disney para que se ponga de su parte y las películas que proceden del rincón de Bailey en el Reino Mágico son los principales ejemplos.
Consideremos su nueva versión de “La sirenita”, que llegó a los cines hace dos semanas y cuya realización y comercialización costó cerca de 375 millones de dólares. La nueva versión elimina letras problemáticas en las canciones de la cinta original de 1989. (“Admirada tú serás, si callada siempre estás. Sujeta bien tu lengua y triunfarás”). El mayor cambio fue el papel protagónico de Halle Bailey, actriz negra que interpreta a Ariel, la sirena. Disney ha representado durante mucho tiempo al personaje con tez blanca, incluso en sus parques temáticos.
El apoyo a Bailey, sobre todo por parte de personas de color y críticos de cine, se ha visto contrarrestado por un torrente de comentarios racistas en las redes sociales y en los sitios web de cinéfilos. Otros han criticado a “La sirenita” por no reconocer los horrores de la esclavitud en el Caribe. Algunas personas LGBTQ han criticado a Disney por contratar a un maquillador heterosexual para la villana Úrsula, cuyo aspecto en la película de animación está inspirado en una drag queen.
Disney lleva mucho tiempo considerando este tipo de tormentas en redes sociales como tormentas en un vaso de agua: hoy son tendencia, mañana son sustituidas por una nueva queja. Por ejemplo, en 2017, un cine de Alabama se negó a proyectar la versión de acción real de “La bella y la bestia” porque contenía un fragmento de tres segundos de dos hombres bailando abrazados. Se convirtió en noticia mundial. Al final, el altercado no pareció tener ninguna repercusión en la venta de boletos.
¿El resultado? Disney esperaba que “La sirenita” generara hasta 1000 millones de dólares en todo el mundo y que el furor se evaporara una vez que la película llegara a los cines. La retroalimentación de las proyecciones de prueba fue buena, al igual que las primeras críticas. “Alan Menken me acaba de decir que cree que esta es mejor que la película de animación”, comentó Robert Iger, director ejecutivo de Disney, en el estreno de la película el mes pasado, en referencia al compositor ganador del premio Oscar.
Sin embargo, según los analistas de taquilla, “La sirenita” se acercará a los 600 millones de dólares, en gran parte debido a que la película ha fracasado en el extranjero, donde ha sido “bombardeada por las críticas”, con troles que han inundado los sitios web de cine con críticas racistas de una estrella. La película ha sido bien recibida en América del Norte, pues superó a “Aladdín” y recibió una calificación de diez por parte de los compradores de boletos en las encuestas a pie de sala de CinemaScore, aunque la asistencia de espectadores blancos ha sido escasa en algunas partes de Estados Unidos, según los analistas. El apoyo del público negro y latino ha compensado la escasez.
Bailey rechazó hacer comentarios sobre las reacciones racistas a la película. “Aunque el estreno internacional ha sido menos impactante de lo que nos hubiera gustado, la película está funcionando excepcionalmente bien, lo que vemos como un indicio de un largo tiempo en cartelera”, declaró el sábado.
Bailey, de 53 años, ha sobrevivido a fracasos en taquilla mucho peores, como “El llanero solitario”. Cuanto menos se hable de su adaptación en acción real de “Mulan”, mejor. Pero Disney siempre lo ha apoyado. “He tomado algunos riesgos enormes y he tenido algunos fracasos rotundos”, aseguró Bailey. “Estoy agradecido de que los directivos de la empresa entiendan que eso forma parte de cualquier negocio creativo”.
Bailey ha sido presidente de Walt Disney Studios Motion Picture Production durante trece años, una eternidad en Hollywood, donde los directores de las productoras suelen ser destituidos tras unos cuantos años. Durante ese tiempo, Disney se ha visto sacudida por despidos de ejecutivos, múltiples reestructuraciones y cambios de estrategia en la distribución de películas. Bailey, que goza de gran popularidad entre las estrellas y sus agentes, ha contribuido algo de estabilidad.
“Es un tipo simpático, decente, respetuoso y justo que hace su trabajo de manera discreta, sin fanfarrias”, señaló Kevin Huvane, copresidente de la empresa Creative Artists Agency. “Pero eso no significa que sea pasivo. Todo lo contrario. Se ensucia las manos. Si un acuerdo no funciona, pone manos a la obra y encuentra la manera de solucionarlo”.
La próxima película de la división de Bailey, “La mansión embrujada”, llegará a los cines el 28 de julio y será protagonizada por LaKeith Stanfield (nominado al premio Oscar por “Judas y el mesías negro”), Rosario Dawson, Owen Wilson y Tiffany Haddish. “La mansión embrujada” fue dirigida por Justin Simien, creador de “Dear White People”, y está inspirada en una atracción del parque temático de Disney.
“Sentí que teníamos la oportunidad de intentar crear una película para mayores de 13 años, apropiada para Disney, que diera miedo de verdad, pero que también encantara y deleitara”, explicó Bailey.
Bailey, que vio “La sirenita” dieciocho veces mientras se abría camino por el proceso de posproducción de Disney, tiene más de 50 películas en distintas fases de desarrollo y producción, incluyendo las versiones de acción real de “Moana”, “Hércules” y “Lilo y Stitch”. Sí, “Abracadabra 3” está en marcha. (Su división realiza anualmente dos o tres películas de gran presupuesto para su estreno en cines y tres películas de presupuesto modesto para Disney+).
Una de las críticas a Bailey es que no ha creado una nueva franquicia; casi ninguna de sus apuestas por películas originales ha dado resultado. El drama sobre perros de trineo “Togo”, realizado para Disney+ en 2019, fue un éxito con la crítica que no logró despegar. “Tomorrowland”, una ambiciosa fantasía de 2015, fue un fracaso estrepitoso. Llega un momento en que los estudios ya no pueden reciclar sin cesar cosas viejas. Una fotocopia de una fotocopia de una fotocopia acaba siendo una página en blanco.
“Es realmente difícil abrirse paso y triunfar con una historia original que sea enormemente comercial”, dijo Bailey. “Vamos a seguir intentándolo”.
c.2023 The New York Times Company