Un “apagón” es la interrupción del servicio eléctrico público y provoca pérdidas millonarias en una economía. Los “apagones” se miden en minutos por año y su impacto real es el Producto Interno Bruto de un País que deja de crearse. De allí, que la existencia de “apagones” en países, como los que sufren hace años Cuba y Venezuela, son síntomas claros de crisis económica. Los índices de electrificación en el mundo reflejan el crecimiento económico; la mayor intensidad energética (consumo per cápita de energía), es reflejo de una economía sana, en crecimiento.

Por décadas, los estudios del consumo eléctrico, han rondado sobre la idea de que los subsidios distorsionan la demanda eléctrica, es decir, fomentan el dispendio. Coincido con este enfoque. La teoría “neoclásica” de los precios, -la promovida por años por organismos internacionales como el Banco Mundial-, es que éstos, deben reflejar los costos de producción, “como el reloj las horas”, y que la aparición de subsidios, distorsiona por completo el mercado e incrementa la demanda. Es decir, fomenta el desperdicio y la irresponsabilidad (como en Tabasco donde se perdonan los adeudos).

En nuestro País, la Comisión Federal de Electricidad, declarada, empresa paraestatal (y con la cual colaboré por años) está ahora orientada este sexenio a volver a ser empresa de monopolio público, eliminando la competencia. En el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 se plantean los lineamientos del gobierno del Presidente AMLO, incluida la estrategia nacional de energía y que busca la autosuficiencia nacional. Hasta allí todo bien, solo que las ineficiencias de CFE se trasladan al precio y si se subsidia al consumidor, es entonces el gobierno federal y al final, el contribuyente, quien termina sosteniendo a la empresa. ¿Las causas? Los enormes costos de operación, los pasivos laborales y una estructura organizacional que no incentiva la productividad. Y esta semana, el incremento de la demanda por el intenso calor que obliga a prender ventiladores y aires acondicionados.

Para prevenir las interrupciones al servicio eléctrico se requiere tener reservas (aunque la energía no se almacena) y que es la diferencia entre la demanda y la capacidad instalada. Los cortes en el suministro eléctrico que afectaron esta semana a varios estados fueron ocultados por la vocera del Presidente y en el discurso de las mañaneras, pero fue burda la manera en que quisieron minimizar la realidad. CFE gracias a la pandemia mantuvo reservas pues cayó la demanda de energía, pero tiene enfrente el reto de hacer crecer la capacidad instalada. Por eso, la importancia de que permitan que los ciudadanos produzcamos y que inversionistas privados participen en la generación de energías limpias.

Aunque es temporal el incremento de demanda por el calor, es una señal clara de que la reserva de capacidad instalada de CFE se ha reducido y que debe darse inversión en CFE en energías renovables junto con inversión que hagamos los particulares. No hay otra alternativa. No se ha invertido suficiente en el sistema de transmisión en los últimos años, lo cual ha debilitado al Sistema Eléctrico Nacional. En mi opinión, será solo permitiendo que los productores independientes participen en producir con energía propia en hogares y fábricas. Para minimizar la probabilidad de fallas técnicas en el sistema y apagones por falta de reserva, el gobierno federal deberá, como en todo el mundo occidental, permitir que la sociedad pueda generar energía limpia y tome la decisión de desconectarse de CFE.

Ocultar los “apagones” de esta semana, es como “ocultar el sol con un dedo”. El Presidente tiene una enorme capacidad de ocular la realidad, pero los reclamos de usuarios en diversas partes del País, reflejan la realidad, aunque AMLO insista todos los días en presentar “otros datos”.

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