Más de treinta días y 700 horas han acontecido en el globo terráqueo desde aquel domingo 21 de mayo cuando su nombre resonó en la mente de miles de personas en la República Mexicana y más allá de sus fronteras al escribir una proeza inédita en la historia del deporte nacional.
Sonriente ante la inmensa felicidad que invade su presente, Andrea Dorantes, aquella figura de 26 años de edad que se convirtió en la mexicana más joven en subir el Monte Everest, platicó en exclusiva con Súper Deportivo acerca de los sucesos que han sido un punto de inflexión en su vida durante más de dos décadas.
El deporte y la repercusión en su vida
Con esos llamativos rizos de color rubio que resaltan su dinámica personalidad, Andrea recordó aquella inolvidable etapa de la infancia donde se construyó un indestructible lazo con el deporte.
“Mi deporte era el futbol: yo crecí aquí en León jugándolo y mi gran sueño era irme a los Estados Unidos con una beca para jugar allá. Terminando la prepa lo logré, conseguí la beca y me fui”.
Versátil y veloz volante por derecha, la vida parecía ir de maravilla al concretar una meta que, desde niña, se cimentó en su mente para convertirse en toda una realidad.
Sin embargo, en un día cualquiera, un punto de quiebre le cambió por completo la manera de percibir y sentir las cosas en la vida diaria.
“Un día me levanté y fui muy sinceramente porque estaba perdiendo la pasión, ya no me estaba gustando y es allí donde me puse como prioridad. A mí siempre me gustó mucho esquiar en nieve y, estando ya en Estados Unidos, busqué universidades cerca de montañas para esquiar”.
Y así comenzó su andar por zonas montañosas, pues también llegó a hacer ciclismo de montaña, una actividad que le aminoró su trayectoria por la universidad, de la cual salió graduada en finanzas a los 22 años de edad.
El alpinismo: El cambio de su vida
Mientras el COVID-19 comenzaba a azotar el mundo entero al convertirse en una auténtica pandemia, Andrea tomó una decisión que le cambió la vida para siempre: regresar a México tras un largo periodo de ausencia.
A su regreso, ella ni siquiera se imaginaba lo que el destino le deparaba en su vida ya que, en ningún momento, el pensamiento de escalar montañas en su tierra natal se le pasó por la cabeza.
“Mucha gente empezó a hacer actividades al aire libre y es allí cuando un grupo de amigos me invitaron a subir el Pico de Orizaba y, como a mí siempre me ha gustado la aventura, me lancé al estrellato. Aunque no sabía absolutamente nada, tenía toda la actitud”.
De aquella primera experiencia que marcó su vida, el paisaje es algo que le resuena en su mente cada vez que lo recuerda al saber que el destino puso todo en su lugar para adentrarse por completo a este deporte.
“Llegamos a lo más alto al amanecer y vi uno de los más espectaculares de mi vida. Todos estos factores se conjuntaron para que yo me enamorara y bueno, aquí estamos”.
Aquel primer acercamiento se dio en octubre del 2020 y, tan sólo cuatro meses después, la travesía profesional arrancaría de lleno con su partida a Ecuador junto a esas amistades que la siguieron alentando hasta el final.
“Yo jamás me veía trabajando en una oficina, fui muy honesta conmigo, me estaba comenzando a fascinar viajar y escalar, y es allí cuando decido seguir haciendo mis dos grandes pasiones y el proyecto perfecto para eso es el de las siete cumbres porque te da la oportunidad de viajar por todos los continentes, hasta a La Antártida”.
Un récord por cumplir
Aconcagua, Denali, Kilimanjaro, Kosciuszko, Vinson y Everest, son seis de las siete cumbres que ha escalado la leonesa que, de forma emotiva, narra la travesía histórica en la República Popular China.
“Llevé un entrenamiento muy especial para lo que se requiere allá arriba, duré 54 días y la verdad físicamente iba muy bien. No me gusta mucho pensar en el futuro ni imaginar situaciones, soy más de la idea de disfrutar el presente”.
Disfrutando cada momento, desde su llegada al primer “basecamp” donde su cuerpo se aclimató para afrontar el reto, pues el clima fue demasiado duro.
“Tienes que hidratarte, estar enfocado y no quieres perder energía. Fueron días muy largos de descanso donde comencé a desesperarme por tanta inactividad. Después de 21 horas seguidas de expedición me di cuenta que ese periodo es lo que te mantiene viva”.
Los obstáculos fueron tan grandes que el dedo grande del pie izquierdo, y el meñique del brazo derecho, se les congeló por completo; sin embargo, no se dio cuenta hasta tiempo después.
Con un frío totalmente insoportable al registrarse temperaturas de hasta -40 grados centígrados, era hasta imperceptible dicho dolor en su tejido.
“Sí tenía frío, pero mi cuerpo no me dio esa información y yo nunca sentí que se estuviera congelando (el dedo). El viento te tumbaba y era muchísimo cansancio encima, llegué al campamento tres cansadísima y cuando me quiero cambiar los calcetines me doy cuenta que está morado, y lo mismo con mi dedo meñique”.
Consciente de los riesgos que representa dedicarse a tal disciplina, fue receptiva a lo que pudiera pasar.
No obstante, un día después de suscitarse el hecho, voló en helicóptero hasta Katmandú, la capital de Nepal, donde fue directo al hospital.
Allí mismo, después de las revisiones correspondientes, regresó a México lo más pronto posible para comenzar un tratamiento que, hasta ahora, ha sido completamente exitoso.
Un último paso
Lo que hace cinco años parecía impensable, hoy es toda una realidad.
Andrea Dorantes se encuentra a sólo un paso de concretar el récord de escalar las 7 cumbres con una última parada en el monte Elbrús ubicado en Rusia.
Aquello simplemente acrecentará esa sed de trascender en la eternidad del deporte mexicano, pues ya tiene en mente otro proyecto una vez alcanzada la meta.
Es el del Grand Slam de los exploradores, el cual consiste en escalar las siete cumbres y esquiar al polo sur y norte.
“El polo sur ya lo hice y sólo me falta el norte. Es un reto que ningún mexicano lo ha hecho y entonces me llama muchísimo la atención. Será en abril del 2024 cuando vaya al norte y lo complete”.
Así, en medio de la emotividad por estar a punto de concretar una meta impensable, Andrea se dice entusiasmada por compartir sus experiencias con los jóvenes y ser ese motivo de inspiración para que, ellos mismos, escalen sus propias montañas.
“Sean honestos con ustedes mismos, comprométanse, la gente siempre les dirá que no, pero ustedes tienen que creer en su potencial, en su propia realidad y todos los días tomar un paso. Un día lo van a lograr”.