En este espacio he compartido las penas y las glorias de dedicar la vida a los árboles. Desde las faldas de los volcanes en Puebla, la tierra que me vio nacer, ascendiendo a ellos con arbolitos en los hombros para soñar con más bosques y evita la muerte de los glaciares, hasta el logro del gran proyecto de la Sierra de Lobos iniciado hace 25 años con don Jorge Arena con quien compartimos la construcción de un legado ambiental para la ciudad en el “tinaco” de León.
Pero el verdadero resultado de la pobrísima cultura ambiental que tenemos los leoneses, se refleja en la bajísima tasa de árboles por cada 10,000 habitantes y que es 3 veces menor que la de Guadalajara. La consecuencia de esto, es la tala, el robo, los daños y el reducido interés ciudadano por reforestar y con ello respetar el ciclo del agua que nos da la vida. Se trata de reforestar de la Sierra de Lobos hacia abajo como la única posibilidad de mitigar el cambio climático que ha hecho crecer en el Bajío, la temperatura en los últimos 10 años a casi un grado centígrado. Las islas de calor son más numerosas. La humedad relativa sigue decreciendo y nuestros parques tienen en esta sequía sus lagos, secos, como Chapalita.
Veo cómo se critica, se habla, se escribe sobre la problemática del agua para León y sobre la tala de árboles del Malecón, en una expresión ciudadana legítima, pero que debería ser acompañado por haber sido dicho por quienes ponen tiempo, esfuerzo o dinero para reforestar. En esta sequía León ha perdido la cuarta parte de sus árboles en las calles y parques, en parte por culpa de nosotros los ciudadanos. Especies que no resisten ya la falta de agua y que mueren de estrés hídrico atacados por plagas de muérdago.
Me pidieron muchas personas pronunciarme con indignación por la muerte de tantos árboles en el lecho del Malecón. Sí, falta en los funcionarios municipales liderazgo entre la ciudadanía y gestión con colonos, es cierto. La obra es necesaria, también es indudable. Pero qué no hemos hecho la ciudadanía para mitigar -no solo en el Malecón sino en cantidad de espacios públicos como el resto del cauce aguas abajo-, donde no hemos reforestado. Me duele la muerte de esos laureles y ficus; es el duelo por seres vivos que nos dan oxígeno. Pero les invito mejor a que acudan a reforestaciones ciudadanas de este mes a lugares como Sierra de Lobos, al Parque Chapalita, a Ciudad del Niño Don Bosco y que permanezcan el resto del año llevando agua para sostener el plantado de ellos.
Los árboles son criaturas vivas que responden al cuidado que les damos. Su genética se adapta a cambios incluso climáticos y sobreviven cuando les visitamos y atendemos. Claro, hay principios científicos, pero es el cuidado el que les hace sobrevivir. Si no inculcamos a las siguientes generaciones el amor al árbol como producto natural de nubosidad y así, de agua, no tendremos futuro como ciudad. El agua se acaba a una velocidad más rápida que el crecimiento poblacional de León. Extraemos agua a más de 200 metros y esto tiene un límite.
Me indigna sí, y mucho. Pero no sirve de algo el reclamar si no va acompañado de una acción para pedir árboles al vivero municipal y poner los brazos y el tiempo y el dinero incluso para sembrar en otros lados y con especies nativas (al final tumbaron árboles extranjeros no endémicos) de la “paleta vegetal” local y hagamos así, un enorme movimiento que involucre a más escuelas, colonos, menores, etc. Firmo las demandas, sí, pero eso no será suficiente si no pasa a la acción de hacer estos días, cajetes, comprar árboles y plantarlos, teniendo el hábito humano de regarles como si fueran hijos.
Todas las obras civiles que hacemos los humanos, las empresas y los gobiernos, tienen un impacto ambiental, la cuestión es cómo mitigarlo. Y solo será posible esto, si pasamos de la queja a la acción. Los árboles que serán replantados probablemente morirán (he constatado que así sucede) pues requieren enorme cariño, nutrientes y agua tan escasa. Se plantarán árboles en otros lados, pero lo que nos refleja este hecho, es que falta una enorme gestión del gobierno con la ciudadanía para evitar que se hagan acciones en la madrugada y sin involucramiento social.
Los árboles del Malecón
Me duele la muerte de esos laureles y ficus; es el duelo por seres vivos que nos dan oxígeno. Pero les invito mejor a que acudan a reforestaciones ciudadanas de este mes a lugares como Sierra de Lobos, al Parque Chapalita, a Ciudad del Niño Don Bosco y que permanezcan el resto del año llevando agua