Muchos supuestos liberales defienden, y con razón, las libertades económicas. Otros añaden las libertades políticas a la lista de derechos naturales. Cuando sopesan las libertades personales, sin embargo, demasiados afirman que no se debe permitir el libertinaje y defienden “la moral y las buenas costumbres”, que no son más que los usos y costumbres de la gente con dinero.
Este sábado 24 de junio se llevó a cabo en la Ciudad de México la marcha del orgullo gay: la 45ª en la capital para defender los derechos de la comunidad. De unos tímidos inicios, marcados por el temor a agresiones, “el Pride” se ha convertido en un fenómeno social. El propio Martí Batres, jefe de gobierno, que no se caracteriza por hacer buenas cuentas de asistentes a manifestaciones, reconoció 250 mil participantes. Gays, lesbies, trans y otros hicieron sentir su presencia durante horas en la atestada avenida de la Ciudad de México. Muchos protestaban por la escasez de medicamentos y la falta de atención a enfermos de sida en este gobierno.
Según la Encuesta Nacional sobre la Diversidad Sexual y de Género 2021 del INEGI, el 5.1 por ciento de la población mexicana se identifica con alguna de las definiciones de la comunidad LGBTI+. Es una cifra poco menor a la de Estados Unidos, donde según Gallup el 7.2 por ciento se identifica así. La empresa Ipsos señala que en el mundo solo 1 por ciento se autodefine de esta manera, pero en los jóvenes de la generación Z, nacidos a partir de 1997, el número sube a 4 por ciento. Entre menos represión en una sociedad, mayor será el número que acepte ser homo- o bisexual. El que en México el porcentaje sea superior al mundial, aunque inferior al de Estados Unidos, sugiere que tenemos una actitud liberal superior a la que podríamos haber sospechado.
Este día de San Juan era fácil ver la apertura en el Paseo de la Reforma. La mayoría de los participantes eran gay, pero muchos no estaban presentes para apoyar a sus parientes o simplemente como una expresión de apertura. Eran numerosas las familias con niños, incluso bebés.
Los prejuicios no han desaparecido. Al tuitear algunas fotos desde la marcha fui objeto de insultos por muchos que se esconden en el anonimato de las redes. Son los resabios de una comunidad conservadora atemorizada porque sus prejuicios se diluyen cada vez más.
“En la recámara, también, nosotros los liberales modernos queremos que tú puedas hacer lo que quieras sin dañar a terceros, y casarte con quien tú quieras, o entrar al baño de tu elección de género”, ha escrito Deirdre McCloskey, la economista liberal trans, en Why Liberalism Works. Son libertades que ha sido difícil conquistar. En muchas sociedades “el gobierno en todos sus niveles ejerció sus poderes de policía para interferir violentamente en las relaciones consensuales de recámara entre adultos”.
La marcha del orgullo genera incomodidades a los vecinos. Se suspende el servicio de Metrobús y la policía cierra calles de manera autoritaria, impidiendo a la gente llegar a sus hogares. Además, algunos grupos expresan odio a las comunidades cis (heterosexuales) o manifiestan exigencias que van más allá de la igualdad de derechos. Algunos trans piensan que pueden borrar la identidad de las mujeres y afirman que ya no hay mujeres sino “personas menstruantes” o incluso “no hombres”.
El viejo principio liberal de que tus derechos terminan donde comienzan los de los demás debe permanecer vigente, pero hay que celebrar la manera en que la comunidad gay ha peleado por sus derechos y ha logrado obtener un lugar importante en este diverso país. Es signo de una sociedad que se hace liberal.
Autoridad
Dice AMLO que la Suprema Corte no tiene “autoridad moral” para cuestionar el procedimiento del Poder Legislativo en el plan B. Pero fue el Ejecutivo el que violó las normas del Legislativo al ordenar la aprobación del plan B sin discusión y sin siquiera dar tiempo para la lectura de las iniciativas.
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