POR PONERLE más atención al pleito con Alejandro “Alito” Moreno, no se ha dimensionado con claridad el tamaño del boquete para el PRI que representa la renuncia de Claudia Ruiz Massieu, Miguel Osorio Chong, Eruviel Ávila y Nuvia Mayorga en la Cámara de Senadores.
AL ABANDONAR la bancada priista, el grupo parlamentario que encabeza Manuel Añorve quedó reducido a tan sólo nueve escaños. Esto convierte al PRI en ¡la cuarta! fuerza política en el Senado, por debajo de Morena, PAN y hasta Movimiento Ciudadano. Dado el frágil equilibrio que hasta ahora había logrado mantener el bloque opositor ante la aplanadora morenista, más de uno teme que el régimen obradorista aproveche este quiebre para intentar pasar reformas constitucionales que de otra manera serían inviables.
Y, BUENO, “Alito” ya está acostumbrado, así que seguramente esta nueva descalificación hacia su dirigencia ni le va, ni le viene. Para quienes se vuelve más problemática es para sus aliados del PAN, el PRD y varios organismos de la sociedad civil que nomás no encuentran manera de justificar ir de la mano con tan indefendible personaje.
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EL SECRETARIO de Gobierno de Nuevo León, Javier Navarro, acaba de imponer una nueva marca mundial en el deporte de lavarse las manos. Según el funcionario, la masacre de seis personas acribilladas ante una pared en Apodaca no fue un fusilamiento… fue “sólo” una ejecución.
POR ALGUNA extraña razón, para Navarro resulta más suave una palabra que la otra, pese a que en ambos casos se trata de mexicanas y mexicanos que fueron asesinados a mansalva. Las víctimas, cuatro hombres y dos mujeres, fueron bajados por la fuerza de vehículos, los hincaron de frente al muro con las manos atadas y, uno a uno, les dispararon en la cabeza.
ES DECIR, lo único que faltó para que literalmente fuera un fusilamiento fue que los sicarios hubiesen formado el pelotón de fusilamiento. Mal andan las cosas cuando al encargado de la política interna de la entidad le interesa más la gramática, que la dramática ola de violencia.
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PARA muchas personas suena ilógico que la Secretaría de Marina se haga cargo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Sin embargo, quienes han tenido la desgracia de volar en estos días desde o hacia la capital consideran que la idea es muy acertada. Porque nadie mejor que los marinos para tomar un vetusto AICM que está haciendo agua, se hunde en la saturación de pasajeros y ya tocó fondo en el descuido de sus instalaciones.