Como muchos ciudadanos del País, escribo indignado por los miles de espacios publicitarios que con dinero sucio, tapizan el paisaje de nuestro País. Aquello que por décadas la izquierda criticó del PRI-AN, es ahora la práctica corrupta que tiene MORENA al comprar bardas y espectaculares. Sabemos que la ley electoral debería tener modificaciones para que, con mayor flexibilidad, se permita en el futuro, hacer juego electoral tiempo antes de que oficialmente inicie el periodo de la contienda. Pero la actual ley, buena o mal, lo prohíbe y lo llama “actos anticipados de campaña”. Y en mucho, esta ley vigente se debe a que la izquierda, con el PRD al frente, empujó reformas para hacer más equitativa la contienda. Pero ahora que son ya poder, se les olvidó aquello por lo cual luchamos.
Por eso, cuando veo las sonrisas fingidas de los candidatos en toda la publicidad, les pregunto: ¿de qué se ríen? Disfrazados de literatos de libros, con portadas de revistas, de conferencistas, de promotores grupos filantrópicos o de solo receptores de simpatías, la realidad es que los espectaculares de MORENA son un dinero tirado a la basura en un País tan necesitado de buenos proyectos. Es incoherente para una propuesta política que, desde la tradición de la izquierda, lo rechazó por constituir prácticas que, junto con los mítines de acarreo, fueron lo peor de esa herencia que el PRI desarrolló por décadas.
Solo en el estado de Guanajuato se pueden ubicar más de 900 espectaculares y más de 50 mil bardas en los 46 municipios; no es difícil contabilizarlo y constatarlo. La proporción entre las que hacen MORENA y sus aliados, supera casi la proporción entre los programas sociales federales contra los estatales en una proporción de 20 a 1. Esto es, por cada veinte que pone MORENA, el PAN apenas ha logrado poner uno. Caras espantosas como la de Adán Augusto, -la menos fotogénica de este mundo mundial- se quiere presentar como la de una persona agradable; con photoshop aparecen ahora muchos sin arrugas ni canas con dentaduras de revista de moda; nos presentan risas fingidas para buscar convencer a los potenciales electores que estamos hartos de años de campañas anticipadas, cuando hoy olvidan la labor para la que fueron electos.
¿De qué se ríen? La inversión de los espectaculares y bardas, solo en nuestro estado, suponiendo a precios de mayoreo en un periodo de un mes (generalmente los contratos son de tres meses), supera en su conjunto dimensiones de 300 a 400 millones de pesos mensuales. Imposible, complicado, seguir la huella del dinero, pues todo es cash. Hoy, el ejército maneja sumas millonarias; el narcotráfico afín al régimen, inyecta cash; el diezmo en las crecientes nóminas del oficialismo es recogido para “la causa” y los grandes proveedores como siempre, deben doblarse para seguir teniendo esos contratos, hoy 90%, de asignación directa.
¿De qué se ríen? Al no poder cambiar las reglas electorales del INE, el oficialismo tendrá que esperar al 2024 a que intente reformar la ley y poder mantener esta práctica. El Presidente AMLO repitiendo todos los días a todas horas, sus ataques a la oposición y de promoción de sus “corcholatas” en aquella práctica que siempre criticó, nos muestra que las risas burlonas son la condición humana donde se puede decir una cosa y terminar haciendo otra. Usar el poder presidencial para ofender, atacar, discriminar, amenazar, a todos sus adversarios; es aquello que tanto sufrimos en las décadas pasadas siendo oposición.
Necesitaríamos poner el ejemplo de que es posible y necesario, hacer campañas políticas de otra manera, pues usar los programas sociales para comprar voluntades; armar mítines para mostrar el “músculo” electoral, fueron prácticas denigrantes para los más pobres y sus básicos de dignidad. Llenar auditorios y plazas con la gente más humilde, que solo quiere salir a pasear y que le den sus tortas a cambio de usar colores partidistas y aplaudir, en lo que siempre quisimos erradicar de nuestro País. Tristes estrategias para mantener el poder. Igual que los de antes. Por eso, les pregunto: “¿De qué se ríen?”.