Xóchitl Gálvez, la señora “X”, -como la llama el poder presidencial-, es de hecho, la candidata del llamado Frente opositor al régimen. Ella es hoy, el “alter ego” del Presidente AMLO, la persona que, con respecto a él, está muy identificada con muchas de sus opiniones o modo de actuar, con su hablar siempre sobre los pobres. Pero la diferencia está en el “cómo” sacarles de la pobreza. AMLO quiere hacerlo regalando dinero y Xóchitl, estudiando. Tan así, que muy a su personalidad, AMLO la atacó, ofendió y amedrentó, con todo el poder del Estado mexicano, hasta que el INE tuvo que detener el odio del Presidente, basados en la ley electoral.
La señora “X” encarna todo lo que Andrés Manuel aborrece: el “aspiracionismo”, la actitud frente a la vida que hace que un buen estudiante salga a la cabecera municipal a estudiar, que se anime a pedir una beca préstamo para ir a una escuela privada, que una familia pida crédito a la Caja Popular, o que un trabajador concurse por un ascenso laboral. AMLO critica siempre a los emprendedores y a los empresarios, pensando que la riqueza es mala por ella misma y que ellos encarnan la maldad. Él, quien ha vivido siempre de la política, no entiende ni entenderá lo que representa “aspirar” a una vida mejor y estudiar para lograrlo.
Pero lleva días atacando a la señora “X”, con cualquier tipo de crítica. Triste ver que un ser humano, como el Presidente, pueda pasar el día recordando al pasado, echando culpas a otros, rechazando la realidad con “otros datos” y atacando así, a una mujer. Para quienes le admiramos y apoyamos en sus campañas electorales, resulta, como a mí, decepcionante, ver a AMLO agrediendo así, a un individuo. Conocí a Xóchitl por 1998 en un foro sobre edificios inteligentes. Me sorprendió su historia: salir de la pobreza, estudiar contra la corriente y llegar a la mejor universidad privada del País, como un ejemplo que ojalá muchos jóvenes siguieran. Crear la consultora, hacerla empresa, transformar conocimiento en tecnología, sin perder a través de su Fundación, la sensibilidad para las clases sociales, son los ejemplos de vida que deberían cundir en México.
Para quienes salimos desde las limitaciones económicas para aspirar a tener un futuro mejor, sabemos que es con el sudor de la frente como se logran las cosas. El Estado, el gobierno, tienen obligaciones con las mayorías pobres, es cierto. Pero cualquiera puede comprobar que, en el trabajo popular, regalar bienes, alimentos, dinero, crea dependencia. No formar capacidades, organización popular, solo crea “clientelismo”, lo que tanto beneficio le dio en el pasado al PRI y ahora a MORENA.
Xóchitl no ganará la Presidencia el año próximo. El régimen es demasiado fuerte. Durará uno o dos sexenios más. Son 22 gubernaturas, el poder económico del narco, los enormes negocios de la obra pública y concesiones, junto con 30 millones de apoyos sociales ligados al voto, que les hacen invencibles. Pero necesitábamos que un mexicano, una mexicana salida desde abajo y que logró crear empresas, saliera a ser candidata de las clases medias y de los jóvenes. Por eso, es triste, indignante, que el Presidente AMLO descalifique a Xóchitl. Muestra su misoginia, su desprecio, usando todos los recursos públicos para criticar a una de millones que muestra con su vida, que es necesario y posible, salir adelante. Salir de la pobreza, de las discriminaciones y racismos, para estudiar en la UNAM, muestran lo que deberíamos lograr como ejemplos, para más mexicanos.
Las “corcholatas” del régimen son muestras de otros estilos de persona: Claudia, la académica que rodeada de privilegios optó por la política y Marcelo, el político que cambió siempre de colores según había viento. Por eso, Xóchitl contrasta, porque no tendrá “cola que le pisen” a pesar de lo deplorable usar datos del SAT que violan el secreto fiscal, y el Presidente la ataca, cuando debería reconocer a empresas de alta tecnología como las de ella, que generan empleos y crean riqueza. Necesitamos más Xóchitls en el País. Inculcarlo a los menores. Esos sueños siempre se hacen realidad. No es extendiendo la mano al gobierno o clamando al cielo como los menores construyen un futuro. Lo vi en mi vida en cientos, miles de casos: la visión confiable de futuro y redes de apoyo, lo logran.