Cuando en las épocas universitarias, por allá de los años 70 del siglo pasado, Enrique Gómez Orozco comentaba entre sus amigos que se encontraba frente al dilema de ser escritor comprometido o empresario, no imaginábamos que encontraría su destino a la mitad del camino entre ambas actividades: el periodismo. Ahí halló la zona ideal, en el tiempo preciso para desarrollarse personalmente con éxito.
Pronto se haría cargo del periódico AM, exactamente en los momentos en que iniciarían los primeros estallidos de la transición a la democracia en México. Le tocó conducir el diario en momentos en que el periodismo crítico y libre, abierto a todo tipo de expresiones, resultaba fundamental para lograr los cambios que el país y Guanajuato necesitaban. Luego vino el derrumbe del PRI en el estado. Ya el siglo XXI empezaba a proyectar su sombra, que anunciaba cambios más radicales.
En línea con un grupo selecto de periódicos independientes, AM hizo periodismo de investigación y dio voz a las denuncias de reiterados fraudes electorales. En un proceso similar al que ocurrió a finales del siglo XIX en Estados Unidos, durante la llamada “Era del Progreso” (1890-1920) los periodistas de denuncia fueron fundamentales para hacer funcional el capitalismo norteamericano, impulsado por el presidente Teodoro Roosevelt, al liquidar monopolios, promover la competencia e iniciar el ataque frontal a la corrupción en las ciudades. Allá quedó asentado que la buena prensa es decisiva para lograr la transformación de cualquier sociedad moderna.
En esa dirección Enrique Gómez supo entender el momento, comprometiendo a AM con la verdad. Hoy varias ciudades del Bajío gozan de la información que abastece este grupo editorial, siendo un instrumento valioso para conocer su realidad sin tapujos.
Pero el tiempo pasa y llegan los momentos de la renovación. Ahora un nuevo miembro de la familia tomará por su cuenta y riesgo la delicada conducción de la empresa periodística. Seguramente saldrá avante. Con trabajo, responsabilidad y sentido común llenará el espacio cedido por su perspicaz predecesor. Hay buena madera.
Por lo pronto, para irlo calando, quizá como bienvenida, la mar parece embravecerse porque nuestro estado se complica. Poco a poco, la desatención de un Gobernador sin dotes para mandar ha ido tejiendo su propia trampa. Ahora el amasijo político que construyó, siguiendo consejos errados, está a punto de engullirlo junto con sus burócratas de oropel que lo rodean. ¿Qué es lo que está sucediendo?
Inspirarse en el poder y señorío de los autócratas más insignes de la historia, no es una buena idea para enfrentar los desafíos del Guanajuato del siglo XXI. Doscientos años de historia han cincelado una sociedad diferente, compleja, diversa y complicada de gobernar. La insana intención de designar a su sucesora por dedazo solo revela la necesidad de cubrirse las espaldas, temeroso por haber realizado conductas que puedan ser punibles. ¿Qué otra razón tendría el gobernador para obstinarse en designar a su heredera? Ese debería de ser un problema de su partido político, no de él. Pero empantanado en el absurdo, insiste en imponer, abusivamente, al próximo gobernante, al margen de millones de ciudadanos.
Parte de la estrategia oficialista consiste en vendernos planteamientos incoherentes, hacia las elecciones del 2024. Es el caso de pretender asustar, e incluso chantajear a la sociedad, para que vote por ellos, infundiendo temor por el arribo del socialismo.
Plantean que la futura elección se definirá entre socialistas y capitalistas. No nos espantemos, no estamos en ese escenario. Optar por el socialismo ubicados al lado del país más capitalista del mundo, con el cual tenemos una frontera de 3,000 kilómetros, nos compra el 80% de nuestras exportaciones y del cual somos su primer socio comercial, es una opción inviable… una estupidez, de plano.
Que no nos engañen, lo que está en juego en la próxima elección es la transición de una economía de compadres, hacia un capitalismo funcional, abierto al libre mercado y a la competencia. Como sucedió en Estados Unidos hace un siglo.
El partido retador Morena intenta reivindicar para sí, su propio capitalismo de cuates. Quieren que les haga justicia la revolución. En Guanajuato, rodeado de unos cuantos empresarios amigos, Diego Sinhue pretende hacer trascender el grupo comercial que se ha creado en su entorno para que siga operando seis años más, ese es el trasfondo de todo.
Por eso hay que obligarlos a establecer procesos democráticos para seleccionar a los futuros candidatos. Lo que debemos construir es un capitalismo que permita el desarrollo del grueso de la sociedad, sean ricos o pobres, siempre iguales ante la ley y sin influyentísimos. No por nada nuestros paisanos emigran a los Estados Unidos. Allá hay trabajo, mejores salarios y posibilidades de emprender negocios fácilmente.
Nuestro desafío es cimentar un capitalismo funcional, que no dependa del visto bueno de burócratas abusivos. Que fomente la competencia y no inhiba a los emprendedores. Que permita crear riqueza y soñar con cosas mejores.
Esa es una de las características esenciales del gobierno que debemos exigir, mientras expulsamos a los compadres despóticos y corruptos, que hoy pululan dentro del gobierno. Debemos renovarnos.