Cuernavaca.- Cuando la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados citó al subsecretario de salud Hugo López-Gatell el 19 de julio para explicar la decisión de cancelar normas oficiales de salud, el funcionario se negó a responder. Que no tuviera tiempo de atender a los diputados no significaba que no pudiera acudir a otras reuniones. Este 21 de julio, por ejemplo, López-Gatell asistió al diálogo Recuperación de lo Público en Salud y Bienestar en el Faro Recreativo y Cultural de Iztacalco en la Ciudad de México. Ahí lo confrontaron, sin embargo, víctimas del desabastecimiento de medicinas psiquiátricas.
López-Gatell sostuvo el 28 de junio de 2021 en el Chamucho TV que la falta de medicamentos es “parte de una campaña más allá del país de los grupos de derecha internacionales que están buscando crear esta ola de simpatía en la ciudadanía mexicana ya con una visión casi golpista”. El propio presidente López Obrador, que en un principio dijo también que no había desabastecimiento, ha reconocido ya en varias ocasiones la escasez; incluso ha dado ultimátums a los responsables para resolverla, lo cual de nada ha servido. La falta de medicamentos es simplemente una expresión de un profundo deterioro del sistema mexicano de salud.
El presidente vive en un mundo de fantasía. En múltiples ocasiones ha declarado que el sistema de salud de México será como el de Canadá o los de los países nórdicos. En enero de 2020 dijo que sería como el de Dinamarca, donde piensa que todos los servicios y medicamentos son gratuitos y que esa es la única característica del sistema, para ahora afirma que será mejor. Ha retrasado, sin embargo, varias veces la fecha para ese logro: de fines del 2020 ahora a la conclusión de su sexenio.
En vez de avanzar, el presidente ha tomado medidas destructivas, como eliminar las subastas consolidadas de medicamentos, cerrar por razones políticas plantas productoras de fármacos, eliminar el Seguro Popular, crear el Insabi en 2020 y eliminarlo en 2023, y centralizar el sistema de salud en el IMSS-Bienestar, exactamente lo contrario del descentralizado sistema danés.
Las instituciones de salud están en una situación crítica. Incluso el IMSS tradicional, que tiene un financiamiento mayormente privado a través de cuotas a empresas y trabajadores, registra esperas cada vez mayores y falta de insumos y medicamentos. El presidente ha afirmado que el problema de salud es producto de la corrupción, que él dice haber erradicado, y no de la falta de recursos. Dinamarca, sin embargo, gasta 10.8 por ciento de su producto interno bruto en salud, 85.4 por ciento del cual proviene del gobierno. En México el gasto total en salud asciende a 6 por ciento del PIB, pero el gasto público es de solo 2.9 por ciento (Fundar). Ante el desastre de las instituciones públicas, un número creciente de pacientes está optando por acudir a consultorios privados, especialmente los adyacentes a las farmacias. Desde otra perspectiva, el gasto público ascendía a 54 por ciento del total en salud en 2013, pero en 2019 había caído a 49 por ciento (Nexos, OMS). La cifra era de 48.8 por ciento en 2022, según el Instituto Nacional de Salud Pública.
No solo no nos estamos acercando a un sistema de salud como el de Dinamarca, sino que el que tenemos se deteriora cada vez más. El único avance ha sido en la privatización de los servicios. Por eso es tan paradójico que López-Gatell dé conferencias sobre la recuperación de lo público en salud.
Derrame
Un grupo de especialistas de la UNAM afirma que el derrame de petróleo de la sonda de Campeche se extiende ya a 467 kilómetros cuadrados. Pemex, que no informó en un principio, afirma que el derrame fue de solo 635 barriles y afecta 0.06 kilómetros cuadrados. Pero la UNAM, como dice el presidente, es una institución neoliberal.
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