Valentina con la foto de ella niña y su mamá

León, Guanajuato.- Hoy en León solo quedan dos sobrevivientes de un grupo de mil 400 refugiados polacos que fueron recibidos en plena Segunda Guerra Mundial con flores y música y se establecieron en la llamada “Pequeña Polonia”.

El pasado 1 de julio se cumplió el 80 aniversario de su llegada, sin embargo, de ese grupo original solo quedan en la ciudad Valentina Grycuk Bronicka y Olenka Grzybowicz. Una tercera, Frania Pater Maziak, falleció el viernes 27 de julio, a los 100 años. “En noviembre de 1939 estalló la II Guerra Mundial. Yo tenía dos años cuando salí de Polonia”, contó a AM Valentina Grycuk, de 86 años de edad.

Ella y su familia  fueron llevadas a un campo de concentración de trabajos forzados, no de exterminio, en Siberia. Ahí murió su madre y su padre fue forzado a entrar al ejército y se perdieron el rastro. Alrededor de 1942 el grupo fue liberado y enviado al puerto de Karachi, hoy en Pakistán, a esperar un país que quisiera darles asilo. México fue uno de ellos.

A León llegaron a la que se conocía como “Escuela Granja”, donde actualmente está la biblioteca del Forum Cultural Guanajuato. “El recibimiento fue hermoso, había música. Yo veía a mucha gente llorando, con flores, muchas señoras con dulces, con galletas para los niños y me preguntaba ¿Por qué lloran si está tan bonito aquí? Yo no entendía la tragedia que estábamos viviendo, era muy chiquita”.

Poco después los enviaron a la Hacienda de Santa Rosa, hoy el albergue Ciudad del Niño Don Bosco, donde retomaron su vida. Terminó la guerra y en 1947 se disolvió la comunidad refugiada, algunas personas regresaron a Polonia, otras fueron a Canadá y Estados Unidos.

Valentina junto a otras polacas que llegaron a México, a la izquierda Frania, fallecida hace dos semanas. Foto: Cortesía.

Por su parte, el padre de Valentina, Wenceslao Grycuk, regresó a su país y se volvió a casar. Para entonces ya había muerto la abuela de Valentina, pero fue la pérdida de su abuelo, en un accidente, un golpe más duro para ella. A los 16 años se fue con otros parientes a Ciudad de México, donde conoció a Francisco González Torres, un comerciante leonés con quien se casó y tuvo ocho hijos.

 

La vida en León

 

Años después, regresaron a vivir a León y fundaron una pequeña empresa de chalecos de piel tipo hippie y él se iba a la frontera a venderlos. Pero en 1971, Francisco murió. Valentina quedó a cargo de sus ocho hijos, el mayor, de 13 años. “Trabajé muchísimo, no hice capital pero saqué adelante a todos mis hijos”.

Años después también sufrió la muerte de dos hijos, ya adultos. “Son capítulos que Dios va permitiendo y todos en la vida tenemos una dosis de amargo y esto es lo que me ha tocado a mí, pero Dios no me ha abandonado”, pues tuvo la oportunidad de reencontrarse con su padre, ya en Polonia. “Conocí a mi papá después de 35 años. Era de noche, toqué la puerta, salió mi papá. Le digo ‘¿No me conoces?’, me dice ‘No’, ‘Soy tu hija, Vala’. El pobre viejito temblaba de emoción, ‘hijita, ¿de dónde saliste?’ Gocé a mi padre 90 días, que valen por sobre una vida”, dijo emocionada.

Muestra las fotografías de sus padres. Foto: Omar Ramírez.

Sobre la guerra de Rusia y Ucrania, dice que es una desgracia que no aprendamos. “Las guerras son negocio para unos cuántos. Con México solo tengo gratitud, esta también es mi patria”. Valentina goza la vida con sus seis hijos, 19 nietos y nueve bisnietos, a ellos quiere dejarles una enseñanza: “Lo que les toque vivir, hay que vivirlo plenamente”, finalizó.

LALC
 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *