“De lengua, me como un taco”. Hocicones somos los mexicanos, pues “prometer no empobrece”. AMLO encarna todo lo que somos y decimos los mexicanos. “Tendremos un sistema de salud como el Dinamarca” dijo en numerosas ocasiones el Presidente AMLO. Lo prometió para justificar la destrucción del Seguro Popular y controlar el presupuesto federal hacia los estados. Era el 1 de diciembre de 2018 y frente a quienes llenamos el zócalo capitalino a reventar, y entre cien compromisos, Andrés Manuel López Obrador gritó otra promesa: “Se hará realidad el derecho a la salud”. Excelente; lo necesitábamos; una buena y justa intención; su propósito era garantizar a los mexicanos atención médica y medicamentos gratuitos, empezando por las zonas más pobres del país. Textual: “Poco a poco se irá ampliando el programa hasta que logremos, a mediados del sexenio, establecer un sistema de salud de primera, como en Canadá o en los países nórdicos”, antes de que los gritos de la gente ahogaran sus palabras para vitorearlo como a un dios.
La ambiciosa promesa requería inyectarle recursos al fragmentado sistema de salud mexicano y ampliar la cobertura médica de casi la mitad de la población, aquellos que quedan fuera de la seguridad social porque tienen trabajos informales. Para ello, en noviembre de 2019, el Gobierno de AMLO creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). El nuevo organismo disolvió el Seguro Popular (SP), creado en 2003, un sistema que funcionaba mediante la cobertura federal de un catálogo limitado de enfermedades y cuyo servicio era prestado por los sistemas estatales de salud. López Obrador, que llegó a decir que aquello no era “ni seguro ni popular”, erró, la “cajeteó” diríamos en buen mexicano. Su proyecto, centralizaba los recursos del SP, tanto los que venían del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos (que financiaba la atención de las enfermedades más graves), como el presupuesto asignado a los Estados. Además, abría el catálogo a todo tipo de afecciones y medicamentos, en la justa promesa de una cobertura efectivamente universal.
Pero dedicó el dinero a otras prioridades; puso al frente del INSABI a un antropólogo incondicional de él y cuatro años después, en la práctica, intentó corregir el error y MORENA tuvo que desaparecer al fracasado INSABI. La realidad es que el CONEVAL publicó recientemente los datos de acceso a la salud: en 2018 había 20 millones de mexicanos sin acceso; ahora son 50 millones. Las dos decisiones torpes que tomó AMLO: desaparecer el Seguro Popular y dejar de comprar medicinas provocando desabasto general, nos dejó lejos de Dinamarca y Canadá. Estoy seguro que Andrés Manuel no conoce los Países Bajos; no le gusta conocer, viajar, aprender de otras latitudes. No sabía lo que decía: Dinamarca ha destacado por su calidad, infraestructura médica, costos y disponibilidad de medicamentos; todos los servicios médicos son gratuitos y toda la población tiene asignado un médico especialista en atención primaria.
Lamentablemente, el Presidente se tuvo que morder la lengua. El fracaso del INSABI fue evidente, inocultable. Desaparecer el Seguro Popular, fue una decisión torpe, tomada sobre las rodillas; afirmar que no servía, o que era corrupto, fue algo que nunca se pudo probar. Fue falta de planeación y de financiamiento, un equipo inexperto en salud y los golpes de la pandemia de COVID acabaron con él. Hoy, el sistema de salud es un desastre; el desabasto de medicamentos ha golpeado a todos los espectros de pacientes, desde los oncológicos hasta los psiquiátricos. La estructura centralizada de administración pasó al IMSS-Bienestar. AMLO destruyó el sistema de compra y distribución de medicamentos que durante años llevaban a cabo el IMSS y las empresas farmacéuticas. Primero decidió que todas las compras las centralizara Hacienda y una empresa pública llevara a cabo la distribución. Después, esa responsabilidad la pasó al propio INSABI, en cooperación con la agencia especializada de la ONU. Y terminó pasándola de nuevo al IMSS. ¿Para qué engañar con falsas promesas? Pobre pueblo con estos servicios de salud y con desabasto de medicamentos. “Prometer no empobrece”, pero engañar, sí. El costo de estos errores son cientos de miles de muertos durante la pandemia COVID de acuerdo a la sobre tasa de mortandad que registró el INEGI y los 30 millones de paisanos sin acceso a servicios, como lo declara el CONEVAL, en este, el gran fracaso de AMLO.