Gabriel Jiménez dejó Guanajuato hace más de una década para perseguir sus sueños y actualmente es maestro de yoga, músico multiinstrumentista, productor musical y musicoterapeuta que radica en Nueva York.
Con más de dos años viviendo en la “Gran Manzana” se ha dedicado a dar clases de música, sesiones de meditación, tocar en conciertos, festivales y en emblemáticos espacios públicos como Central Park de Manhattan y el metro de la zona metropolitana.
Este joven celayense también es alumno directo del Maestro Dharma Mittra, quien a sus 84 años de edad es una leyenda viviente del mundo del yoga a nivel internacional.
“Ha sido todo un reto estar acá, el ritmo y la cultura es diferente, pero es una gran práctica el poder encontrar esa paz dentro de tanto caos”, comentó ‘Gabo’.
Actualmente está trabajando para sacar el tercer álbum de su carrera musical, con la intención de seguir conectando de manera espiritual con muchas más personas, sin dejar de lado sus raíces.
Una presentación que recuerdo con mucho cariño de hecho fue en el centro de Celaya, cuando presenté mi primer álbum, fue algo muy bonito por estar en el Jardín, no se planeó mucho pero se dio con el Instituto de Cultura, fueron muchos amigos y familia”, contó al respecto.
Un largo camino para llegar a Nueva York
Desde que tiene memoria, Gabriel Jiménez encontró en la música su forma de expresarse, primero con una arpa que tuvo desde los cuatro años de edad y después hasta la secundaria tomando sus primeras clases de guitarra.
Posteriormente fue vocalista de una banda de rock cuando estudiaba en el Colegio Rosenblueth y trabajó con un tío que se dedicaba a lo audiovisual en diferentes eventos, lo que lo convenció de querer estudiar la carrera de Producción Musical en Guadalajara.
En ese tiempo soñaba con ser DJ y productor de música electrónica, pero a mis 21 años estando en la escuela conocí a un maestro que expandió mi percepción musical. Me habló acerca de que todo en el universo es vibración, de cómo la música era una terapia y era utilizada para llegar a la meditación, reflexión y concentración por miles de años”, contó.
A partir de entonces, el celayense se convenció de que se dedicaría a la música pero desde un enfoque más holístico e integral, incluyendo la práctica del yoga.
Empezó a tocar instrumentos como el handpan, cuencos tibetanos, flautas indígenas, didgeridoo, guitarra, entre otros, recorriendo casi todo el país, además de lugares en Perú, Bolivia, Canadá, Estados Unidos, en donde se enriqueció de muchas culturas.
El toque especial
El joven guanajuatense creó un estilo llamado nadabrahmayoga basado en la música como yoga, por el significado que tiene para él.
“El yoga es la unión con lo divino, la unión con dios y la música es el lenguaje del alma y lo puede guiar hasta una divinidad, como sea que lo llamemos, no importa la cultura o la religión”, comentó.
Para llegar a este punto, Gabriel Jiménez trabajó primero consigo mismo para encontrar en la música esa armonía que después le permitiera compartirlo con otras personas.
Muchas personas conectan con mi música y existe una gratitud de su parte, desde gente en el metro que te dice que le cambiaste el día o hasta gente en una sesión de meditación que libera muchas emociones, mi intención siempre es lograr esa conexión y realmente solo somos canales”, añadió.
