Irapuato, Guanajuato.- El dolor, la desesperación, la angustia e incertidumbre por saber dónde están sus familiares llevaron a 19 mujeres del colectivo Hasta Encontrarte, y al hijo de 13 años de una de ellas, a conformar la Brigada de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

La vida para ellas ya no es la misma, perdieron el miedo y recorren calles, cerros, sembradíos y casas abandonadas en búsqueda de sus seres queridos desaparecidos víctimas de la violencia que se vive en Guanajuato

Aunque saben que exponen sus vidas nada las detiene, ni la indiferencia de algunas autoridades que les han negado acompañamiento y protección.

Día a día las mujeres se reúnen con la esperanza de poder regresar a alguna de las víctimas con su familia, aunque sea sin vida.

Día a día las mujeres se reúnen con la esperanza de poder regresar a alguna de las víctimas con su familia. Foto: José Antonio Castro.

La búsqueda en campo

Días antes de salir a campo el grupo planea la ruta que recorrerán y señalan los lugares en los que buscarán.

El martes 22 de agosto la brigada se reúne en un punto estratégico para luego hacer la tarea que le corresponde a las autoridades: buscar a sus desaparecidos.

Alrededor de las 10:30 de la mañana las mujeres esperan a los agentes de Seguridad Pública de Irapuato, el único apoyo con el que contaban ese día.

La espera se torna eterna, están impacientes por emprender la marcha para tratar de localizar a otra víctima; aprovechan el tiempo para platicar sobre sus vidas o de los pendientes de la brigada, y de repente sueltan alguna broma para levantar el ánimo.

La líder de la Brigada de Búsqueda, Karla Martínez, después de varios minutos empieza a desesperarse, pues cada segundo es importante, así que hace algunas llamadas para preguntar si les acompañarán los agentes.

Unos minutos después, alrededor de las 11 de la mañana, deciden partir solas, y suben a la camioneta Combi de los años 90 que les fue donada para que tuvieran un medio de transportarse en su labor independiente

Antes de arrancar reciben una llamada, les avisan que los agentes van en camino en una patrulla, así que las buscadoras aprovechan para almorzar mientras esperan.

Esperan la llegada de agentes de seguridad. Foto: José Antonio Castro.

Se dirigen a una taquería, compran refrescos y vasos, y piden varias órdenes de burritos para compartir. No tienen apoyos económicos, así que todos sus gastos corren por su propia cuenta.

Cuando hacen búsquedas con frecuencia el almuerzo es su único alimento en muchas horas, las mismas que pasan en zonas aisladas y lejanas buscando fosas, buscando restos, en jornadas que terminan a las 7 u 8 de la noche.

Cuando se sientan a comer el ambiente es de camaradería, se vuelven familia al compartir el dolor, el hueco en el corazón que deja no saber de sus seres queridos.

Después de varios minutos Karla recibe una llamada, le avisan que dos policías llegaron para acompañarlas, algunas no terminaron de comer, pero el tiempo es oro y lo hacen mientras caminan hacia la camioneta.

Vámonos, ya llegó la patrulla, el último que se pare paga los tacos”, dice Karla y sus compañeras ríen.

La líder se pone de acuerdo con los elementos de Policía y les indica los lugares de búsqueda para ese día, primero sale la camioneta con la brigada y detrás el vehículo oficial que le escolta.

En la búsqueda del 22 de agosto solo dos policías municipales las resguardaron. Foto: José Antonio Castro.

Un contratiempo se les atraviesa, la camioneta sufre una falla mecánica y deben detenerse en un taller mientras la reparan.

Pero nada detiene a las buscadoras, ya habían perdido un par de horas y aunque significaba menos tiempo para el trabajo en campo, el ánimo y la esperanza no decaen.

“Nos vamos a parar un rato, a la camioneta se le rompió un chicote y lo van a reparar”, comenta una de las buscadoras. 

Una vez resuelta la falla mecánica, la brigada se dirige al punto de búsqueda, esta vez dentro de la ciudad.

El olor de la muerte

Al llegar al punto de búsqueda los policías revisan la zona.

Todo tranquilo. Las mujeres, vestidas con botas y pantalones tácticos que les facilitan el trabajo, se colocan sus playeras que las identifican como Brigada de Búsqueda, posteriormente se dirigen al lugar y una vez ahí bajan de la camioneta y cargan picos, palas, varillas y algunas herramientas que usan para escarbar.  

Se acercan con precaución a la casa rosa en que buscarían, pues de acuerdo con sus investigaciones el lugar es peligroso y podrían recibirlas con pedradas para que se retiren. 

Esto no pasa y llegan a la vivienda en malas condiciones, aparentemente abandonada pero donde hay ropa tendida.

De inmediato buscan la escalera, pues de acuerdo con el reporte que recibieron, bajo esta hay un cuerpo sepultado.

Las mujeres ponen manos a la obra, la primera con el primer golpe con un pico hace un hoyo en el cemento, lo que demuestra la experiencia que han adquirido; pero la capa es gruesa, y comienzan a turnarse para hacer más grande el agujero.

“A ver, ahora yo te ayudo”, dice una de las compañeras más jóvenes.

Cumplido su objetivo toca hacer un agujero en la tierra, por donde introducen una varilla que empujan para que llegue lo más profundo posible; al sacarla, la acercan a su nariz, si tiene olor fétido significa que es un punto positivo, donde puede haber uno o más cuerpos enterrados

En un agujero profundo, las mujeres meten una varilla en busca del “olor de la muerte” que les permita conocer si ahí hay restos humanos. Foto: José Antonio Castro.

Este no lo era, así que entran a un cuarto del otro lado de la escalera y comienza de nuevo el proceso para romper el piso, donde hay cemento colocado recientemente.

También debían cargar en cubetas el escombro y la tierra que se amontonaban tras la excavación.

En la casa rosa, la búsqueda en el segundo punto resulta negativa y las mujeres se dirige a otro punto de la escalera, a un metro de donde cavaron primero.

Cuando abren el piso meten la varilla, esta vez la buscadora sí percibe algo al olerla, y asienta con la cabeza.

Pasa la varilla a las demás integrantes del colectivo, por la cantidad de búsquedas en las que han participado todas perciben el olor a muerte.

La búsqueda también se hizo en una habitación de la casa. Foto: José Antonio Castro.

Comienzan a hacer el hoyo más grande para comenzar a escarbar, y una vez logrado meten de nuevo la varilla, que enjuagaron para percibir el olor real de la tierra; al sacarla no detecta olor alguno, y repiten la acción con el mismo resultado.

Por favor, ayúdanos a encontrarte, para que regreses con tu familia”, dicen a la víctima que posiblemente yace en ese lugar.

Las mujeres platican que es común que cuando localizan un punto positivo los muertos “deciden esconderse”, así que les hablan para poder llegar a ellos.

Tras hablarle al cuerpo varios minutos, de nueva cuenta hacen el intento y ahora sí detectan el punto donde se encuentra, y cavan hasta dar con los restos envueltos en una lona, a las 2:40 de la tarde.

En otro punto bajo la escalera la búsqueda dio resultados; la brigada usa picos, palas y martillos para excavar, pero también utensilios caseros. Foto: José Antonio Castro.

Posteriormente, las buscadoras hacen una transmisión en vivo por medio de Facebook, sin dar una ubicación exacta hablan de la zona donde se encuentran, reprochan al Gobierno del Estado la falta de acompañamiento y hablan de los buenos resultados que ellas consiguen. 

“El día de hoy la brigada sale a una búsqueda independiente nuevamente, estuvimos un buen ratito esperando, esta situación de la seguridad, como no se nos dio en forma positiva, ya habíamos anunciado y avisado que aun así íbamos a estar trabajando y aquí estamos.

“Agradezco a las personas que se acercaron para brindarme este punto, el día de hoy tenemos un hallazgo positivo afortunadamente”, dice la líder durante la transmisión.

Asimismo, las buscadoras aprovechan para reafirmar a grupos delictivos que no buscan culpables, que solo buscan a sus familiares, por lo que les piden que no las ataquen durante las búsquedas.

“No buscamos culpables, lo único que queremos es que regresen a casa, no vamos a meter, nunca jamás a nadie en problemas, solamente queremos saber si es alguno de nuestros familiares”, dice en la transmisión.

En el espacio reducido, dos o tres de las buscadoras continúan con la excavación, cantando, para que el trabajo sea llevadero.

El retiro del cuerpo

Tras trabajar por casi una hora, llega el momento en el que las buscadoras se colocan trajes especiales, cubrebocas y guantes para tratar de sacar el cuerpo; dos de ellas se meten a la fosa, pero por la posición en que se encuentra la víctima no consiguen sacarla.

Lo intentan de varias formas, sin éxito, así que deben sacar de la casa la tierra, que les estorbaba, y por dos horas más siguen cavando.

El arduo trabajo hace que una de las buscadoras salga a descansar, se quedó sin fuerzas, con las manos temblorosas; se le une otra compañera, unos minutos después regresan a la labor.

Cerca de las 4:20 de la tarde consiguieron sacar el cuerpo de su sepulcro, algunas de las buscadoras están consternadas.

Tras horas de arduo trabajo las buscadoras consiguieron sacar los restos de entre la tierra. Foto: José Antonio Castro.

– ¿Qué sienten cuando sacan un cuerpo?

“A la vez alegría y tristeza, una porque una persona va a regresar a su casa y tristeza por todo lo que les hicieron y murieron”, comentó una de las buscadoras. 

Parte de su labor es desenvolver la lona que cubre los restos, para tomar fotografías y buscar tatuajes que puedan identificar a la víctima.

Esto lo hacen antes de dar aviso a la Fiscalía, dicen que cuando llegan los agentes no les permiten tomar fotos de evidencias; las autoridades no dan información de los cuerpos encontrados  y “los vuelven a desaparecer”.

La labor es extenuante, pero saber que una familia tendrá de regreso a su ser querido alegra el corazón de las buscadoras. Foto: José Antonio Castro.

Después las buscadoras comienzan a lavar sus instrumentos de trabajo con cloro y otros desinfectantes, también los instrumentos de cocina que usan en las excavaciones.

Al terminar su trabajo de horas, su rostro refleja cansancio, pero también la satisfacción de que una vez identificada, la víctima regresará a casa.

DAR

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