Por Matt Richtel para The New York Times en exclusiva para AM
Boulder, Colorado.- Con el aumento de la popularidad de las bicicletas eléctricas, los organismos reguladores han sido incapaces de seguir el ritmo de un mercado en rápida evolución. Los responsables de la seguridad y la aplicación de la ley señalan que muchos modelos comercializados para niños y adolescentes superan los límites de velocidad legales y se asemejan más a los vehículos de motor, que requieren un permiso y una matrícula para circular.
Por el momento, la potestad de decidir qué pueden o no conducir los adolescentes recae en una autoridad no gubernamental: los padres. En todo el país, los padres expresan una mezcla de entusiasmo, contrición e incertidumbre ante este medio de transporte tan de moda.
Algunos padres que en un principio aceptan las bicicletas eléctricas ahora dicen que su entusiasmo ha menguado con las noticias de accidentes recientes en los que estuvieron involucrados adolescentes.
“Al principio, fue un regalo del cielo”, afirmó Julie Wood, cuya hija Sawyer, de 14 años, se compró una bicicleta eléctrica la primavera pasada. “Es una adolescente y quiere ir a todas partes”.
Para Wood, de Boulder, Colorado, eso significaba pasar menos tiempo llevando a Sawyer en el auto. Pero tenía la regla estricta de que Sawyer debía usar un casco.
A principios de agosto, Sawyer sufrió un accidente mientras andaba en bicicleta eléctrica sin casco. No se lo dijo a su madre por miedo a las repercusiones disciplinarias, aunque tenía dolores de cabeza y náuseas y no quería levantarse de la cama. Varios días después del accidente, sufrió un ataque y fue operada de urgencia de una fractura de cráneo y una hemorragia cerebral; se espera que se recupere.
Las cuestiones en torno a las bicicletas eléctricas encajan perfectamente en un tema moderno en el que tecnologías potentes, como los teléfonos móviles y los vapeadores, entran en el mercado y se venden directamente a los consumidores, sin que haya mucha investigación disponible sobre el impacto en el comportamiento y la seguridad.
En el caso de las bicicletas eléctricas, algunos modelos pueden reprogramarse para superar el límite de velocidad de 32 kilómetros por hora permitido a los conductores menores de 16 años, por lo que ingresan en la categoría de vehículos motorizados. El gobierno federal aún no ha encontrado la mejor manera de regularlas.
Eso no les molesta a algunos padres que opinan que la decisión de dejar que un niño conduzca una bicicleta eléctrica debe tomarla cada familia y basarse en si el adolescente es capaz de manejar las rutas y las velocidades.
“Conozco a mi hijo y sé cuál es su capacidad atlética”, dijo una madre del sur de California, que pidió que no se utilizara su nombre porque consideraba que sus opiniones podrían suscitar críticas. Su hijo tiene dos bicicletas eléctricas, una Super73 que le regalaron por su cumpleaños número 13 y una Talaria que le regalaron cuando cumplió 14 años. “Vive sobre dos ruedas”, dijo su madre, añadiendo que las bicicletas eléctricas son una fuente de diversión para él.
El ha modificado adolescente cada una de las bicicletas para que vayan más rápido de lo que le permite la ley; De hecho, la Talaria puede alcanzar más de 112 kilómetros por hora. Su madre le dio su bendición, dijo, e incluso le ayudó a cortar un cable que elimina el “gobernador” de velocidad que normalmente limita el vehículo a 32 kilómetros por hora.
Según ella, las empresas diseñan estas bicicletas para que se puedan quitar los límites de velocidad. “Quieren que tú te encargues de hacerlo”, dijo, “porque no quieren ser responsables de producir una bicicleta que va a 89 kilómetros por hora en la que un niño se estampe contra el concreto”.
Gari Hewitt, enfermera de la zona y amiga de la madre, expresó más cautela sobre las bicicletas eléctricas. No hace mucho, vio a un niño de 12 años inconsciente en la calle. Iba montado en una Super73 cuando chocó contra una roca y “voló por encima del manillar”, explicó Hewitt, que trabaja como enfermera en una unidad de traumatología pediátrica. Hewitt examinó al niño antes de enviarlo al hospital; Más tarde, se enteró de que tenía un pulmón perforado, entre otras lesiones.
Hewitt tiene dos hijos adolescentes, una chica de 15 años y un chico de 14 años. Ambos recibieron una bicicleta eléctrica en Navidad. “Cuando tienen esa edad, ¿cómo los sorprendes?”, preguntó Hewitt. “Solo nos quedan un par de años para impresionarlos”.
Las bicicletas eléctricas venían con reglas: llevar siempre casco, no superar los 32 kilómetros por hora y no circular nunca de noche. El hospital donde trabaja considera que cualquier accidente a una velocidad de 32 kilómetros por hora o superior es “una activación traumática”, explicó.
“Pero también puedes hacerte daño en una bicicleta”, añadió. “Todo conlleva una responsabilidad”.
c.2023 The New York Times Company
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