Gente querida: terminando de escribir el libro sobre la historia de la Hacienda Santa Rosa -el casco de mayores dimensiones e historia que tiene León- y donde, desde hace 63 años, opera Ciudad del Niño Don Bosco. Desde este espacio construido en 1664 y considerado Monumento Histórico Nacional por el INAH tanto por sus tres patios como por la maravillosa capilla principal, es que les escribo estas letras, toda vez que Santa Rosa Plan de Ayala está realmente dentro de la ciudad y aquí se da un desarrollo suburbano enorme. Ya por su “casco”, por la agricultura o por los parques industriales, pero esta zona tiene una historia interesante, como los 80 años de que llegaron los refugiados polacos.

Se conecta Santa Rosa con León por un camino, como antes se hacía, por una espuela de ferrocarril, pues la hacienda fue el principal centro productor de grano del Bajío desde el siglo XVIII y de allí el enorme molino y chimenea que se ven desde lejos. Ese camino es ahora carretera y es un enorme “cuello de botella”, que limita la entrada y salida de León hacia Cuerámaro, pero también a esta enorme comunidad que es Santa Rosa y que se hizo ejido en los años treinta del siglo pasado.

Sí, para escribir el libro tuve que hacer investigación histórica y saber que, entre los dueños de la hacienda, estuvieron el Conde de la Valenciana, el Marqués de Rayas y Doña Antonia del Moral (“Doña Toña, como le han nombrado los miles de menores que aquí han vivido y de quien se dice, camina por las noches en la hacienda, pues aquí está su tumba, o la de Carlos Markassuza, francés también dueño).  

En este espacio presenté hace 19 años el cálculo del costo social que representaba no tener puente sobre la carretera de León a Irapuato en la entrada a Silao, y cómo en tres años se pagaba la inversión, considerando el enorme costo económico y social por el tiempo que los automovilistas y camioneros perdíamos en el entronque. 

De la misma manera presenté hace 9 años el análisis del costo por la inundación del puente a desnivel ubicado en el entronque de Timoteo Lozano con Hermanos Aldama, y todo porque nos enseñan a los ingenieros civiles en la universidad y en la vida profesional, a calcular la rentabilidad de una obra de infraestructura, pues mientras tiene mayor número de usuarios, los puentes se pagan con creces. Por eso, hoy me voy a referir al necesario puente de Santa Rosa.

León tiene 4 salidas importantes: la del oriente que es un grave problema para entrar y salir y que tiene 4 grandes puentes; la vía poniente, que es limitada hacia Jalisco por la misma topografía saliendo por los pueblos del Rincón; la norte que es complicada por la sierra y cuya salida sí tiene puente (aunque también se transita por la nueva autopista a San Felipe). En la parte sur, tenemos solo la salida de “Prevención Social” que tiene puente, y la de Santa Rosa, que no lo tiene. Supe que el Implan identificó que esta zona de San Rosa tiene un enorme valor tangible e intangible y que considera a esta joya arquitectónica y social que es la Hacienda y las 11 hectáreas que nos transportan no solo a saborear la historia sino a una enorme paz interior por sus jardines.

El flujo vehicular hacia aquí, es enorme. Tiene dos picos a las 8 am y a las 6 pm. Circulan alrededor de 5 mil vehículos a diario y transportan a 20 mil personas en actividades escolares, familiares, de negocios, de carga y sobre todo, industriales. Con una reciente conexión a la maxipista a Aguascalientes, las industrias que aquí se asientan son cada vez más numerosas. El tiempo perdido es de unos 20 minutos en promedio cuando por falta de puente, el tren de Ferromex se atraviesa y el flujo vehicular se detiene. 

El costo -de acuerdo a la Cofemer- que pierde un mexicano por estar en una fila de un servicio o de un embotellamiento, es de 100 pesos por hora.

A todo esto, se agrava el torpe bloqueo que hace tránsito municipal en las mañanas, pues queriendo ayudar, cierra la glorieta del tren y estrangula la vialidad, haciendo más complejo todo pues cierra el flujo natural y provoca pérdidas de tiempo a todos de unos 15 minutos. Esto quiere decir que tenemos una pérdida anual de 10 millones de pesos por este “cuello de botella”. Si consideramos el costo de un puente elevado o en desnivel de 50 millones, este se pagaría en cinco años. El problema es que el gobierno federal no nos devuelve nuestros impuestos y hace cinco años no recibimos obra pública federal y pasarán más años en que no se pueda construir el puente de Santa Rosa, el cual inevitablemente, terminará por construirse, para hacernos llegar a esta joya histórica que tiene León aquí. 

 

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