En esta imagen de archivo, agentes de policía observan los restos recuperados de proyectiles rusos, incluyendo algunos con munición de racimo, que golpearon Járkiv, en Járkiv, Ucrania, el 3 de diciembre de 2022

Ginebra.- Los defensores de un acuerdo internacional que prohíbe las municiones de racimo, que matan y hieren a muchos más civiles que combatientes, tratan de evitar la erosión del respaldo al pacto tras lo que un importante grupo de derechos humanos califica como una decisión “inconcebible” de Estados Unidos de enviar este tipo de armas a Ucrania para su guerra contra Rusia.

Los grupos activistas de la Coalición contra las Municiones de Racimo presentaron su último reporte anual el martes, antes de la reunión que mantendrán la próxima semana los enviados de los 112 países que se han adherido o ratificaron la Convención sobre Municiones en Racimo, que prohíbe estos explosivos y reclama la limpieza de las zonas donde se acumulan en el piso, normalmente durante o después de los conflictos.

Otras 12 naciones han firmado la convención. Ni Estados Unidos ni Rusia forman parte de ella.

Mary Wareham, de Human Rights Watch, que defiende la convención firmada hace 15 años, dice que la coalición está “extremadamente preocupada” por la decisión tomada por Washington en julio, tras un intenso debate entre sus dirigentes, de enviar a Ucrania varios miles de proyectiles de munición de racimo para artillería de 155 mm.

Más de 20 dirigentes y funcionarios gubernamentales han criticado esa decisión, indicó la coalición.

Con la esperanza de evitar deserciones de la coalición, Wareham sostiene que los partidarios esperan que los firmantes “se mantengan firmes, que no debiliten su posición sobre el tratado como resultado de la decisión de Estados Unidos. No vemos que eso ocurra. Pero siempre es un peligro”.

Los funcionarios estadounidenses sostienen que estas municiones — un tipo de bomba que se abre en el aire y arroja “bombetas” más pequeñas en una zona más amplia — podrían ayudar a Kiev a reforzar su contraofensiva y a avanzar a través de las líneas del frente ruso.

Las autoridades estadounidenses declararon que su envío incluye una versión de la munición que tiene un “índice de fallos” reducida, lo que significa que hay menos bombetas que no llegan a explotar. Las bomberas pueden destruir tanques y equipos, además de soldados, y alcanzar varios objetivos al mismo tiempo.

Pero Wareham citó “amplias evidencias de daños a civiles (causados) por estas armas. Fue una decisión inconcebible”.

El reporte sostiene que el 95% de las víctimas de munición de racimo el año pasado fueron civiles, con un total de 1.172 personas en ocho países: Azerbaiyán, Irak, Laos, Líbano, Myanmar, Siria, Ucrania y Yemen. El grupo destacó los esfuerzos llevados a cabo en lugares como Bulgaria, Perú y Eslovaquia para destruir sus reservas en 2022 y a principios de este mes.

Los niños fueron el 71% de las víctimas de explosiones de remanentes de bombas de racimo el año pasado, de acuerdo con el informe.

Rusia ha empleado “repetidamente” esta munición en Ucrania desde que su presidente, Vladímir Putin, ordenó la invasión del país vecino en febrero de 2022, mientras que Kiev las ha utilizado “en menor medida”, agregó el reporte.

La decisión de Washington “es sin duda un revés”, apuntó Wareham, “Pero no es, ni de lejos, el final para la Convención sobre Municiones en Racimo”.

JFF 

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