El siglo XXI es el siglo de las ciudades. La ciudad es el espacio de la innovación y el conocimiento. Los grandes avances de la humanidad se generan desde los claustros universitarios y laboratorios ubicados en centros urbanos o muy cercanos a ellos.
La ciudad es donde se produce la riqueza y los fenómenos de alta intensidad administrativa, operación de redes, administración sofisticada de servicios, digitalización de séptima generación de trámites, y el diseño de políticas públicas de alto impacto, para combatir la miseria, contener la mancha urbana y establecer y cuidar zonas verdes.
Rescato en este párrafo el caso de Jaques Chirac, afamado alcalde de París, que se convirtió en presidente de Francia en 1995, provocando la reflexión sobre las altas capacidades que se desarrollan ocupando puestos municipales que abren la puerta hacia la cima de la política de una nación. Y esto se explica por la estructura neuronal adaptada a grandes retos que deben poseer quienes coordinan los trabajos de un ayuntamiento con altas demandas sociales. El caso de la ciudad de Nueva York es también paradigmático, ya que la política local supera con creces a la estatal. Es mucho más potente el alcalde de la ciudad de los rascacielos que el gobernador del estado.
En la parte electoral también ha habido cambios. Las proyecciones para ganar las elecciones siempre han considerado el número de estados federales que gobierna un partido como condición para salir vencedor. Pero les recuerdo que en la elección de 2000, el PRI gobernaba 19 estados y el PAN solo 8, y ganó Fox. Lo que no se imaginaron es que las principales ciudades, donde se concentra gran parte de las clases medias, estaban en manos de ayuntamientos panistas, conducidos por alcaldes potables, muchos procedentes de organizaciones empresariales, y ninguno tocado por la mancha de la corrupción.
El deterioro inició con las elecciones en el Estado de México, en donde la política de Atlacomulco empezó a contaminar las administraciones del corredor azul. Luego vino el golpe de los moches, en Celaya, que acabó derrumbando casi todo. Se toleró la construcción de gobiernos-botín, como el que padecemos en Guanajuato Capital (se los advertimos).
En la presente centuria, quien tiene las ciudades y ha logrado organizar una administración pública limpia, posee una llave muy preciada para las elecciones presidenciales y estatales. El territorio electoral, cuando no se trata de comprar votos, no son las extensas regiones de una entidad federativa, sino las grandes ciudades y las intermedias. Allí se encuentra la fórmula que conduce a la victoria.
Así vistas las cosas, nos encontramos una situación muy comprometida para el PAN en Guanajuato, que es el estado que concentra el mayor número de ciudades. Se les dijo, empujar candidaturas mediante un sistema de franquicias para hacer negocios desde el poder, resulta perverso. Este es el modelo que se promovió desde la jefatura del gabinete estatal. Allí no habitan maquiavelos, sino ineptos cegados por la soberbia que da el manejo del presupuesto. Nunca estuvieron preparados para esos puestos. Comparen al señor Alcántara con otros asesores de gobernadores. Hay diferencias, ¿verdad?
Ahora analicemos cómo pinta el panorama en las ciudades del Bajío: Celaya está empatada con Morena, será difícil mantenerla. Salamanca ya es de Morena. Irapuato presenta números negativos para el PAN. Silao lo gobierno Morena. La capital, Guanajuato, está perdida frente al partido del Presidente por 7 puntos, Alejandro Navarro es el munícipe peor evaluado con 3.8 de calificación (Mitofsky) y sus escándalos cada día crecen, como su patrimonio… y el de sus hijos. ¡Una vergüenza!
Solo resta León como reducto citadino de Acción Nacional. Es la cuarta ciudad más grande del país, sus votos son importantes para las aspiraciones de Xóchitl. Su diferencial sobrepasa en 20 puntos a Morena. Y en lugar de apoyar y coordinar esfuerzos, desde el gobierno del estado han desatado una agresiva campaña contra la alcaldesa por ser rebelde y no aceptar el dedazo de Diego Sinhue. Frente a tal agravio han decidido demoler la buena fama de que goza Alejandra Gutiérrez indicando, a sus personeros, periódicos, radiodifusoras, redes sociales y bots, pegarle a la alcaldesa y a su equipo. ¡Vaya locura! El PAN contra el PAN.
Como botón de muestra van dos hechos: la construcción de la nueva vialidad del malecón del Río de los Gómez. En sus tramos 2 y 3, que son una obra estatal, repito estatal, se encuentra en construcción la etapa 2 y en estos momentos se padecen congestionamientos y complicaciones de tránsito. La obra puede acelerarse para terminarla en un poco más de un mes, pero se han recibido instrucciones, desde el estado, de ralentizarla para incrementar el enojo de los ciudadanos en contra de la alcaldesa. ¡Gran idea para debilitar sus aspiraciones políticas!
El segundo botón: anualmente los municipios reciben asfalto para pavimentar calles, de parte de Pemex. Esto se realiza a través del estado. A diferencia de todos los demás años, en lo que va del actual, León no ha recibido nada. En el gobierno estatal ven con malos ojos que el municipio leonés tenga un recurso que pueda ser usado para pavimentar calles y así se beneficien los ciudadanos y la imagen del gobierno municipal. Por lo tanto se le excluyó del programa.
El plan es sencillo: defenestrar a la alcaldesa y posicionar a Aldo Márquez como su candidato al municipio. Pues con esos amigos… ¿para que se quieren enemigos?