Por Debra Kamin para The New York Times en exclusiva para AM 

La Luna es un imán que no deja de atraernos.

Hace medio siglo, los astronautas del Apolo 17 pasaron tres días en ese globo cubierto de cráteres cuya fuerza gravitacional atrae a nuestros océanos y también a nuestra imaginación. Los astronautas caminaron 75 horas en la Luna con su traje espacial y se desplazaron en un astromóvil lunar mientras toda la humanidad los veía en su televisor a más de 385.000 kilómetros de distancia. El programa Apolo se canceló después de la última vez en que cayó al océano Pacífico en diciembre de 1972 y, desde entonces, la Luna ha estado, sin explorar y vacía, como una sirena en el cielo.

Ahora, la NASA está planeando regresar y, esta vez, en una estancia a largo plazo. Para concretar el plan, la NASA se prepara para construir casas en la Luna… casas que no solo puedan utilizar los astronautas, sino también ciudadanos comunes y corrientes. Creen que para 2040, los estadounidenses tendrán la primera subdivisión política en el espacio. La vida en Marte no está muy lejos. Algunos miembros de la comunidad científica opinan que los plazos que se ha fijado la NASA son demasiado ambiciosos, en particular porque todavía no han logrado aterrizar de nuevo en la Luna. Pero siete científicos de la NASA entrevistados para este artículo indicaron que la meta de tener estructuras lunares para 2040 es viable si la agencia sigue cumpliendo sus objetivos intermedios.

La agencia espacial estadounidense pretende lanzar una impresora 3D a la Luna y luego aplicar fabricación aditiva por capas, una por una, para construir estructuras con un hormigón lunar especializado creado con trozos de rocas, fragmentos minerales y polvo de la irregular capa superior de la superficie. de la Luna, que forma nubes venenosas cuando algo lo levanta. Este arriesgado plan es posible gracias a una nueva tecnología y una serie de alianzas con universidades y empresas privadas.

La agencia espacial estadounidense pretende lanzar una impresora 3D a la Luna y luego aplicar fabricación aditiva por capas, una por una, para construir estructuras con un hormigón lunar especializado creado con trozos de rocas, fragmentos minerales y polvo de la irregular capa superior de la superficie

“Nos encontramos en un momento crucial que, en cierta forma, se siente como la secuencia de un sueño”, comentó Niki Werkheiser, directora de maduración de tecnologías de la NASA. “En otros sentidos, la sensación es que era inevitable que llegaríamos a este punto”.

Werkheiser, cuya familia era propietaria de una pequeña constructora en Franklin, Tennessee, cuando era niña, dirige la creación de nuevos programas, maquinaria y robótica para misiones espaciales futuras.

La NASA está más abierta que nunca a establecer alianzas con académicos y líderes de la industria, por lo que el espacio competitivo ahora se ha ampliado mucho más que en los días de las misiones Apolo, señaló Werkheiser. “Hemos reunido a las personas adecuadas en el momento correcto, todas con el mismo objetivo, y por eso creo que lo conseguiremos”, afirmó. “Todos están listos para dar este siguiente paso juntos, así que, si desarrollamos nuestras habilidades centrales, no veo por qué no podemos hacerlo”.

Convertir un problema en una solución

Entre los muchos obstáculos que implica vivir en la Luna se encuentra el polvillo, que es muy fino y tan abrasivo que corta como si fuera vidrio. Se arremolina en columnas perniciosas y, si se inhala, es tóxico.

Pero hace cuatro años, Raymond Clinton Jr., el subdirector de la división de ciencia y tecnología del Centro Marshall de vuelos espaciales de la NASA en Huntsville, Alabama, sacó un pizarrón blanco y esbozó la idea de un espacio con casas, caminos y plataformas. de aterrizaje. Claro que el polvo es un problema. Pero también podría ser la solución.

Pensó que, si es posible hacer impresiones 3D en la Tierra para construir casas con barro hecho de minerales que hay aquí, tal vez sería posible imprimir en la Luna con el barro de allá, donde las temperaturas pueden variar hasta 333 grados Celsius y la maligna. La combinación de radiación y micrometeoritos representa un riesgo para edificios y cuerpos por igual.

“Cuando hablamos de presencia humana sostenible, para mí eso significa que haya un pueblo lunar y un conjunto constante de personas que viven y trabajan en la Luna”, señaló Clinton. “Su expresión concreta la deja a la imaginación de los emprendedores”.

‘Allá no hay Home Depot’

La NASA trabaja en alianza con ICON, empresa de tecnología de construcción con oficinas en Austin, Texas, para alcanzar la meta fijada en 2040. ICON comenzó a recibir financiación de la NASA en 2020; En 2022, anunció 60 millones de dólares adicionales para desarrollar un sistema de construcción basado en el espacio con el propósito de utilizar fuera de la Tierra para imprimir todo, desde plataformas de aterrizaje para cohetes hasta hábitats, con hormigón mezclado en el lugar. Hasta ahora, los planos en realidad no pasan de los modelos, pero ya les han pedido a los arquitectos del grupo Bjarke Ingels y SEArch+ (Space Exploration Architecture) que elaboren conceptos y diseños.

Es posible imprimir en 3D casi cualquier objeto y ICON y otros actores han señalado que el proceso es una solución rápida y buen costo para la crisis de vivienda de la nación. La impresión en 3D permite construir objetos por capas a partir de un archivo digital. En sus proyectos de construcción en la Tierra, ICON utiliza un material de construcción exclusivo llamado Lavacrete.

La empresa, que ha tenido varios proyectos ambiciosos, creó el sistema de construcción robótica a gran escala Vulcan, que se ha empleado para construir algunas de las primeras casas empresadas en 3D en América del Norte. ¡La comunidad primero! Village en Austin, un conjunto de 400 casas para indigentes, es un ejemplo, así como algunas casas de un poblado de unidades enormes resistentes a huracanes para mexicanos en situación de pobreza en el pueblo remoto de Nacajuca.

“Es un paso de lo más natural si buscas opciones para crear con la construcción aditiva y la impresión en 3D un mejor futuro para la humanidad”, explicó Jason Ballard, director ejecutivo de ICON, en un comunicado de prensa.

Pero imprimir en el espacio profundo es otra dimensión.

“La química es la misma allá, pero las leyes físicas son distintas”, explicó Patrick Suermann, decano interino de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Texas A&M, que trabaja estrechamente con la NASA para desarrollar un sistema de construcción operado por robots en el espacio.

Viajar ligeros es vital, según dijo, porque cada kilogramo adicional de peso en un cohete a la Luna cuesta alrededor de 1 millón de dólares. En opinión de Suermann, lleve materiales de la Tierra para construir en el espacio no es sostenible. “Y allá no hay Home Depot. Así que debes saber cómo utilizar lo que hay ahí o enviar todo lo que necesitas”.

‘Lo básico’ y los muebles

Cualquier equipo que se pretenda enviar a la Luna debe probarse en la Tierra para verificar que resista el ambiente, por lo que Marshall también tiene más de diez cámaras de prueba en las que somete a distintos objetos a las mismas condiciones de radiación y vacío térmico que deben resistir fuera de la Tierra. En febrero de 2024, se introducirá la impresora de ICON en la cámara más grande para su primera prueba.

“Si eres capaz de sobrevivir a nuestras cámaras, lo más probable es que sobrevivas en el espacio”, indicó Victor Pritchett, director de la rama de fluidos experimentales y pruebas ambientales del Centro Marshall.

Además, antes de que la NASA y sus aliados puedan construir casas, la NASA necesita construir plataformas de aterrizaje, para que cuando los cohetes que transporten las impresoras 3D aterricen en la Luna, el polvo que se propague pueda mitigarse.

Algunos científicos de la NASA en este momento se dedican a perfeccionar un hormigón lunar simulado que puede representar al material real para las pruebas en la Tierra. En el Centro Marshall, en un laboratorio perdido al fondo de uno de los edificios, varios científicos realizan pruebas con esferas de polvo lunar simulado que se ha vaciado y moldeado para formar un cilindro pequeño. No parece gran cosa, solo una pieza de hormigón redondeada tan pequeña que cabe en la palma de la mano. Pero cuando se somete a un soplete de plasma, logra resistir temperaturas de 1870 grados Celsius. Así que los científicos esperan que, cuando construyen con el material real, tenga un buen desempeño en las condiciones de un aterrizaje real de cohete, que alcanza temperaturas infernales.

Algunos científicos de la NASA en este momento se dedican a perfeccionar un hormigón lunar simulado que puede representar al material real para las pruebas en la Tierra.

“Lo primero que debe pasar es la prueba de concepto. ¿En realidad podemos manipular el polvo de la superficie lunar para utilizarlo como material de construcción?”, señaló Jennifer Edmunson, geóloga principal del Centro Marshall de vuelos espaciales para el proyecto. “Necesitamos empezar a trabajar en este desarrollo ya si queremos concretar hábitats en la Luna para la fecha meta de 2040”.

Por supuesto que una casa no solo está hecha de paredes. Incluso en el espacio, los seres humanos necesitan una puerta para entrar y salir y, una vez dentro, necesitan objetos en los que puedan sentarse y dormir, además de otros accesorios necesarios para la vida.

La NASA colabora con unas cuantas universidades y empresas privadas en la creación de prototipos de muebles y diseños de interiores, dijo Edmunson. El Centro de Investigación Ames de la NASA, en colaboración con investigadores de la Universidad de Stanford, incluso han separado algunos de los minerales del suelo lunar sintético para crear azulejos de distintos colores, como verde, gris y blanco, que podrían utilizarse para cocinas y baños.

c.2023 The New York Times Company

JFF 

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