Los que están defendiendo los fideicomisos están defendiendo a la corrupción, así de claro.
Andrés Manuel López Obrador
El presidente ya no hace siquiera el intento por pretender que no da órdenes a sus bancadas en el Congreso. Es muy claro que él le ordenó al diputado Ignacio Mier que presentara la iniciativa para extinguir 13 fideicomisos del poder judicial y que lo hizo para castigar a la Suprema Corte. Lo increíble es que después de votar a favor de la extinción de estos fideicomisos, sus diputados aprobaron la creación de tres nuevos fideicomisos, uno para la Secretaría de Marina y otros dos para Defensa. Uno de estos últimos será para subsidiar al Tren Maya, destinado a perder enormes cantidades de dinero.
Al presidente le preguntaron ayer en la mañanera sobre esta incongruencia y respondió: “Eso es completamente distinto. O sea, el fideicomiso del Tren Maya es para la construcción de la obra, es una obra pública. Acá estamos hablando de privilegios. Lo otro es obra en beneficio del pueblo”.
López Obrador ha sostenido que los fideicomisos del gobierno eran simples instrumentos de corrupción. Quizá algunos lo hayan sido, aunque hasta la fecha no ha presentado pruebas de las presuntas faltas. En realidad, un fideicomiso es simplemente una cuenta financiera que tiene el propósito de reservar recursos para cubrir determinados objetivos, como la educación de un hijo. En sí los fideicomisos no son ni buenos ni malos.
El presidente, sin embargo, se quejaba de la falta de transparencia de los fideicomisos del gobierno. Cuando propuso en 2020 extinguir 109 fideicomisos del gobierno federal argumentó que “no tenían ningún control, incluso la Auditoría superior de la Federación lo ha expresado, de que no había transparencia”. A quienes defendían la existencia de los fideicomisos los descalificaba: “Les debería de dar vergüenza, deberían ofrecer hasta disculpa, pero es tanta su ambición al dinero y su prepotencia y las malas costumbres de que enseñan el cobre defendiendo lo indefendible”.
En octubre de 2020 se extinguieron 109, incluyendo el Fondo de Desastres Naturales (Fsonden), el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, el Fondo de Cooperación Internacional de Ciencia y Tecnología y muchos más. El gobierno se apropió de 68 mil millones de pesos que ha usado de forma discrecional. Curiosamente, con los fideicomisos había más transparencia. Hoy no se sabe cómo se usa ese dinero, pero sí que las víctimas de desastres naturales, los deportistas de alto rendimiento y muchos becarios se han quedado sin recursos.
Ahora los diputados oficialistas han decretado la extinción de 13 fideicomisos del poder judicial. Al hacerlo no solo están violando la autonomía del poder judicial, sino que están robando fondos de pensiones que son de los empleados judiciales. Mientras tanto, están creando nuevos fideicomisos para beneficiar a la Defensa y la Marina, que han sido siempre opacas en el manejo de recursos públicos con el argumento de que sus actividades son tema de seguridad nacional. La creación de un fideicomiso con el impuesto a los turistas, gravamen creado para promover al país en el extranjero, y usarlo para subsidiar las pérdidas del Tren Maya es particularmente inquietante. El Tren Maya no solo ha representado un brutal ecocidio, sino que es un proyecto mal planeado y ejecutado. Ahora se utilizará un fideicomiso para ocultar y subsidiar sus pérdidas.
El presidente dice que es injusto comparar los fideicomisos del poder judicial con el del Tren Maya: “O sea, no se puede, o sea, ese es un argumento muy ramplón, con todo respeto, del conservadurismo, o sea, de la prensa vendida, alquilada”. Pues yo pienso, “o sea”, que es mucho más conservador crear un fideicomiso opaco para subsidiar las pérdidas de un tren ecocida y destructor de valor.
Encinas
Renunció Alejandro Encinas a la subsecretaría de derechos humanos, pero queda el desastre moral. Se le encargó el caso Iguala, pero permitió la exoneración de los responsables del secuestro y asesinato de los normalistas de Ayotzinapa.
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Gsz